Liderazgo 360°: concepto rector del liberalismo

Compendio de los principios básicos de un modelo innovador, desde los principios liberales. Líneas directrices fundamentales que debe poseer todo líder

Compartir
Compartir articulo
Modern chic business people working in an incredible futuristic & original office space
Modern chic business people working in an incredible futuristic & original office space

“UN GRAN LIDER NO NECESARIAMENTE ES QUIEN HACE GRANDES COSAS. ES LA PERSONA QUE LOGRA QUE OTROS LAS HAGAN” (Ronald Reagan)

Presentaremos en este breve artículo las líneas directrices fundamentales que entendemos debe poseer todo Líder que se precie de tal. Se trata de recoger una larga tradición del pensamiento liberal llevado a la práctica por millones de personas de todo el mundo durante los últimos trescientos años. Es también una reflexión con vocación de futuro, con voluntad normativa para orientar el ejercicio profesional de los individuos que desean escalar en cualquier profesión u oficio que hayan elegido que se requieren en este siglo XXI.

En este contexto, comentaremos un modelo de liderazgo innovador, el “Liderazgo 360º” centrado fundamentalmente en el “nosotros” no en el “yo” y se propone que dicho modelo sea la referencia real de la actuación, a través de un preciso programa de implantación. Consideramos esencial el compromiso con el “Liderazgo 360º”, de forma que, desde su aprobación formal, se tendrá en cuenta especialmente en las actividades formativas de selección y de evaluación de todo el personal que eventualmente tengamos a cargo.

Recordemos que los seres humanos disponemos de un talento individual único en función de nuestra personalidad, aptitudes, conocimientos y experiencias. Debemos ponerlas en juego en beneficio del bienestar general, esforzándonos al mismo tiempo por mejorar o minimizar nuestros puntos débiles. Estas particularidades de cada miembro de una determinada organización la enriquecen notablemente, solo si las reconocemos y valoramos. Esta pluralidad es un valor inestimable que debemos seguir promoviendo. Sabemos que desde el respeto y la jerarquía, necesarias e inherentes a cualquier profesión, en las relaciones interpersonales tiene que existir un clima de confianza mutua, trato cercano y personal que debemos esforzando en mantener y potenciar. Todos somos importantes, útiles y necesarios, independientemente de nuestro empleo o nivel de responsabilidad. La mera especialidad o la exclusividad de la tarea encomendada no debe ser pretexto para crear fisuras en una determinada Organización. Pero no solo debemos sentirnos así nosotros solamente, es también nuestro deber impulsar este sentimiento entre los que nos rodean, porque todos somos o seremos en un momento dado, jefes, compañeros de trabajo o subordinados de otros. No estamos ni trabajamos solos, formamos parte de un equipo. Nuestra contribución particular, como parte insustituible del equipo, es esencial para alcanzar los objetivos marcados, para llevar a cabo nuestras misiones. La principal riqueza del equipo es la diversidad de capacidades y percepciones de la realidad que habitan en él. Aportarlos al trabajo del equipo es la forma de lograr el éxito colectivo.

¿Cómo desarrollamos a nuestro grupo? Creemos en las personas y en su potencial profesional y personal, conscientes de que es primordial para hacer efectiva nuestra fuerza. Por ello debemos dedicarnos a un gran esfuerzo para la formación a lo largo de toda nuestra vida. Nos preparamos para acometer las tareas en cualquier tipo de entorno por complejo y cambiante que sea, para afrontar imprevistos, tolerar fracasos y aprender de los errores. Destaca por su especial relevancia la formación en nuestros valores esenciales, que forjan el carácter humano y constituyen la base de las actitudes y comportamientos adecuados para llevar a cabo las misiones con garantías de éxito. Contamos con numerosas oportunidades para aplicar nuestras competencias y la formación que hemos recibido en variadas experiencias a lo largo de nuestra trayectoria profesional. Estas experiencias, que en muchas ocasiones nos exigen grandes sacrificios personales y familiares, nos enriquecen y nos permiten crecer profesional y personalmente. Pero la cualificación no es suficiente. Para cumplir con éxito nuestros trabajos necesitamos también compromiso y motivación, sensación de pertenencia al grupo, confianza y compañerismo.

Para lograrlo, perfeccionar el ejercicio del liderazgo hoy en día, es tarea esencial. Creemos en la formación continua como el cimiento sobre el que se sustenta la adaptación permanente al cambio que requiere ser vanguardia, empujándonos a indagar en vías originales para conseguir nuevos y mejores resultados, buscando ser verdaderos líderes.

