La Argentina que viene

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Cristina Kirchner y Alberto Fernández
Cristina Kirchner y Alberto Fernández

Estamos frente a un tiempo crucial para nuestra querida República Argentina.

No se trata sólo de imponer una posición política por sobre otra.

El pueblo argentino se expresará en las elecciones a fines de octubre y eso determinará quién va a gobernar durante los próximos cuatro años.

Si bien soy parte de una de las dos fuerzas políticas que podrían ser elegidas, esta vez no es eso precisamente lo importante. O al menos no es lo más importante. Lo que se encuentra en juego es qué modelo de país vamos a adoptar.

Estamos convencidos de que somos quienes más genuinamente podemos aportar experiencia de gestión, reconociendo nuestros errores, para sacar a nuestra Argentina de esta crisis.

Es tiempo de unidad nacional. No es tiempo de enfrentamientos.

Es tiempo de consensos. No es tiempo de descalificaciones, de sembrar miedos, de agravios.

Es tiempo de convocar. No es tiempo de estigmatizar.

Y es tiempo de renunciamientos, de resignar posiciones personales, que son respetables, entendibles, pero que siempre son individuales.

Por eso, es crucial este tiempo. Porque se trata de elegir entre auspiciar el individualismo de la meritocracia extrema (que siempre termina en indiferencia, en discriminación o hasta en desprecio) u optar por el abrazo fraterno, por el abrazo sincero y por la solidaridad. Porque como dijo el General Perón: "…nadie se realiza en una comunidad que no se realiza en su conjunto".

Eso es lo que está en juego, nada menos.

Nosotros, los que integramos el Frente de Todos, hemos llegado a esta instancia derrotando prejuicios y deseos personales, dejando atrás recriminaciones y desencuentros. Y en ese proceso de escucharnos para poder ponernos de acuerdo entendimos que era indispensable aprender de los errores y sin dejar de ser nosotros mismos. Ser distintos, ser mejores.

No tenemos un discurso sobre la unidad. Construimos la unidad. No predicamos convocar a todos. Los convocamos. No nos mostramos como amplios. Lo somos. No decimos que debe haber renunciamientos. Los hicimos.

Quizás algunos aspiraban a dar la lucha desde otros lugares, pero prevaleció la voluntad de construir una Argentina de todos, con todos y para todos. Y actuamos como fuerza política en consecuencia.

El ejemplo de Cristina nos conmovió a todos. Actuamos cada uno en ese sentido, desde nuestras posibilidades. Ocupamos el lugar que entendimos que las necesidades del bien común nos reclamaban que ocupáramos.

Y así, con Alberto como nuestro mejor candidato para ser el Presidente, llegamos a esta enorme esperanza de poder mejorar la vida de todos.

Por eso, es crucial este tiempo. Porque después de ver tantos modelos de país, finalmente nos dimos cuenta de que un "país modelo" sólo es posible si todos ponemos lo colectivo por sobre lo individual. No se trata de borrar las individualidades, sino de vivir "el tránsito del yo al nosotros" que Juan Domingo Perón tan bien plasmó en su obra Comunidad organizada.

Es imprescindible que así sea. Cabe recordar las palabras del presidente John Fitzgerald Kennedy sobre su país en momentos de profunda división: "Esta nación fue fundada por hombres de muchos países y procedencias. Se fundó basándose en el principio de que todos los seres humanos son creados iguales, y de que los derechos de cada ser humano se ven reducidos cuando se amenazan los derechos de uno solo de ellos".

Por eso, si somos los elegidos para gobernar, lo haremos para todos. Sin excluidos.

El autor es diputado nacional y candidato a intendente de La Matanza