Protagonizó el under porteño, les enseñó a desfilar a las modelos de Dotto y vendió dibujos para comer

Barbara Bianca LaVogue fue un emblema de la noche de Buenos Aires a partir de los noventa. El libro “Comés Dios, cagás Diablo” reconstruye su vida, atravesada por el arte, la performance y la calle.

Compartir
Compartir articulo
LaVogue fue protagonista indiscutida del under porteño a partir de los noventa. / Foto: Juan Pablo Queiroz
LaVogue fue protagonista indiscutida del under porteño a partir de los noventa. / Foto: Juan Pablo Queiroz

Barbara Bianca La Vogue fue una artista del under porteño que forma parte de la memoria emotiva de la noche de los noventa y sus diferentes espacios que agenciaron territorios para la escenificación del culto a la fiesta, cierta expresión extrovertida de la libertad y la sociabilización del baile como ejercicio comunitario.

Su muerte prematura en el año 2018 a los 47 años y su vida en un constante e inestable tránsito fueron factores determinantes para que su obra quedara dispersa, fragmentada e inconclusa hasta la reciente publicación de Comes Dios y cagás Diablo del proyecto Caracol ediciones.

Los editores, Nicolás Cuello y Santiago Villanueva, realizaron una investigación con familiares y amistades de LaVogue para rastrear obras, reconstruir el relato oral de su vida y publicar su biografía dictada que enmarca su producción y estructura su obra (si es que eso es posible) en un arco narrativo que le da el cierre necesario para que las nuevas generaciones puedan entender su legado.

La noche

Bárbara Bianca LaVogue nació en 1970 en Haedo, provincia de Buenos Aires, en el seno de una familia católica. Esa primera educación cristiana desarrolló en ella una vida espiritual que le permitió conectarse con personas, animales y cosas de un modo profundo e incomprensible para los espacios y ambientes por los que solía manifestarse con esa potencia que la caracterizaba. Esa misma vida espiritual es también la que la llevó a buscar refugio, cada vez que tenía una recaída, en templos Hare Krishna o conventos como el María Reina de la Paz de las Hermanas de la Caridad ubicado en las afueras de Mar del Plata.

Todos los que pasaron, aunque sea esporádicamente, por la noche porteña entre finales de los 80 y principios de los 2000 tienen una anécdota con ella. Participaba tanto de espacios glam como galerías de arte, desfiles de moda, clubes nocturnos, bares, como de zonas más trash: cines porno o la calle misma en la que más de una vez durmió con algún novio o amante, en un colchón sobre la vereda de algún barrio céntrico.

LaVogue junto a Miranda! al momento de la grabación del disco "Es imposible!".
LaVogue junto a Miranda! al momento de la grabación del disco "Es imposible!".

Pero su presencia en la noche porteña no respondía a una participación periférica, circunstancial o a una persistencia: con su talento, ella misma fue forjando esa noche porque todos la querían en sus proyectos. Fue coreógrafa para eventos de moda; anfitriona drag y bailarina de fiestas en clubes exclusivos como Morocco, Freedom, El Dorado, Ave Porco o Bunker; coach de modelos en pasarela de la agencia de Pancho Dotto -entre ellas las top models internacionales Daniela Ursi y María Inés Rivero-; estilista de marcas de ropa como Via Vai de Alan Faena o Paula Cahen D’Anvers; asistenta de artistas, entre ellos Sergio De Loof, su gran mentor; modelo de pasarela de diseñadores como Charly Grilli o Pablo Simón y de fotógrafos como Marcelo Setton para la tapa del disco Es imposible! de la banda pop Miranda!.

“Mi nombre Bárba Vianca sale de Bárbara Durand y de Bianca Jagger, que fue la primera mujer de Mick Jagger, ecuatoriana, fuega. Y Bárbara fue la modelo más linda de los ‘90, fue alumna mía, desfilaba para Via Vai, para todos los desfiles, para Hawaiian Tropic, yo iba a Punta del Esta con ella, a Casa Pueblo”, explicó LaVogue.

La obra

A la par de su militancia nocturna noventista, LaVogue fue construyendo una obra prolífica compuesta en su mayoría por dibujos de un solo trazo con marcadores sobre papel que, distribuidos por las casas amigas y compañeras de la noche, a esta altura ya forman parte del acervo cultural underground porteño.

