
“Clasificar bien evita problemas posteriores: costos extras, mercaderías prohibidas o demoras”, afirma Joel. En esta entrevista, recorre los desafíos de importar bienes de capital, el rol del conocimiento técnico en la eficiencia documental y el impacto de los recientes cambios en las reglas de juego.
¿Qué particularidades presentan las operaciones que involucran máquinas y cuáles son las partes más críticas?
Hoy por hoy, cuando una empresa importadora decide traer una máquina o un bien de capital, lo principal a tener en cuenta es qué tipo de maquinaria es, qué función cumple y para qué se la va a usar. También si se comercializará o si será un agregado de valor a la industria de la empresa importadora.
Muchas veces las máquinas vienen acompañadas de kits de repuestos o accesorios, y ahí hay que definir qué rol cumplen. Puede ser maquinaria vial, autoelevadores, equipos industriales. Lo importante es entender la función dentro de la industria a la cual se destina y si los repuestos que llegan junto a la máquina son accesorios o constituyen productos con clasificación propia.
Muchas veces creemos que son partes integradas a la máquina, pero en realidad cumplen una función independiente y por eso se clasifican distinto. Eso genera otra posición arancelaria, con tributos y requisitos propios.
Por ejemplo, una bomba industrial puede traer un tornillo, pero ese tornillo también puede ir en otra aplicación, entonces deja de ser una simple parte. Cambia el régimen y la posición arancelaria, con un impacto en los costos de importación.
¿Cómo modifica esa situación la operatoria de importación?
Ahí entra en juego la clasificación arancelaria correcta. Esto implica determinar la nomenclatura común (NCM) que corresponde y con eso saber el costo, las intervenciones que pueda tener y si requiere certificaciones de terceros organismos como INTI o la Secretaría de Industria.
En algunos casos también se evalúa si está en contacto con alimentos o medicamentos. Entonces, el despachante tiene que avisar al importador: “Podés traer este producto, pero primero pedile a tu proveedor tal certificado para que podamos tramitarlo y liberarlo”. Clasificar bien evita problemas posteriores: costos extras, mercaderías prohibidas o demoras.
¿Qué rol juega el conocimiento técnico del producto en la eficiencia aduanera y documental?
El conocimiento técnico es un plus esencial. Todos los despachantes podemos asesorar en distintos rubros, pero con el tiempo uno se especializa en algunos. Se empieza a saber de memoria qué preguntas hacer y cómo interpretar lo que muestra un manual o un video del proveedor.
Muchas veces hay que determinar si lo que llega es una máquina completa o un conjunto de partes. Si trae el motor, el cuadro y los elementos principales, por ejemplo, es una moto, aunque venga desarmada. Definir qué es el producto final requiere conocimiento técnico. Eso le da tranquilidad al cliente: saber que no estás improvisando, sino que tenés la experiencia de haber trabajado con productos similares.
¿Cuáles son los errores más comunes cuando las empresas intentan importar sin asesoramiento técnico?
Uno de los más frecuentes es creer que, porque hoy hay libre importación, no hace falta un despachante. Entonces se apoyan en información de internet o de inteligencia artificial, y terminan clasificando mal. Eso genera extracostos, multas, mercaderías paradas en aduana durante meses y, en muchos casos, pérdida total del negocio.
Un error de cálculo puede transformar una importación rentable en un fracaso: pagar 200% o 300% más de lo previsto, o directamente no poder nacionalizar la mercadería porque requiere un certificado que nunca se gestionó.

¿Qué cuidados hay que tener al comprar en plataformas o empresas de venta masiva en el exterior?
Lo primero es verificar si el producto necesita intervención previa. Muchos creen que todo llega puerta a puerta sin problemas, pero no es así. Si un producto está en contacto con alimentos, requiere seguridad eléctrica o es un elemento vinculado a la salud, necesita certificaciones.
Además, están los costos ocultos: impuestos, aranceles, flete, almacenaje. Lo que parecía barato puede multiplicarse por diez si no se calcula bien. Y esto no le pasa solo a un consumidor particular: también a importadores habituales que confían en que será igual de sencillo. Por eso, siempre conviene consultar antes con un especialista en comercio exterior.
¿Qué cambios regulatorios recientes tuvieron mayor impacto en las operaciones de máquinas?
Uno de los principales fue la eliminación de las licencias no automáticas. Antes pedíamos licencias una y otra vez sin saber si íbamos a poder importar. Hoy, con reglas más claras, se puede planificar: decidir incorporar una máquina el año siguiente y prever el crecimiento que traerá.
También se establecieron condiciones más estables para los pagos al exterior. Antes se cambiaban plazos y requisitos constantemente; hoy, aunque siguen existiendo trabas, las reglas son más claras desde el inicio y se mantienen. Eso genera confianza en la inversión industrial.
Otro cambio positivo fue la flexibilización en controles de organismos. Antes, aunque tuvieras todos los certificados aprobados, aduana podía detener la mercadería por diferencias mínimas. Hoy, si un organismo aprobó, se respeta. Pasamos de un extremo a otro, pero al menos hay previsibilidad y eso ayudó al rubro maquinaria y a la industria en general.
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