Ucrania 2023: ¿guerra crónica o riesgo de escalada?

Los ejércitos de Moscú y Kiev han sufrido más de 100.000 bajas cada uno. Pero ambos países tienen una historia y una cultura de gran capacidad para soportar muertos en la guerra. Lo que contribuye a que el conflicto se prolongue

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Milicias pro rusas en Donetsk,
Milicias pro rusas en Donetsk, Ucrania

El 24 de enero de 2023, un mes antes de la invasión rusa a Ucrania, el Presidente de EE.UU., el Primer Ministro británico y el Secretario General de OTAN, anticiparon la reacción de la organización a ella. Por separado pero el mismo día dijeron que Putin enfrentaría un aislamiento económico sin precedentes, una desconexión tecnológica como ningún país había enfrentado y una guerra “híbrida” en Ucrania.

Ante la pregunta periodística de qué implicaba, Boris Johnson fue el más explícito: “Una gran Chechenia en Ucrania”. El ejemplo después cambio al de “un gran guerra de desgaste como la de Afganistán”, porque en la primera los rusos habían ganado y en la última perdieron.

A menos de dos meses de que se cumpla un año de la guerra, es claro que tanto el aislamiento económico como la desconexión tecnológica se han cumplido, pero sin efectos suficientes para doblegar a Rusia.

Pero en el caso de las operaciones militares ha sido distinto. La guerra que se ha desatado, ha sido no entre una gran fuerza regular (Rusia) y países con capacidades bélicas mucho más reducidas que recurrieron a lo que comúnmente se denomina guerra de guerrillas. Que era esto lo que se esperaba, se constata en el ofrecimiento que realiza en los primeros días de la invasión, Joe Biden a su colega Volodomir Zalensky: constituir un gobierno en el exilio en Varsovia o Londres, en territorio de la OTAN a resguardo de las fuerzas rusas.

Este ofrecimiento partía del supuesto que los ucranianos pasarían a resistir al invasor con operaciones irregulares, militarmente apoyadas desde fuera del país. El Presidente ucraniano rechazó la propuesta. Puede haber sido el hecho que cambió la historia.

Ello llevó a que la guerra “híbrida” que se esperaba, derivara en una convencional de larga duración, que es el conflicto bélico más importante desde la caída del comunismo. Un artículo del New York Times del 28 de noviembre, sostiene que la dimensión del esfuerzo bélico supera ampliamente el de los Balcanes, Kuwait, Irak y las dos décadas de Afganistán, la operación más importante de la OTAN en toda su existencia. No se preveía una “gran guerra europea” como está teniendo lugar. En diez meses, los arsenales de los países occidentales han entregado a Ucrania gran parte de la artillería, las municiones y los sistemas antiaéreos con que contaban. En un primer momento, el apoyo fue simple: consistió en que todos los países de la OTAN que habían estado bajo la órbita de la URSS entregaran su material de origen soviético a Ucrania, cuyas fuerzas estaban familiarizadas con su uso. Como contra-partida, Washington se comprometió a sustituirlo por otro más moderno de procedencia estadounidense, algo que se ha demorado por la intensidad de las operaciones que han generado una demanda de sistemas de armas muy superior al previsto inicialmente. La decisión de Polonia de reequiparse militarmente en Corea del Sur es una evidencia de esta situación.

Soldados ucranianos de la 43ª
Soldados ucranianos de la 43ª Brigada de Artillería Pesada disparan un proyectil de un cañón autopropulsado 2S7 Pion

La OTAN enfrenta así un doble desafío: satisfacer las crecientes demandas de Ucrania y abastecer sus arsenales que se van vaciando a un ritmo sin precedentes desde la Segunda Guerra Mundial. Las fuerzas de la alianza occidental podían llegar a disparar hasta 300 rondas de artillería por día en Afganistán y ahora Ucrania dispara miles en 24 horas.

Rusia enfrenta el mismo problema y EE.UU. por su parte no puede desatender otras amenazas como las de China y Corea del Norte respecto a Japón, Corea del Sur y Taiwán. Dada la tensión en dicha región del Asia, Washington no puede transferir equipos militares de ella hacia Ucrania. En cuanto a los demás integrantes de la OTAN, sólo el 18% de su equipamiento es compatible entre los países que la integran.

Ucrania pide armas cada vez más sofisticadas, pero estas requieren un entrenamiento cada vez mayor de los ucranianos para utilizarlas eficazmente. Una batería de misiles Patriot como la que ha decidido proporcionar EE.UU. a Ucrania -con el compromiso de no utilizarla contra blancos en territorio ruso- tiene una dotación de 90 hombres que debe ser entrenada durante un año en Alemania o Polonia. Los arsenales de Rusia también se van vaciando y Putin está obteniendo drones y misiles de corto alcance de Irán y Corea del Norte.

La situación está llevando a que la OTAN este reabriendo fábricas militares de le época soviética en Europa Central y Oriental, lo que también está haciendo la propia Ucrania. La misma situación se da en Rusia, que vuelve a poner a trabajar plantas desactivadas y está utilizando equipos que estaban fuera de servicio por su obsolescencia. En medio de esta situación, observadores de la OTAN han criticado que las fuerzas ucranianas estén utilizando misiles que cuestan 150.000 dólares para destruir drones rusos que cuestan 20.000.

En cuanto al personal, las bajas se van sumando y paradójicamente, Ucrania está mostrando mayor resistencia a las mismas. El cálculo más aproximado a la realidad -y no desmentido por ninguna de las partes- lo dio el Jefe del Estado Mayor Conjunto de EE.UU. el General Mark Milley, quien sostuvo que entre muertos y heridos, Rusia y Ucrania habían sufrido 100.000 bajas cada una, lo que mostraba la necesidad de llegar a un acuerdo, por la imposibilidad de alcanzar una definición en el terreno.

Ucrania tiene hoy una población de 40 millones de personas descontando los emigrados por el conflicto y ello da una baja cada 400 habitantes. Rusia en cambio tiene una baja cada 1400 habitantes. Ucrania tiene así 3,5 veces más bajas de acuerdo con su población que Rusia. El pueblo ucraniano muestra una capacidad para sufrir bajas muy superior a la de Rusia. Ambos países tienen una historia y una cultura de gran capacidad para soportar muertos en la guerra. Lo mostraron en la Primera Guerra Mundial, en la Guerra Civil que se desató por la toma del poder de los soviets y en la Segunda Guerra Mundial. Ello contribuye a que el conflicto se prolongue.

La guerra de Ucrania cierra así 2022 con dos escenarios a la vista: el de una guerra crónica o el de una escalada. Cabe señalar que en noviembre estalló un misil disparado sobre Polonia -territorio de la OTAN- que primero se adjudicó a Rusia y luego a Ucrania,- disparado por error- y que a fines de diciembre cayó otro sobre Bielorrusia, país que pertenece a la OTSCA, la alianza militar gestada por Moscú con varias ex repúblicas soviéticas.

Quizás convendría prestar atención a la propuesta que hizo pública Henry Kissinger a sus 99 años al cumplirse 10 meses de la invasión a Ucrania: volver a la diplomacia, presentando una hoja de ruta precisa y fundamentada para ello.

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