Reproducción asistida y COVID-19: la nueva espera de los que esperan

Compartir
Compartir articulo
El deseo de tener un hijo en la sociedad contemporánea excede el vínculo heterosexual
El deseo de tener un hijo en la sociedad contemporánea excede el vínculo heterosexual

Las sociedades de medicina reproductiva alrededor del mundo vienen emitiendo recomendaciones desde que la pandemia tocó sus territorios. Argentina no es la excepción. La Sociedad Argentina de Medicina Reproductiva (SAMeR) estuvo publicando una serie de documentos sobre recomendaciones en contexto de pandemia, muchas de ellas en consonancia con las que se emiten en Europa, por ser ese continente el primero en ganar experiencia al recibir la oleada de infectados antes que Latinoamérica.

Estas recomendaciones versan sobre los cuidados de prevención generales y otras más específicas y técnicas, como protocolos de seguridad en salas de espera y laboratorios.

Actualmente se practica la teleconsulta médica pero en reproducción asistida a la hora de hacer tratamientos resulta imposible mantener el distanciamiento social: el cuerpo es el protagonista. Teniendo en cuenta esta situación, el ministerio de Salud de la Nación recomendó realizar técnicas relacionadas a la fertilidad y su preservación sólo en algunos casos.

Estos casos son:

- Criopreservación de óvulos o semen para pacientes con reserva ovárica disminuida y para pacientes oncológicos con quimioterapia, radioterapia u otra situación que lo requiera.

- Procedimientos de reproducción asistida FIV/ICSI en pacientes con reserva ovárica disminuida o comprometida, edad reproductiva avanzada, falla ovárica prematura, otras causas graves de infertilidad u otras condiciones de cronicidad.

- Sugieren considerar transferencia de embriones al útero frescos o criopreservados según criterio médico razonable.

Para estos pacientes, a las dificultades conocidas para lograr el embarazo ahora se le suman dificultades impensadas producto de la pandemia. El factor tiempo es una de las variables más difíciles de sobrellevar en fertilidad. Todas las instancias requieren de largas esperas que generan mayor ansiedad. Para ellos y para ellas, el deseo de ser padres es impostergable y la pandemia los obliga a esperar a que las nuevas normativas los incluyan. Desde el plano vital y emocional, el proyecto de tener un hijo/a es vivido como una urgencia y esta nueva realidad suma más incertidumbre a la incertidumbre que de por sí tiene la apuesta a lograr el embarazo con la ayuda de las técnicas de reproducción humana asistida.

Respecto a transferir o no embriones al útero de la paciente, la información relevante a la hora de tomar la decisión será la relacionada a los efectos del virus sobre gametos (óvulos y espermatozoides) y embriones.

Existen trabajos de investigación en curso, pero la información científica disponible resulta ser muy dinámica. Lo cierto es que al momento de la edición de esta nota, las publicaciones de SAMeR hablan de la falta de reporte de transmisión vertical (madre-futuro hijo) debido a que no hay trabajos concluyentes pues no han sido suficientemente estudiadas las gestaciones; y la mayoría de los nacimientos observados fueron por cesárea, donde hay más control para evitar contagios. También prevalece la falta de reportes sobre evidencia de efectos teratógenos; y que si bien no existe evidencia de que la mujer embarazada sea más receptiva al virus, sí alertan que en casos de infección, los síntomas pueden ser menos tolerados durante la gestación y algunos tratamientos en pacientes severamente afectadas pueden estar contraindicados en el embarazo.

El aspecto dinámico y novedoso de dichos datos genera inseguridad y en algunos casos también temor. El coronavirus impacta sobre el cuerpo y aún nadie sabe cómo controlarlo. El Estado y las instituciones científicas han recomendado posponer los tratamientos de reproducción asistida definidos como no urgentes. Los pacientes nuevamente sienten que han perdido la posibilidad de elegir cuándo, cómo y de qué modo lograr el embarazo. Algo parecido al experimentar el diagnóstico de infertilidad. En estos casos tarde o temprano la desesperación asoma: los tiempos nuevamente no coinciden con los planeados.

En relación a los gametos, no hay datos específicos disponibles y no se ha verificado que espermatozoides, ovocitos y embriones tengan, o no, receptores para COVID-19 (es decir que el virus encuentre la forma de ingresar a los gametos o embriones). A pesar de esto, estiman que la contaminación viral en laboratorio probablemente sea mínima, debido a los protocolos de cuidados sanitarios que diluirían los posibles contaminantes. Por lo tanto, cada paciente deberá recibir toda la información disponible en la consulta médica para luego tomar la decisión de realizar o no el tratamiento, si es posible.

