¿Giro a la ortodoxia?

Hasta ahora el Gobierno ha seguido el camino de la heterodoxia, no se ha preocupado por los equilibrios fiscal, monetario y cambiario. En las últimas semanas, por el contrario, se observó un intento de cambio rumbo

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La “ortodoxia” en economía se vincula con “equilibrios” fiscal, monetario y cambiario (EFE)
La “ortodoxia” en economía se vincula con “equilibrios” fiscal, monetario y cambiario (EFE)

Más allá de su vinculación a posiciones religiosas, el término “ortodoxia” remite a la política económica que se ajusta a los principios de la ciencia o que cumple sus normas o prácticas tradicionales, generalizadas y aceptadas por la mayoría de los economistas que conforman la profesión. En pocos términos, la “ortodoxia” en economía se vincula con “equilibrios” fiscal, monetario y cambiario.

El gobierno que asumió en diciembre de 2019 ha sido sumamente heterodoxo para enfrentar la crisis económica y sanitaria. En lo fiscal, si bien heredó una situación de relativo equilibrio fiscal primario, amplió el gasto con múltiples subsidios a diversos sectores de la economía, dejando una situación muy endeble de cara al 2021, con un desequilibrio fiscal primario de aproximadamente 10 puntos del PBI. Resulta difícil encontrar antecedentes a tamaño desequilibrio.

Sin acceso a colocar deuda, el Gobierno monetizó ese déficit y generó un desequilibrio monetario que transitoriamente puede resolver absorbiendo esos excedentes de dinero con emisión de Leliq, pero con riesgos de alta inflación y crisis cambiaria para el mediano plazo.

La cuestión cambiaria está ligada a la cuestión monetaria, y si bien el tipo de cambio al momento de asumir parecía de equilibrio (en palabras del propio Presidente), la crisis económica y sanitaria, más el desequilibrio fiscal y monetario, dejan una serie de problemas para los próximos meses que seguramente impactarán en el tipo de cambio nominal.

Resumiendo, la heterodoxia del Gobierno se puede observar en un fuerte déficit fiscal, monetario y cambiario, más allá de que ciertos analistas lo justifiquen por la situación sanitaria, enfrentada con la polémica política de cuarentena universal, que recortó la actividad económica y el empleo, impactando negativamente en la recaudación de impuestos.

El rumbo natural de los acontecimientos empieza a cambiar, no porque el Gobierno haya hecho mucho, sino porque pareces haber tocado fondo. El segundo trimestre mostró la mayor caída de actividad, impactando en un desempleo estimado en 29% para mitad de año. Pero de ahí en adelante, en la medida que las medidas de cuarentena universal se empezaron a flexibilizar, la economía inició un rebote que se replicó prácticamente en todas las economías del mundo. De ese piso del segundo trimestre, sí, la Argentina está mejor; pero comparado con diciembre de 2019, o mejor aún cotejado con marzo de 2018 que fue el último pico de actividad, Argentina aún tiene mucho espacio para recuperar.

El rumbo natural de los acontecimientos empieza a cambiar, no porque el Gobierno haya hecho mucho, sino porque pareces haber tocado fondo

Estas últimas jornadas recibieron algunas buenas noticias a nivel global. Algunos laboratorios empiezan a mostrar cierto éxito en el desarrollo de una vacuna que podría resolver en el mediano plazo la cuestión sanitaria. Los mercados bursátiles europeos mostraron cierto optimismo.

A su turno, la economía global también muestra un rebote acelerado con generación de empleo, en la medida que se van flexibilizando y en algunos casos desmantelando por completo las restricciones por cuarentena.

Los precios de las materias primas empiezan a recuperar, y en algunos casos alcanzan picos superiores a los vistos en los últimos años, lo que puede contribuir a recuperar cierto optimismo en relación con las divisas que se pueden adquirir vía exportaciones.

Cambios solo parciales

Por el lado de Argentina, sí, hubo una buena señal (fundamental quizás) en detener las tomas de tierras. Un aspecto institucional clave que generó cierto optimismo en el mercado de que Argentina no será Venezuela, pero pregunto: ¿Tan bajo se ha caído para pensar que esto es un giro a la ortodoxia?

Bien, no es solo eso. El Gobierno ofreció un Presupuesto 2021 que plantea reducir prácticamente a la mitad el desequilibrio fiscal basado en una mejora en la recaudación (natural por flexibilizar cuarentenas y recuperar actividad), y por recortar parcialmente el IFE pues ya no se justificaría con la nueva realidad. Pero aun si se cumpliera -lo que muchos dudan por el año electoral-, aun persiste un déficit fiscal de 4,5% del PBI que será necesario monetizar.

hubo una buena señal (fundamental quizás) en detener las tomas de tierras. Un aspecto institucional clave que generó cierto optimismo en el mercado de que Argentina no será Venezuela
hubo una buena señal (fundamental quizás) en detener las tomas de tierras. Un aspecto institucional clave que generó cierto optimismo en el mercado de que Argentina no será Venezuela

Alguien dirá que no necesariamente habrá que monetizar, porque el Gobierno ahora giró hacia el mercado de deuda, y coloca bonos -con atractivos rendimientos en dólares- que permite calmar al mercado cambiario. Bonos en dólares para formar reservas y bonos en pesos para absorber aquellos excedentes que podrían continuar demandando las divisas.

Al mismo tiempo, presentó un proyecto de cambio de la fórmula jubilatoria, y sí, eso puede generar cierto ahorro fiscal en 2021 comparado con la fórmula anterior, pero también hay que señalar que la fórmula de actualización no parece ser muy ortodoxa, si se tiene en cuenta que ningún país del mundo administra las pensiones de ese modo.

Por último, el FMI visitó la Argentina y presiona para que la Argentina resuelva de una vez el desequilibrio fiscal, monetario y cambiario, avanzando en una serie de reformas laboral, previsional e impositiva, que además incluya una reforma integral del Estado. Ese camino es el único que podría darle a la Argentina la posibilidad de evitar un nuevo default cuando inicie el próximo gobierno en 2023. Pero esta es una agenda que el ministro Martín Guzmán quiere evadir, y que dificultará el acuerdo.

El FMI visitó la Argentina y presiona para que la Argentina resuelva de una vez el desequilibrio fiscal, monetario y cambiario, avanzando en una serie de reformas

En síntesis, no hay un giro a la ortodoxia por parte del gobierno. Se tocó fondo en el segundo trimestre, y rebotó parcialmente la actividad a medida que la cuarentena universal se fue flexibilizando. Seguirá esa tonificación en 2021, y seguramente habrá “recuperación”, pero no “crecimiento” por muchos años.

La cuestión fiscal sigue siendo muy grave, aun con el cambio de la fórmula jubilatoria que deja en la miseria a millones de pensionados.

La cuestión monetaria es una bomba de tiempo, y será más grave aun con la monetización de 2021 cuya magnitud hoy no se puede precisar.

La cuestión cambiaria, si bien muestra una calma transitoria por la conjunción de los factores señalados, será muy difícil de sostener con el correr de los meses, pues mantener los excedentes de pesos en Leliq tiene un costo económico que el Gobierno no puede pagar, y que irá agravándose por su propia fórmula de “bola de nieve”.

Un acuerdo con el FMI parece importante en esta Argentina. Pero eso sí requerirá, parece, un giro a la ortodoxia que -por ahora- el Gobierno no desea dar.

El autor es economista, profesor de Eseade

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