
La industria del transporte de cargas en Estados Unidos avanza hacia un punto de inflexión: comenzaron pruebas de flotas de camiones autónomos de segunda generación en el corredor I-35 de Texas, una de las rutas más transitadas para el comercio entre Laredo y Dallas. Este piloto, que apunta a una implementación comercial plena en 2027, promete redefinir la eficiencia, la seguridad y la sostenibilidad de las operaciones logísticas.
El proyecto se desarrolla en el llamado “Triángulo de Texas”, una zona que concentra alto volumen de tráfico terrestre y conecta a los principales polos de producción, consumo y comercio exterior del estado. La elección de este corredor no es casual: Laredo es el puerto terrestre más activo en el intercambio comercial entre Estados Unidos y México, mientras que Dallas funciona como un centro neurálgico para la redistribución hacia el resto del país.
La operación consiste en integrar camiones equipados con sistemas autónomos de segunda generación directamente en las flotas comerciales existentes. Los vehículos están diseñados en fábrica con un conjunto de sensores, computadoras y sistemas de propulsión inteligentes que permiten prescindir del conductor humano.
Seguridad y protocolos reforzados
Uno de los principales retos que enfrentan estas unidades es garantizar la seguridad operativa en un entorno de circulación real. Por ello, cada camión pasa por una inspección exhaustiva al inicio de la jornada, siguiendo protocolos de la Alianza para la Seguridad de Vehículos Comerciales. Este proceso permite detectar cualquier diferencia en tiempos de control y mantenimiento respecto de los vehículos conducidos por personas.
Durante la etapa actual, cada unidad circula con dos profesionales a bordo: un conductor de seguridad, formado en operación de sistemas autónomos, y un ingeniero de pruebas que se encarga de recolectar datos y registrar escenarios críticos. En fases posteriores se avanzará a configuraciones con un único operador y, finalmente, a la eliminación total de la figura humana dentro de la cabina.

Integración al modelo logístico existente
A diferencia de otros desarrollos que buscan crear redes independientes de transporte autónomo, este proyecto se integra directamente en las operaciones de flotas tradicionales. Esto significa que la infraestructura, los clientes y la planificación logística no se ven alterados, sino que reciben un refuerzo tecnológico que promete mayor confiabilidad y eficiencia.
La estrategia se basa en un ciclo de retroalimentación: los operadores que participan de las pruebas brindan información directa sobre las necesidades reales que presentan las operaciones sin conductor. Estos aportes se incorporan al desarrollo del software de conducción virtual, lo que acelera la adaptación tecnológica a los desafíos diarios de la logística.
Próximos pasos: del sur de EEUU a Europa
La hoja de ruta contempla que, tras las pruebas iniciales en Texas, la expansión se extienda a otros estados del llamado “Cinturón del Sol”, una región caracterizada por su alta densidad de corredores logísticos. Posteriormente, el modelo será trasladado al mercado europeo, con miras a una comercialización plena de camiones autónomos hacia 2027.
El plan refleja una visión estratégica: no se busca reinventar el transporte terrestre, sino perfeccionar el esquema que ya funciona, eliminando cuellos de botella, reduciendo costos operativos y mejorando la seguridad vial.
Impacto en la cadena logística
El despliegue de camiones sin conductor plantea un cambio estructural para la logística global. En primer lugar, permitirá afrontar la escasez de choferes profesionales, un problema recurrente en Estados Unidos y en otros mercados. Al mismo tiempo, aumentará la disponibilidad de vehículos para cumplir con la demanda creciente de transporte vinculada al comercio electrónico y al intercambio internacional.
Por otro lado, la automatización promete una mayor previsibilidad en las entregas. La fiabilidad de los sistemas autónomos podría reducir las demoras y optimizar los tiempos de tránsito, un factor crítico para cadenas de suministro que hoy enfrentan fuertes presiones en costos y plazos.
En términos ambientales, la combinación de software inteligente y sistemas de propulsión optimizados podría disminuir el consumo de combustible y las emisiones, contribuyendo a objetivos de sostenibilidad que marcan la agenda del sector.
Una transición por etapas
El camino hacia la autonomía total no será inmediato. La estrategia se apoya en un enfoque gradual, definido como “gatear, caminar y correr”. Primero, pruebas con dos operadores en cabina; después, un único conductor de seguridad; y finalmente, la conducción completamente autónoma.
La clave estará en lograr la aceptación regulatoria y social, además de la validación tecnológica. Los próximos años serán decisivos para determinar si estos camiones sin conductor se convierten en un estándar de la logística moderna o si enfrentan barreras que retrasen su adopción masiva.
Un anticipo del futuro
Lo que ocurre en Texas es, en definitiva, un laboratorio en movimiento. Cada kilómetro recorrido aporta datos valiosos que servirán para afinar un modelo que podría transformar la logística global en menos de una década. El 2027 aparece en el horizonte como el año en que la teoría se convierta en práctica: flotas comerciales operando sin conductores humanos, con impacto directo en costos, tiempos y sustentabilidad.
El sector logístico mira de cerca estas pruebas, consciente de que lo que hoy se ensaya en un tramo de la Interestatal 35 podría mañana marcar un antes y un después en la forma de mover mercancías a nivel mundial.
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