Nuestro espíritu de equipo hace que busquemos nuestra fuerza en la diversidad. Así conseguimos la excelencia porque la diversidad nos enriquece y potencia nuestras capacidades. Todos somos eslabones de la misma cadena. Todos nos debemos esforzar en mantener un ambiente de trabajo en el que nos sintamos integrados y del que surjan la innovación, la creatividad, el aprendizaje. Nuestro espíritu de equipo se fortalece con el compañerismo que ejercemos cada día porque estamos convencidos de que conseguimos más trabajando juntos que por separado. Pensamos primero en nuestros compañeros porque sabemos que ellos están pensando en nosotros y nuevamente insistimos: cambiamos el “yo” por el “nosotros”.

El espíritu de Equipo 360° requiere de cada uno de nosotros una actitud abierta que nos permita compartir conocimiento e información, actuar con franqueza y sinceridad. Es la actitud que facilitará la comunicación entre todos, cuerpo gerencial y empleados. Reiteramos, el espíritu de equipo se basa en la confianza. Confianza en la grandeza y nobleza de la misión, en la organización, y en uno mismo, en nuestras propias capacidades. La fuerza del equipo es el resultado del entusiasmo y la ilusión individual de cada uno. El espíritu de equipo es, por lo tanto, ese estado de ánimo fruto de sentir orgullo de ser lo que sos, de hacer lo que haces, de compartirlo con el resto, de hacer converger nuestros esfuerzos individuales, de pertenecer orgullosamente a una organización

La formación moral y ética nos permitirá diferenciar lo que es correcto de lo que no lo es. Un comportamiento ético no es una opción sino que constituye una obligación ineludible de primer orden para todos sus miembros. En base a esta formación es posible crear un clima y una cultura moral en el lugar de trabajo sobre la que basar un modelo de liderazgo ético. Buscar la excelencia a través del perfeccionamiento constante en el desempeño, tanto individual como colectivo, nos impulsará a innovar y aportar nuevas ideas con las que mejorar planes, procedimientos, normativas, procesos o servicios que se prestan en el día a día. Constituye el hilo conductor de todo proceso de cambio y transformación, incorporando una cultura de calidad total con la que afrontar los desafíos de forma más eficaz, eficiente y económica. Nuestro profesionalismo y el afán por ser cada día mejores requieren dedicación, esfuerzo, sacrificio de nuestro tiempo y la humildad que nos permite aprender de los errores.

Nuestro sentido del profesionalismo nos debe conducir a una actualización permanente de nuestros conocimientos, para “estar al día” en nuevas tecnologías, desarrollos, procedimientos, etc. Nos proporciona prudencia, criterio para decidir, flexibilidad y agilidad necesarias para responder a situaciones cambiantes o adaptarnos a diferentes misiones y escenarios. El resultado es una eficiente, racional y adecuada gestión de los recursos, sean del capital humano, económicos o materiales. El profesionalismo genera confianza y reafirma en grado superlativo el liderazgo.

Otro aspecto fundamental es el ejemplo: nuestra forma de comportarnos, la coherencia entre lo que decimos y lo que hacemos, nuestra disponibilidad cuando se nos necesita, los sacrificios que realizamos, conforman la imagen que proyectamos ya que hablamos a través de nuestra conducta y decisiones. La ejemplaridad es el componente esencial del prestigio personal y profesional. Quien ejerza un liderazgo determinado, deberá ser en todo ejemplo para todos. Recordemos a su vez, que ejemplaridad y transparencia van de la mano.

Hemos de ser abiertos y estar en disposición de poder explicar los criterios y motivos por los que tomamos nuestras decisiones. La ejemplaridad requiere de una conducta íntegra, y la integridad es más que un principio, es una obligación ética. Somos personas íntegras cuando tenemos un comportamiento moral que nos lleva a pensar, decir y hacer en cada momento lo que es correcto. Cuando somos abiertos, honestos, justos, francos, sinceros, coherentes con lo que decimos y lo que hacemos, dentro de los principios y obligaciones de la profesión. Ser íntegro no significa ser perfecto, más bien, al contrario, significa asumir nuestros errores con naturalidad y esforzarnos en corregirlos ya que está comprobado que la ejemplaridad genera confianza y credibilidad ante los demás. Es básica para la cohesión del equipo, componente esencial de nuestra identidad y debemos promoverla al máximo. Cada uno debemos preguntarnos si con nuestro ejemplo diario conducimos a otros a obrar correctamente o, al contrario, estamos señalando un camino equivocado. La ejemplaridad se trabaja día a día y aunque las grandes acciones influyen, lo que verdaderamente cala y permanece es la actitud en el quehacer diario.

Para cumplir con eficacia la trascendente responsabilidad de liderar personas, tenemos que esforzarnos por mejorar día a día como personas y en nuestra relación con los demás. Como líderes, debemos saber identificar y manejar siempre la relación entre estos elementos citados y ser capaces de adaptarnos con flexibilidad y rapidez a los cambios. Las situaciones de liderazgo en las que podemos encontrarnos son muy diversas y necesitamos estar preparados para actuar como verdaderos líderes, en cualquier posible escenario y actuar con garantías de éxito en toda situación, independientemente de su complejidad, incertidumbre y riesgos que presente.

