
“…pronto ganaremos nuevos derechos y respiraremos tranquilas de día, y de noche, también”: fue mi última frase del año pasado en mi columna de Infobae. Con un gustito a esperanza, a la posibilidad de un mundo feminista, de poder sabernos vivas y libres, terminé el 2021.
Pero, lamentablemente una vez más, arrancamos el 2022 con el pie izquierdo: una nena de 10 años fue obligada a parir el lunes 10 de enero en el Instituto de Maternidad y Ginecología Nuestra Señora de las Mercedes, en San Miguel, Tucumán.
Es importante la palabra “obligada” porque de ninguna manera un titular puede ser “una nena de diez años fue madre”. NO, NO, NO, NO. Las niñas NO son madres, NO pueden serlo, NO deben serlo.
Cuando una nena de solo 10 años de edad da a luz, no puede significar que se haya convertido en madre. Cuando esto ocurre es porque esos derechos que pensamos que teníamos, son vulnerados. Así que no nos vengan a hablar de milagros porque esto no es ningún regalo de Dios, más bien todo lo contrario; es el mismísimo sistema-judicial-patriarcal que sigue permitiendo aberraciones como estas.
¿Dónde está la justicia? ¿Por qué tardaron tanto en darse cuenta que una niña estaba embarazada? Además, como si el parir fuera el único horror que vivió. ¿Y los meses de gestación? ¿Y la escuela? ¿Y sus elecciones? ¿Y sus “inocencias” de niña? ¿Qué hizo la Defensoría de los derechos de les niñes y adolescentes por ella?

No me alcanzan las preguntas para hablar sobre esta tragedia. El abusador se llama Carlos Alberto Merlos y tiene 54 años. Está prófugo, pero ningune de nosotres debiera jamás de olvidar ese nombre, NUNCA MÁS. Supuestamente la violación ocurrió cuando tenía todavía nueve años.
¿Cómo es posible que hayan permitido que algo así suceda? Perdón, que algo así vuelva a suceder; a finales de enero del 2019, el gobierno de Salta habilitó que se le practicara una cesárea a una niña de 12 años la cual, claramente, había sido violada. Había pedido el aborto, al que tenía derecho por ley en ese entonces ya que se trataba de un abuso y, sin embargo, no le fue concedido. Luego una menor de 11 años fue abusada por la pareja de su abuela y la obligaron a parir en febrero del 2019 y ahora esto… con una ley aprobada para poder ejercer el derecho al Aborto, seguro y gratuito, ha sucedido lo mismo. ¿En qué mundo siniestro vivimos? ¿Qué vida es esta para una niña? Más bien es una tortura en vida.
Ya no podemos vivir escuchando que tratan de garantizar nuestros derechos. Porque en el “tratar” ocurren estas tragedias. Lo que necesitamos, lo que es indispensable es que garanticen nuestros derechos y que lo hagan ya. Pero, ¿cómo hacerlo si todavía tenemos gente en la justicia que avala estas atrocidades? Ninguna víctima debería pagar los platos rotos de esas injusticias, de la ausencia de un Estado, del maltrato.
Estamos hartas de exigirnos libres en vida, hartas de que vivir sea una manifestación política, hartas de sobrevivir. Que obliguen a parir a una niña de 10 años es absolutamente imperdonable. Soledad Deza, fundadora de Mujeres x mujeres y abogada de la niña en cuestión, explicó a Página 12 que lo que comunicaron los medios tucumanos en relación al protocolo ILE no es verdad, que nada tiene que ver con la avanzada edad gestacional lo que ocurrió. “Esto es equivocado, ya que de haberse activado el protocolo eso no debiera haber sucedido”, dijo.

La Interrupción Legal del Embarazo (ILE) es un derecho. En Argentina todas las niñas menores de 13 años deben poder acceder a este derecho. Tucumán de nuevo no respetó la ley. ¿De verdad hace falta volver a explicar que la ILE y la IVE (interrupción voluntaria del embarazo) son derechos y que una nena de 10 años es una NENA y para nada una MADRE? ¿Cuántas veces más tenemos que explicar esto? ¿Cuántas?
Logramos validar la Ley de aborto legal, seguro y gratuito, sí… pero, como dije en mi última columna, aún queda un camino largo por transitar. La aplicación de la ley es otra historia y no podemos sacarle ni un ojo de encima para que paren de torturar niñas y mujeres.
Es indispensable que el Ministerio de Seguridad y la justicia encuentren y juzguen al abusador de la niña YA y que el Estado se haga responsable de esta tragedia.
Y en el mientras tanto, nosotras no vamos a parar hasta ganar el último de nuestros derechos. Porque el feminismo es eso: “La herencia que nos toca del rechazo de otras a vivir felizmente sus vidas” (Vivir una vida feminista, Sara Ahmed).
Por todas esas niñas y tantas más es que luchamos, por ellas es que no nos quebramos, por ellas aguantamos. Por ellas gritamos: niñas, no madres.
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