Gestionar emociones para decidir mejor: una mirada interna aplicada a la logística moderna

Manu Colombo, creador del método que integra coaching ontológico y mirada sistémica, plantea que comprender la emocionalidad, hacer pausas conscientes y revisar creencias internas promueve mejores resultados

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Manu Colombo es creador del
Manu Colombo es creador del método que integra coaching ontológico y mirada sistémica (Foto: Movant Connection)

“La emoción que aparece frente a un conflicto nunca es casual: debajo hay un pensamiento, una creencia”, comenta Manu. En esta nota, explica cómo la gestión emocional, la claridad interna y el bienestar impactan en la toma de decisiones y en la efectividad operativa en sectores demandantes como la logística y el comercio exterior.

¿Qué generó tu interés por el coaching ontológico y el concepto de “mirada sistémica”?

En mi caso fue un llamado muy íntimo. Yo fui criado por coaches ontológicos y consteladores, así que esas conversaciones me acompañaron desde chico. Después estudié Relaciones del Trabajo y trabajé muchos años en recursos humanos. Pero llegó un momento en el que empecé a entrar a la oficina y escuchar siempre lo mismo: “¿por qué a él sí?”, “¿por qué a mí no?”, “esto es injusto”, “acá nadie me ve”… y algo en mi corazón dijo basta.

Yo también lo vivía distinto y pensé: si yo puedo vivir esto de otra manera, puedo acompañar a otros a que también lo hagan. Ahí se activaron memorias de mi infancia, mis preguntas existenciales, mi curiosidad por entender por qué las personas reaccionan como reaccionan cuando la vida son, simplemente, hechos. La diferencia la hace la interpretación.

Cada persona desea una vida, pero muchas veces no puede acercarse a ella porque hay algo invisible que la ata: mandatos, creencias, movimientos emocionales heredados. Eso me llevó a formarme con los mejores referentes, a escribir sobre eso y a acompañar a la gente a mirar aquello que no ve, para recuperar libertad interna.

¿Por qué se vincula todo esto con la logística, un rubro tan orientado a la acción y los resultados?

Justamente por eso. En logística no hay tiempo que perder, pero sí hay mucho que ganar si trabajamos desde un nivel más alto de conciencia. Las emociones son pura energía. Si no sabés en qué emocionalidad estás, no sabés con qué energía contás para alcanzar tus objetivos.

Una persona puede querer crecer, aportar, liderar… pero si su emocionalidad no acompaña, no llega. Conocer ese caudal interno es indispensable en sistemas complejos, donde la presión, la urgencia y la resolución de conflictos son constantes.

¿Qué rol cumple la autoconciencia en este tipo de sistemas tan complejos?

Es absolutamente clave. En logística uno está resolviendo problemas todo el tiempo, muchas veces en horarios atípicos, y si no sos consciente de cómo estás —emocional, corporal y cognitivamente— es muy difícil que tomes decisiones acertadas. La emoción que aparece frente a un conflicto nunca es casual: debajo hay un pensamiento, una creencia.

"El estrés se manifiesta como
"El estrés se manifiesta como cervicales tensas, dolores lumbares, falta de aire, sensación de agotamiento permanente", comenta Manu (Foto: Shutterstock)

Si el pensamiento es “esto es imposible, siempre hay interferencias, nunca lo logro”, tu emocionalidad se dispara hacia un lugar que te limita. Si el pensamiento es “todavía no tengo los recursos, pero puedo adquirirlos y resolver esto”, la emoción cambia, el cuerpo se dispone distinto y la acción también. Por eso ampliar conciencia no es algo “espiritual” ni abstracto: es entender qué te pasa por dentro para poder operar mejor afuera.

En logística mucha gente cree que la forma más práctica de avanzar es “resolver, resolver, resolver”. Pero resolver siempre desde el mismo nivel de conciencia te lleva al mismo resultado. A veces la pausa, el entrenamiento interno, la pregunta sobre qué te está pasando es lo que te habilita respuestas más creativas y, sobre todo, más saludables. La conciencia evita que vuelvas a casa cargado de ira, ansiedad o frustración por algo que podría haberse gestionado distinto.

¿Qué emoción creés que más se reprime en el ámbito profesional y cómo impacta en el cuerpo?

El enojo. Lejos. El enojo está muy ligado a la sensación de injusticia: “a otro le reconocen más”, “él sí tiene beneficios”, “mi jefe lo ve a él y no a mí”… Pero pocas veces se observa qué estoy poniendo yo sobre la mesa para recibir eso que reclamo.

Cuando ese enojo se reprime, se convierte en estrés. Y el estrés se manifiesta como cervicales tensas, dolores lumbares, falta de aire, sensación de agotamiento permanente. Mucha gente cree trabajar “bajo presión”, pero la presión son ellos mismos. Hay otras formas de trabajar. La energía del enojo, si se pone en palabras y se orienta a la acción, puede transformarse en fuerza creativa.

Para lograr justicia en una organización primero tengo que poner algo: desarrollar habilidades, convertirlas en competencias y—muy importante—hacerlas visibles. No sirve crecer internamente si no ofrecés tu valor de manera explícita.

¿Qué recomendás como práctica concreta para quienes trabajan en comercio exterior y logística?

Tomar pausas. Pausas conscientes. No hablo de ir a tomar un café para “despejarse”, sino de pausas con una pregunta: ¿qué estoy sintiendo?, ¿qué me está pasando?, ¿qué necesito transformar en mí para volver a mi eje?

Esa pausa activa te lleva a una respuesta interna y esa respuesta te lleva a una acción distinta. A veces cinco minutos de conciencia evitan cinco horas de malestar o cinco días de carga emocional acumulada. Las pausas sostienen la salud emocional y permiten que la acción posterior sea más clara, más liviana y más efectiva.