El 8 de diciembre de 2023, un campo de fútbol en la comunidad de Texcapilla, perteneciente al municipio de Texcaltitlán, Estado de México, se convirtió en el escenario de una violenta confrontación entre habitantes y miembros del cártel de La Familia Michoacana que dejó un saldo de 14 personas muertas.
A un año del enfrentamiento motivado por el hartazgo ante el asedio y las extorsiones del grupo criminal, vecinos de la comunidad se trasladaron a la cancha deportiva y realizaron un homenaje a los cuatro pobladores que fueron asesinados aquel día.
Los nombres de Noé Olivares Alpízar, Jorge Rojas Calixto, Rodolfo Rojas Calixto y Emigdio Esquivel Escobar quedaron grabados en una placa que rinde honor a su osadía para hacerle frente al cártel.
Noé Olivares era delegado comunal, líder de agricultores y tenía la aspiración de convertirse en alcalde para proteger al municipio. A través de las redes sociales, uno de sus familiares manifestó que “siempre fue una persona valiente y amigable” y lo recordó como un “héroe de Texcaltitlán”.
Durante el homenaje luctuoso también fue revelado un retrato de Olivares, así como varias coronas de flores para conmemorar el sacrificio de los pobladores.
“Estamos recordando a las personas que se tuvieron que defender, lamentablemente, pero eran gente de trabajo y aquí existe gente de trabajo”, manifestó un vecino durante la ceremonia en el campo de fútbol.
Después del enfrentamiento se reportó la desaparición de varias personas, de las cuales siete aún no han sido localizadas: Germán García, de 25 años de edad; Joel Huicochea, de 34; Pablo Esquivel; de 42; Urbano Ramírez, de 49; Rodrigo Calixto, de 64; Trinidad Huicochea, de 67; y Héctor Martínez.
Un día antes de la jornada violenta, autoridades estatales y federales recibieron al menos dos denuncias por extorsiones y cobro de piso de la Familia Michoacana contra la población.
Se tenía previsto que el 8 de diciembre de 2023 miembros de la organización delictiva acudieran a Texcapilla para recaudar el dinero exigido a productores de haba y chícharo. Sin embargo, la comunidad no logró juntar el dinero y varios habitantes trataron de negociar una reducción en el monto con Rigoberto de la Sancha Santillán, alias ‘El Payaso’, quien fungía como jefe de plaza de la célula delictiva.
El jefe criminal rechazó cualquier tipo de pacto y amenazó con secuestrar a los pobladores. Ya en la cancha deportiva, sicarios de ‘El Payaso’ dispararon al aire con la intención de causar miedo en los vecinos, pero las detonaciones sólo enardecieron a la multitud, que se defendió de los fusiles con machetes.
“Es mejor morir de pie que vivir arrodillado”, fue la frase atribuida a Emiliano Zapata que acompañó los nombres de las víctimas en la placa conmemorativa.