Por qué Néstor Kirchner fue el peor presidente que tuvo la democracia

Al cabo de diez años de su muerte, quizás empiece a haber distancia como para debatir, como propone el actual Presidente, sobre el rol que jugó Néstor Kirchner en la política argentina

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Néstor Kirchner asumió en mayo de 2003
Néstor Kirchner asumió en mayo de 2003

A principios de octubre, Infobae publicó un artículo del presidente Alberto Fernández, donde sostuvo: “Para mí, Néstor fue el mejor presidente que tuvo la democracia”.

Después de un relato anecdótico de cómo Kirchner llegó al poder, el actual Presidente marcó los tres hitos que definen que, “para él”, Néstor ocupa ese lugar privilegiado: la reformulación de la Corte y la justicia, los derechos humanos, y el tema de la deuda vinculado a la producción y el empleo.

Al cabo de diez años de su muerte, quizás empiece a haber distancia como para debatir, como propone el Presidente, sobre el rol que jugó Néstor Kirchner en la política argentina.

Cinco son los hitos que marcarían a Kirchner como el peor presidente:

-El despilfarro de los recursos del ciclo de precios altos de los commodities: durante la gestión de Kirchner, al igual que otros países de la región, la Argentina se vio beneficiada con altos precios de exportación. Es lo que hizo posible los superávit presupuestario y externo. Fue un momento ideal para ahorrar en un fondo anti cíclico que permita, por un lado, evitar la sobrevaluación de la moneda y por el otro preparar al país para la inevitable reversión del ciclo o para otras contingencias externas como la actual pandemia. Chile y Perú son ejemplos de esa actitud previsora. El exceso de recursos fiscales no se destinó a inversiones o a liberar a las actividades productivas de impuestos distorsivos para aumentar el empleo, la formalización de empresas y su competitividad, sino a aumentar gastos públicos permanentes, que consolidaron un aparato estatal insostenible.

-La inflación: después de la década de la convertibilidad, el país había perdido la memoria inflacionaria. Por eso, después de la devaluación que siguió al colapso del uno a uno, la economía se estabilizó con una inflación de un dígito. La decisión de volver a la inflación fue deliberada: a falta de memoria inflacionaria, aumentos salariales y gastos insostenibles generaban una ilusión de riqueza, que podía tener impacto electoral, pero que fue una estafa a la población.

-La intervención del Indec: en tiempos de Kirchner, la mentira se convirtió en política de Estado. No solo se mintió con los índices de precios, también se exageró el crecimiento del PBI, lo que obligó al país a pagar de más en los títulos de deuda que incluían cláusulas de ajuste según el crecimiento del PBI. La decisión de mentir con las cifras de inflación confirman el carácter deliberado de la decisión de inflacionar la economía.

-Apropiación de los derechos humanos: al cabo de los horrores de la dictadura y el juicio a las juntas, los derechos humanos eran considerados valores universales y había un consenso que abarcaba a todas las fuerzas políticas y sociales. No existía una idealización de las organizaciones guerrilleras, ya que la sociedad repudiaba todo tipo de violencia. Kirchner trasmitió un mensaje que podría sintetizarse de la siguiente manera: los “compañeros” guerrilleros de la década del setenta fueron defensores de los derechos humanos y del pueblo. El pueblo somos nosotros, y por lo tanto los derechos humanos son nuestros, y todo aquel que no esté con nosotros es enemigo del pueblo y de los derechos humanos.

-Reapertura de la grieta en la sociedad: este es quizás el peor de los legados de Kirchner. En la democracia previa a ese presidente, las diferencias políticas no estaban ideologizadas. Nadie tenía la pretensión de ser el pueblo ni de estigmatizar a un supuesto anti pueblo. En el colmo de inventar enemigos, Néstor Kirchner –ya como presidente consorte- llegó al extremo de identificar al sector agropecuario con “los grupos de tareas” o “los comandos civiles”.

Los cinco hitos mencionados pesan en el presente argentino y dificultarán el futuro:

-La consolidación de niveles de gasto insostenibles impide el acceso al crédito internacional y la inexistencia de un fondo anti cíclico limita la capacidad pública para enfrentar la pandemia.

-La destrucción de la moneda destruyó toda posibilidad de contar con un mercado de crédito para el crecimiento de la economía y –en la emergencia- contar con otro instrumento para enfrentar la crisis sanitaria.

-Una vía posible de financiamiento público son los activos indexados. Pero esa vía se ve limitada mientras dure la memoria de la intervención al Indec.

-La apropiación de los derechos humanos, además de polarizar a la sociedad, impide tener una postura internacional creíble. La Argentina no es reconocida por sus valores sino por la ideologización de su posicionamiento internacional.

-Quizás lo peor: reaviva dicotomías latentes en la sociedad y da rienda suelta a una ideologización de las políticas públicas, donde priman las creencias sobre las evidencias y se impide la formulación de políticas de Estado con visión de largo plazo.

Queda otro posible resabio del peor presidente de la democracia: la impunidad frente al robo de dineros públicos. Dependiendo del comportamiento del Poder Judicial sabremos si esa posibilidad se convierte en otro lamentable legado.

El autor es miembro del Club Político Argentino

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