Lo que ocurre dentro del laboratorio es uno de los momentos más soñados. Se obtienen las gametas o células reproductivas. En el trabajo dentro del laboratorio por fin se logra lo que dentro del cuerpo pareciera no haber sido posible: la fecundación. Allí las células son evaluadas y observadas. Es por eso que, desde el plano psicológico, la característica extra corpórea de las técnicas reproductivas generan ilusión de dominio y control sobre el propio cuerpo.

¿Se están haciendo tratamientos?

Gracias a los diferentes reportes desde los centros de reproducción asistida del país hacia SAMeR, dada la diversidad regional en términos epidemiológicos (zonas donde existe menos prevalencia de infectados e índices de contagios muy dispares) y la heterogeneidad entre las características de los centros, resulta para esa Sociedad, difícil homogeneizar protocolos para una reactivación gradual de los tratamientos, por lo que establecieron tres fases cuyas activaciones dependen de cada centro, siguiendo también las recomendaciones de las autoridades sanitarias del país.

Es por eso que hoy en día se pueden apreciar marcadas diferencias sobre qué servicios están activos en los diferentes centros del país. En relación a los tratamientos de baja complejidad y gametos donados, existe una prevalencia en la decisión de activar solo lo urgente y no tomar muestras de donantes sino la de ofrecer gametos previamente criopreservados, usar quirófanos solo para pacientes “en ciclo” o transferencias.

Es probable que frente a este nuevo escenario emerjan emociones (agotamiento, desesperanza, aislamiento, enojo, ansiedad, impotencia, etc) sobre el sentimiento de angustia que de por sí trae la pandemia frente a la imposibilidad de continuar con nuestros planes.

En la medida en que los pensamientos comandados por la incertidumbre, la angustia y estas emociones puedan ser puestas en palabras permitirán su operatividad. Abordar el sufrimiento en la consulta psicológica con un especialista mediante la palabra es central: nombrar permite reconocer, distinguir, elaborar y reacomodar para poder continuar el camino.

Todo indica que la normalidad está en espera: poco a poco se va reactivando la actividad, aunque muchos aún deben seguir esperando en sus propias esperas.

Durante el mes de junio se celebra en todo el mundo el mes internacional del Cuidado de la Fertilidad.

El objetivo de las campañas es concientizar a la población sobre el cuidado de fertilidad y sus posibles efectos en la planificación reproductiva en un contexto de decisión informada, promoviendo la importancia de la prevención primaria con un enfoque multidisciplinario, ya que los aspectos mentales, emocionales, sociales y físicos inciden en su desarrollo.

Existen una serie de cuestiones a tener en cuenta cuando se piensa en el cuidado de la fertilidad:

-El tiempo es el peor enemigo de la fertilidad: es muy importante tener en cuenta el reloj biológico de la mujer y considerar el período de mayor fertilidad para la búsqueda del embarazo. Existe una relación directa entre edad y procreación. A partir de los 35 años se evidencia un descenso de la calidad de ovocitaria y existe mayor riesgo de aborto espontáneo.

-Usar preservativo siempre para evitar la transmisión de enfermedades sexuales.

-Vacunarse contra la hepatitis B y el HPV.

-Realizar el control ginecológico anual desde la adolescencia o desde el inicio de la actividad sexual. El chequeo es básico porque ayuda a detectar o controlar distintas afecciones ginecológicas.

-Consultar sobre trastornos en la menstruación y desarreglos hormonales.

-El consumo de alcohol, tabaco y drogas disminuye la calidad ovocitaria y espermática.

-Controlar el peso y evitar los trastornos en la alimentación: tanto el sobrepeso como la anorexia nerviosa tienen importante incidencia en los problemas reproductivos.

-Alta temperatura testicular disminuye la calidad del semen.

-Complicaciones relacionadas con abortos, también pueden ser causales de infertilidad.

-Detección de factores hereditarios: menopausia precoz, trombofilia, etc.

-Mujeres con antecedentes de cirugías ginecológicas o enfermedades autoinmunes deben consultar a un especialista en fertilidad.

-Varones que hayan tenido paperas, varicocele o testículos no descendidos se recomienda que consultan ni bien decidan buscar un embarazo.

Laura Wang es psicóloga especialista en Reproducción Asistida y Directora Académica de la Diplomatura en Reproducción Asistida de la Universidad de Belgrano. Directora del Departamento de Psicología del IFER. Ex integrante del equipo de la Coordinación Nacional de Reproducción Médicamente Asistida del Ministerio de Salud de la Nación. Se desempeña como psicóloga clínica atendiendo y asesorando a pacientes con dificultades reproductivas.

Maru Pesuggi es licenciada en Administración, comunicadora y autora del libro ¡Que me parta un Milagro! - la búsqueda de un hijo que parece inconcebible.