
La logística marítima vuelve a estar en el centro de las preocupaciones globales. Esta semana, el Índice Mundial de Contenedores (WCI), elaborado por la consultora británica Drewry, registró un incremento del 41% respecto a la semana anterior, alcanzando los 3.527 dólares por contenedor de 40 pies, su nivel más alto en lo que va del año.
El indicador, que mide los valores promedio del transporte de contenedores en las principales rutas del mundo, acumuló una suba del 70% en las últimas cuatro semanas, revirtiendo la tendencia descendente que se venía observando desde enero. Este repunte abrupto en las tarifas genera inquietud entre exportadores, importadores y operadores logísticos de todo el mundo.
Rutas con subas récord y presión sobre el comercio exterior
Las rutas que unen China con Estados Unidos y Europa lideran los aumentos. En particular, el tramo Shanghai–Los Ángeles experimentó una suba del 57% solo en la última semana, alcanzando los 5.876 dólares por contenedor, mientras que la ruta Shanghai–Nueva York se encareció un 39%, llegando a los 5.172 dólares. Ambas conexiones duplicaron sus costos en apenas un mes.
En Europa, también se reportaron aumentos significativos: las rutas Shanghai–Rotterdam y Shanghai–Génova subieron un 32% y 38%, respectivamente. Este comportamiento, según los analistas de Drewry, se debe a una combinación de factores: la reactivación de las exportaciones desde Asia, una mayor demanda anticipada frente a posibles medidas proteccionistas en EEUU, y un reacomodamiento de la oferta por parte de las navieras.
¿Qué está pasando en Latinoamérica?
Aunque las rutas hacia América del Sur no forman parte de los índices principales del WCI, el efecto arrastre de estos aumentos globales ya se siente en la región. Operadores en puertos de Brasil, Argentina, México y Chile reportan demoras, sobrecostos y dificultades para asegurar espacios en buques.
En las últimas semanas, las tarifas en rutas como China–Brasil y China–Argentina subieron hasta un 33%, según datos de operadores regionales. Esta situación se vuelve especialmente desafiante para las pequeñas y medianas empresas exportadoras que no cuentan con contratos a largo plazo y deben operar en el mercado spot, donde las tarifas son más volátiles.
Los especialistas advierten que este aumento repentino no necesariamente se mantendrá a largo plazo. Desde Drewry explican que el actual fortalecimiento en el equilibrio entre oferta y demanda podría revertirse en la segunda mitad del año, dependiendo de la evolución de factores políticos y regulatorios clave.
Uno de ellos es la tregua comercial anunciada por Estados Unidos, que desactivó temporalmente la implementación de nuevos aranceles sobre productos chinos. Esta decisión provocó una “carrera” por embarcar mercadería hacia EEUU antes del 10 de agosto, fecha en la que podrían reactivarse las medidas. También influye la incertidumbre sobre eventuales sanciones estadounidenses a buques chinos, cuyo efecto en la capacidad global aún no está claro.
En este contexto, la volatilidad se convierte en la nueva normalidad para el comercio marítimo internacional.

América Latina frente al desafío
Para Latinoamérica, los próximos meses estarán marcados por la necesidad de adaptarse a escenarios logísticos inestables. Países exportadores como Brasil, Chile, Perú y Argentina podrían enfrentar mayores costos para colocar sus productos en mercados clave, en especial si los precios de flete se mantienen altos en rutas transatlánticas y transpacíficas.
Además, el aumento en el costo de importación podría trasladarse a los precios internos, alimentando presiones inflacionarias en contextos económicos ya complejos. Las empresas que dependen de repuestos, tecnologías o materiales traídos desde Asia y Europa verán resentida su competitividad si no logran trasladar esos aumentos a precio final o renegociar contratos logísticos.
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