
“Cada vez que el producto se cambia de vehículo o se descarga, se produce una pérdida térmica que hay que anticipar”, advierte Esteban. También señala que expandirse con este tipo de productos exige una planificación sólida y controles estrictos.
¿Qué papel cumple la logística en el negocio del helado?
La logística en el rubro del helado es compleja, tanto desde el punto de vista de las materias primas como del producto final. De entrada, muchas de las materias primas esenciales no se producen localmente en grandes cantidades. Ingredientes como las almendras, los pistachos o las frambuesas deben importarse, lo que implica una planificación logística internacional muy ajustada. La leche y la crema suelen conseguirse localmente, pero otros insumos como el cacao o la banana llegan desde el exterior.
Esto hace que cualquier cambio en la política de importaciones impacte directamente en la operación. El desafío es que los insumos lleguen en tiempo y forma, sin demoras. En algunos casos, se trabaja con productos que no requieren frío, como la mayoría de los frutos secos. En otros, como la crema, sí es necesaria una cadena de frío específica incluso en la etapa de entrada. Todo esto demanda precisión y coordinación constante.
¿Qué desafíos impone la logística de salida, especialmente en la exportación?
Exportar helado implica una cadena logística aún más delicada. Es un producto que debe mantenerse a temperaturas muy bajas en todo momento. Para consumo, se sirve entre -14 °C y -17 °C, pero en almacenamiento y transporte debe conservarse a -24 °C o incluso -30 °C, dependiendo del trayecto. Cada vez que el producto se cambia de vehículo o se descarga, se produce una pérdida térmica que hay que anticipar.
En logística internacional, el desafío se multiplica. Un envío puede pasar por varios puntos: planta de producción, aduana, camión, puerto, barco, puerto de destino, otro camión, centro de distribución y, finalmente, el punto de venta. Cada tramo representa un riesgo para la cadena de frío. Por eso se trabaja con temperaturas más bajas de las necesarias, para compensar los momentos sin refrigeración activa.
¿Qué rol cumple la tecnología para asegurar que todo esto funcione?
La tecnología es una aliada fundamental. Hoy existen sistemas de monitoreo satelital que permiten saber en tiempo real dónde está la carga y a qué temperatura se encuentra. Esto permite detectar desvíos de ruta o pérdidas de frío al instante. Antes, ese control no existía. Hoy, cada etapa del transporte está supervisada y los desvíos activan alertas automáticas.
Gracias a estas herramientas, se puede asegurar que un producto sensible como el helado llegue a destino con su calidad intacta. La trazabilidad es total, desde el momento en que sale de la planta hasta que se coloca en una góndola en otro país. Este nivel de precisión era impensado hace algunos años, y hoy es indispensable para competir en mercados internacionales.

¿El costo logístico en Argentina puede ser un freno para el negocio?
Es más caro que en otros sectores, sin dudas. Pero no debería ser un freno. Muchas veces se exagera su impacto. Un contenedor de productos secos puede costar unos 3.000 dólares y uno de frío alrededor de 5.000 dólares. Claro que eso implica una diferencia, pero no es algo que impida hacer negocios. El verdadero freno, muchas veces, es el desconocimiento o la falta de decisión para encarar la logística de manera profesional.
Hoy hay soluciones para todo. Lo importante es tener información, investigar y saber con qué herramientas se cuenta. El ecosistema logístico está cada vez más desarrollado y, si uno lo estudia bien, encuentra opciones para cada necesidad. La clave es no asumir que es imposible antes de haberlo intentado.
¿Qué oportunidades ves hacia adelante para el sector en términos de logística y exportación?
El futuro del sector está en profesionalizar cada vez más los procesos logísticos, aprovechar la tecnología y entender que exportar no es una utopía. Hoy hay acceso a información, herramientas y operadores que permiten llegar con productos complejos, como el helado, a cualquier rincón del mundo manteniendo la calidad. La clave es entender que el conocimiento logístico debe formar parte central de cualquier negocio que quiera crecer internacionalmente.
Expandirse requiere entender las particularidades de cada país, desde la cultura hasta los tiempos de negociación. Aprender cómo se hacen negocios en cada mercado, respetar los ritmos locales y estar presente marca la diferencia. Recorrer ese camino con decisión y preparación logística es lo que va a permitir construir un crecimiento internacional sostenible.
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