En el trazo prolijo y atento de sus dibujos se ven atisbos de su vida espiritual que muestra una línea sobria, fina que denota una concentración opuesta a la extroversión de su personaje de la noche. En sus retratos y objetos dibujados se puede ver a la belleza en convivencia con la monstruosidad y a la inocencia con la frivolidad.

LaVogue dibujaba durante fiestas: regalaba sus obras a sus amigas o las vendía cuando necesitaba dinero para comprar comida.
LaVogue dibujaba durante fiestas: regalaba sus obras a sus amigas o las vendía cuando necesitaba dinero para comprar comida.

A sus dibujos los hacía durante fiestas o en las calles para regalarlos a amigas y conocidas, o para venderlos para comprar comida cuando atravesaba situaciones de emergencia económica. Su primera exhibición individual, Inmuna, fue en 1999 en el Espacio Giesso de San Telmo y contó con la curaduría -nada más y nada menos- de Leo Chiachio y Gabriela Francore.

Diez años después, en 2009, realizó su segunda muestra individual, Carísimas, una palabra que solía usar mucho y por la que también se la identificaba además de su nombre artístico. La exhibición fue en la galería Miau Miau ubicada en el barrio de Palermo y dirigida por Cecilia Glik y Mariano López.

En los diez años que separan a una exhibición de otra, LaVogue realizó performances en la calle, montó exhibiciones domésticas en casas de amigas, participó de lecturas en la galería Belleza e hizo una performance en el premio Petrobras de ArteBA.

Su última exhibición de lo que podríamos llamar “curaduría doméstica” fue en el año 2017, un año antes de su muerte, en el sector de Toxicología del Hospital Fernández del barrio de Palermo cuando decidió colgar, entre las camas de sus compañeras de internación, los retratos colorinches en los que había estado trabajando que combinaba collage, pintura, dibujo y poesía.

Mi obra es dejar belleza en el plano por el que pasé. Con mi obra no lucré nunca, si la vendía era para sobrevivir, no lo hice para trepar. Lo hice para dejar belleza en el mundo, para eso vine”, solía decir.

"Comés Dios y cagás Diablo" fue publicado por Caracol ediciones.
"Comés Dios y cagás Diablo" fue publicado por Caracol ediciones.

Detrás de escena

Caracol ediciones, como todo proyecto editorial autogestivo, adquiere la forma de colectivo donde todos aportan con un deseo sentimental asociado más al amor que a los objetivos de empresa editorial donde cada uno cumple con su trabajo. Por eso es que la tapa de Comés Dios y cagás Diablo de Bárbara Bianca LaVogue fue realizada por la artista Paula Castro. La investigación sobre la historia oral que anidaba en amigas, familiares -Andrea Gorostidi, la hermana de LaVogue, realizó un aporte fundamental en este sentido- y colegas, fue desentramada y escrita en forma de epílogo por los editores del sello, quienes también lograron rescatar de colecciones privadas todos los dibujos que LaVogue fue diseminando a lo largo de su vida y que integran el libro.

Por otro lado, el artista Martín Farnholc Halley realizó los retoques digitales para que el escaneo de las obras pudieran acomodarse a la maqueta del libro que fue realizada por el editor Tren en movimiento, Alejandro Schmied. Y los textos que construyen esa primera persona que aún resguarda el aura de Bárbara Bianca LaVogue fueron producto de una entrevista que realizó Juan Queiroz, íntimo de Bianca, mediante audios de WhatsApp que intercambió durante los últimos días de vida de La Vogue en el Hospice San Camilo de Olivos, provincia de Buenos Aires.

Fiel al estilo deloofeano, como heredera y discípula, realizó su velorio en vida durante la mega muestra ¿Sentiste hablar de mí?, llevada a cabo en el MAMBA en el año 2019 que fue, justamente, la que le dio la consagración. La presentación del libro de memorias y dibujos -o biografía- de LaVogue en el club nocturno porteño Puticlú, con todas sus amigas reunidas y con los dj’s Trincado y Carla Tintoré, de reciente desaparición, alimentando la pista con la música que LaVogue bailó en la noche porteña clubber que ella misma construyó, fue sin dudas su última performance, la que completó su obra.

SEGUIR LEYENDO: