
“Una buena práctica logística trae beneficios ambientales, sociales y económicos”, señala Tomás. También destaca que, en un sector en permanente movimiento, los vínculos humanos siguen siendo un pilar fundamental. De acuerdo con su mirada, la logística no se trata solo de procesos y tecnología: también es confianza, presencia y capacidad de respuesta.
¿Qué aprendiste al trabajar en el cruce entre logística y tecnología?
Aprendí fundamentalmente que cuando la tecnología está bien aplicada en logística, es una simbiosis perfecta. Pero remarco lo de bien aplicada, porque no se trata solo de sumar herramientas, sino de encontrar la que realmente se ajuste a lo que necesitás. Eso requiere conocer a fondo tu operación, saber cuáles son tus problemas reales y no quedarte con la primera impresión.
Hay muchas soluciones que parecen buenas en el papel, pero después no funcionan. La clave está en entender bien qué buscás, y eso no se logra mirando solo hacia afuera. Tenés que hacer un trabajo profundo puertas adentro. A veces es más fácil decir “necesito una solución tecnológica para esto”, cuando en realidad el punto de partida es entender si eso que parece el problema es realmente lo que está fallando.
¿Qué innovaciones tecnológicas considerás clave para mejorar la cadena de suministro?
Depende mucho de la industria en la que estés operando. Por ejemplo, en sectores como el oil & gas, lo documental es clave. El cuello de botella más grande está ahí, porque para ingresar o salir de ciertos puntos se requiere cumplir con una cantidad enorme de requisitos. Entonces, si querés mejorar, tenés que arrancar por ese lado.
En logística de larga distancia, en cambio, la trazabilidad cobra mucha importancia. Saber dónde está tu unidad, qué pasó si se detuvo, cuándo va a llegar. Hoy eso ya no es un diferencial, es un requisito básico. También hay grandes avances en lo financiero y administrativo, sobre todo para empresas chicas o medianas. Muchas veces son estructuras familiares que necesitan profesionalizarse, y ahí la tecnología puede marcar una diferencia enorme.
¿Cuáles son los principales desafíos al vender servicios logísticos?
Es uno de los servicios más complejos de vender. Es difícil porque estás ofreciendo algo que, por su propia naturaleza, es inestable, porque hay factores que no podés controlar: sindicatos, clima, rotura de equipos y demoras. Todo cambia constantemente, y eso hace que la propuesta de valor tenga que ser mucho más sólida, más humana, más cercana. No estás vendiendo un producto tangible, estás vendiendo compromiso, respuesta, presencia. Y eso no es fácil de transmitir ni de garantizar.
Por eso, la venta de servicios logísticos sigue siendo, ante todo, un tema de relaciones. Vos podés tener toda la tecnología del mundo, pero si no ponés la cara cuando hay un problema, no sirve. Saber que te vas a equivocar, que algo va a fallar, es parte del juego. La clave es estar, levantar el teléfono, hacerte cargo. Eso es lo que hace la diferencia, sobre todo en un sector donde todavía hay mucho para profesionalizar.

¿Qué habilidades son relevantes para un profesional que busca destacarse en la logística?
La primera es la resiliencia. El camión se va a romper, el chofer se va a levantar mal, la entrega se va a demorar. Tenés que aprender a convivir con eso. Y la segunda, para mí, es el don de gente. Porque las relaciones siguen siendo lo más importante. Entonces, es fundamental ser honesto y transparente.
También se necesita capacidad de adaptación. Vivir en Argentina ya te da un poco de eso, pero en logística es esencial. Todo cambia, todo el tiempo. Incluso si hacés siempre la misma operación, cada año va a ser distinto. No hay recetas únicas. A veces funciona una cosa, otras veces otra. Por lo tanto, si no sos flexible es muy difícil crecer en este rubro.
¿Qué lugar creés que debería tener la logística en la vida cotidiana y en la agenda pública?
Todo el mundo dice que la logística es clave, pero muchas veces lo dicen solo de la boca para afuera. La realidad es que la logística mueve al país. Tiene que tener un rol más relevante en la vida diaria, en la agenda pública, en la cultura ciudadana. No es solo una cuestión de empresas, es una cuestión de país.
Una buena logística genera beneficios en todos los niveles: ambientales, sociales y económicos. Es una herramienta de desarrollo. Y todavía está muy bastardeada, por múltiples razones. Pero hay mucho espacio para crecer, para profesionalizar, para que más personas se animen a meterse en este mundo. Porque esto no se va a detener, siempre vamos a necesitar logística. Y cuanto mejor sea, mejor nos va a ir a todos.
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