Por otro lado, las herramientas de comunicación que usaremos, primordiales para el ejercicio efectivo del liderazgo, nos ayudarán a:

• Escuchar activamente, abandonando los prejuicios sobre lo que vamos a oír.

• Explicar nuestro punto de vista, dejando claro cómo hemos llegado a nuestras conclusiones.

• Tratar de entender las posiciones de los demás, defendiendo nuestra propia perspectiva.

Nuevas metas pueden significar nuevas formas de trabajar, de interactuar y de organizarnos, y esto requiere un esfuerzo de creatividad para encontrar métodos novedosos de trabajar en equipo. El líder debe asumir el riesgo de experimentar con nuevos modos de organizar el trabajo, aprendiendo de forma positiva de los errores y fomentando la proactividad y la iniciativa para que todos los componentes pongan su potencial intelectual y creativo al servicio del grupo. Para avanzar en el desarrollo de nuestro liderazgo, hemos de constituirnos en ejemplo y modelo de los valores de la organización a la cual pertenecemos, preocuparnos por el conocimiento de nosotros mismos y la adecuada gestión de las emociones, interesarnos por el aprendizaje, el crecimiento personal y el desarrollo de las capacidades profesionales, las relaciones interpersonales y la comunicación. En las relaciones con los demás, fomentaremos la autonomía de nuestro personal reduciendo las incertidumbres, con lo que transmitiremos confianza y seguridad. Con preocupación por el equipo, les animaremos a profundizar en el conocimiento de uno mismo y esforzarse en ser cada día mejores. El líder actúa como un “director de orquesta” que dirige un grupo de especialistas expertos en diferentes áreas, marcando los tiempos, ritmos y pausas del trabajo, previendo posibles conflictos y cambios y anticipándose con posibles soluciones.

Debemos situar a cada persona en el mejor lugar para obtener lo mejor de su talento, potenciando sus fortalezas y fortaleciendo sus puntos más débiles, trasmitiremos espíritu positivo, entusiasmo para aumentar la motivación. Todo el que ejerce un liderazgo debe tomar decisiones, en los momentos oportunos y con diferente alcance e impacto. No seremos considerados líderes si no decidimos con una dosis equilibrada de prudencia, de rapidez y de sentido común. En las actividades cotidianas se deben tomar decisiones con diferentes grados de inmediatez, algunas con efecto directo a corto plazo, otras buscando la anticipación para producir efectos en situaciones futuras conocidas o previsibles. En estos casos es muy recomendable la participación de otras personas expertas o implicadas en el asunto, fomentando el intercambio de ideas para tomar una decisión común, adoptada por el que ejerce el mando pero generada por muchos, lo que garantiza un mayor grado de compromiso en su puesta en práctica. En otros casos, especialmente cuando se refiera a cambios que puedan afectar a muchas personas o impliquen a diferentes organismos a la vez, así como en ambientes multinacionales, será frecuente tomar decisiones basadas en el consenso pero sin olvidarse nunca que es el Jefe es el que decide al final del día.

Para ello, conscientes de nuestros objetivos, deberemos construir posturas claras y bien estructuradas y defenderlas razonablemente para influir en la decisión. En la toma de decisiones contaremos en muchas oportunidades con poco tiempo y escasas opciones, debiendo decidir de forma autónoma y con rapidez. No decidir, NO es una opción acertada. Como sos un líder: decidí. Analiza opciones, consulta a otros… ¡pero debemos tomar decisiones !

El líder debe ayudarle a identificar y concretar qué y cómo debe cambiar un miembro del equipo que no está transitando por los caminos adecuados. Muchas veces la conducta inaceptable viene motivada por desobediencia, falta de ética, caso omiso a las normas o manifiesta falta de interés. Ante esta circunstancia deberemos actuar con firmeza, sin titubeos, analizar los hechos en profundidad con total objetividad y corregirlos de forma proporcional y comedida, sancionándolo si es necesario, pero sin perder nunca la confianza en las virtudes de nuestro equipo. No seas déspota ni autoritario, fundamenta tu liderazgo en la capacidad para inspirar, influir y motivar.

En definitiva, hemos tratado de hacer un compendio de los principios básicos del concepto Liderazgo 360° desde el punto de visto de los principios Liberales ya que se trata de un proceso dinámico que debe ser ampliado y complementado con los nuevos avances, especialmente los tecnológicos, en un mundo cada día más interdependiente, globalizado e integrado en todos los aspectos posibles. En otra oportunidad volveremos con los fundamentos rectores de esta visión siglo XXI de Liderazgo y para concluir, como decía Sir Winston Churchill, “Nada sirve decir lo estamos haciendo lo mejor posible, tenés que hacer lo necesario para obtener el éxito”.