Desde el 17 de marzo de 1992 una herida sigue abierta y no se ha cerrado hasta hoy. Aquella calurosa tarde, me encontraba fuera del país por razones laborales pero recuerdo la angustia que sentí al enterarme del atentado a la sede de la Embajada de Israel en Argentina, el primero en nuestro país por motivos religiosos.
Estos 26 años que pasaron estuvieron llenos de dolor y de tristeza por la pérdida de quienes ya no están, pero también de una incansable búsqueda de justicia y de verdad. Lo sé porque no he dejado de acompañar, a cada paso, el reclamo de víctimas y familiares.
Este mismo compromiso que asumí apenas conocí la noticia es el que compartimos desde el gobierno, trabajando incansablemente por mantener viva la memoria de las víctimas del terrorismo y por promover y garantizar los derechos a todos los argentinos. Así lo han entendido los funcionarios de la Embajada con quienes trabajamos en conjunto para la realización del acto de conmemoración que por primera vez será en el Espacio Memoria y Derechos Humanos, más precisamente en el Archivo Nacional de la Memoria. Allí nos encontraremos para rendir homenaje a quienes ya no están y para renovar nuestro pedido de justicia, hasta ver a los responsables cumpliendo condena.
El terrorismo fundamentalista internacional que provocó muerte, dolor y daño a civiles e inocentes es un flagelo con el que lamentablemente nos hemos acostumbrado a vivir en todos los rincones del mundo y frente al que debemos pronunciarnos. Es necesario entender que sólo a través del diálogo se construyen sociedades pacíficas y que debemos ponderar cada uno desde nuestro lugar el respeto a la vida y a la libertad como valores insustituibles. En mi rol de ciudadano, como miembro de la comunidad judía y también, en mi función de Secretario de Derechos Humanos y Pluralismo Cultural de la Nación, quiero expresar mi más enérgico repudio a cualquier acto terrorista, no importan los motivos en los que se fundamente.
El atentado, que les arrebató la vida a 29 personas y dejó cientos de heridos, es todavía hoy un tajo profundo en el corazón de la sociedad, porque la Justicia no supo dar las respuestas necesarias a tiempo, y estoy convencido que también es esa impunidad la que preparó el escenario para el atentado que sufrimos, dos años más tarde, en la sede de la AMIA, con 85 víctimas más.
En el medio de tanta oscuridad, es necesario destacar la sanción de la ley 27.417, que declara al 17 de marzo como el "Día de la Memoria y Solidaridad con las Víctimas del Atentado contra la Embajada de Israel" y establece que esta tragedia forme parte de la currícula escolar, fortaleciendo así el debate y el ejercicio de la memoria.
Quiero invitarlos a reflexionar sobre este triste capítulo de nuestra historia, dejando de lado los antagonismos y trabajando por una sociedad que se cimiente en la paz y el respeto por el otro. Creo que ese es el mejor homenaje que podemos brindarles a quienes murieron en aquella tarde de verano que aún hoy recuerdo.
* Secretario de Derechos Humanos y Pluralismo Cultural de la Nación