Trabajar para una app en Argentina: una primera radiografía

Javier Madariaga

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Uno de los temas más debatidos en los últimos años acerca del mundo del trabajo es la incidencia de las nuevas tecnologías. Entre miradas distópicas y utópicas, ante la falta de datos, la discusión suele discurrir en el terreno de la especulación. Argentina no es la excepción. El trabajo en plataformas está invisibilizado en las estadísticas oficiales y no existen estudios exhaustivos que den cuenta de la realidad de los trabajadores que realizan su actividad por medio de una app. Es por eso que la investigación que llevamos adelante CIPPEC, BID Lab y OIT parte de una pregunta tan básica como difícil de responder: ¿cómo es trabajar para un app en Argentina?

La investigación, que ya se puede descargar de manera gratuita, empieza con la descripción de las nuevas modalidades de trabajo a través de plataformas digitales y define diferentes categorías, evidenciando la complejidad y la heterogeneidad de un fenómeno dinámico y global. El mercado laboral argentino cambió significativamente en los últimos años. Se redujeron las tasas de actividad y empleo —sobre todo entre los más jóvenes— y casi un 30% de los ocupados realiza alguna forma atípica de trabajo.

Además, ante la falta de evidencia, decidimos realizar un relevamiento a gestores de plataformas presentes en Argentina. Una aproximación al dimensionamiento del fenómeno indica que el conjunto de usuarios-proveedores de servicios en plataformas que han generado ingresos equivale al 1% del total de ocupados del país, es decir que todavía es un fenómeno incipiente pero con un crecimiento acelerado. Esa cifra incluye realidades muy diferentes, que van desde el joven que reparte mercadería en bicicleta hasta un ingeniero informático que realiza tareas para un cliente en Europa.

Otra pregunta que busca responder el estudio es cómo se compone el universo de los trabajadores de plataformas. Para ello, llevamos a cabo la primera Encuesta a Trabajadores de la Plataformas (ETP), que aborda distintas dimensiones del fenómeno: aspectos socioeconómicos y demográficos de los trabajadores, motivaciones, trayectorias y condiciones laborales en general. La ETP revela que, aunque existen diferencias al desagregar por plataformas, en general los encuestados son jóvenes, varones, poseen un nivel educativo superior al de los ocupados tradicionales y más de un 20% son migrantes recientes.

Además, la encuesta revela tres puntos claves acerca del vínculo de los trabajadores con la plataforma: que este tipo de trabajos no funciona como puerta de entrada al primer empleo, que para la mayoría de los encuestados su trabajo en la plataforma es su principal fuente de ingresos y que aproximadamente dos tercios trabaja 40 horas semanales o más por medio de la aplicación. Otro hallazgo destacable de la investigación es que dos tercios de los encuestados se encuentra satisfecho con su trabajo en la plataforma, incluso teniendo en cuenta que alrededor de la mitad no cuenta con los derechos laborales básicos propios del sistema laboral argentino.

La investigación, además, plantea el problema de la clasificación del vínculo entre trabajadores, plataformas y clientes. En efecto, los criterios tradicionales no alcanzan para encuadrar completamente estas modalidades de trabajo y se ponen en tensión tres posiciones. Mientras que la mayoría de las plataformas insiste en reconocer a los trabajadores como independientes o socios, otra postura sostiene que las plataformas deben adecuarse a los marcos regulatorios existentes. Una tercera mirada apunta a la creación de categorías específicas, como la de contratista dependiente.

El trabajo en plataformas representa una oportunidad tanto para la creación de puestos de trabajo como para la mejora de productividad y las condiciones laborales. No obstante, también representa un riesgo de que este tipo de trabajo contribuya a profundizar y a acelerar procesos de precarización laboral y pérdida de calidad en los empleos.

Con el fin de potenciar esas oportunidades y mitigar los riesgos, delineamos acciones a llevar adelante desde el Estado en el corto y mediano plazo, tales como cerrar las brechas regulatorias que producen incertidumbre a gestores y a trabajadores de plataformas; reconocer la reputación digital como capital portable de los trabajadores; e incorporar a las estadísticas oficiales categorías que visibilicen el trabajo en plataformas. Creemos que es fundamental que estas políticas se den a partir de un proceso participativo que involucre a los usuarios, a los trabajadores y a los gestores de las plataformas.

Las soluciones regulatorias deben contemplar las particularidades de cada plataforma y la velocidad del cambio tecnológico y de los modelos de negocio. Frente a la disrupción tecnológica, necesitamos un nuevo contrato social que garantice un piso de derechos laborales y protección social para todas las personas que trabajan.

El autor es coordinador del Programa de Ciudades del Centro de Implementación de Políticas Públicas para la Equidad y el Crecimiento (CIPPEC).