Las historias del colombiano Juan Pablo Parra, el ganador del I Premio de Cuento R. H. Moreno Durán: “Escribir es muy difícil”

Infobae conversó con el autor de “Obituario”, el libro que resultó premiado con el primer puesto en este certamen y fue presentado en la FILBo 2022

Compartir
Compartir articulo
(Archivo, El Espectador)
(Archivo, El Espectador)

Ni su familia ni sus amigos más cercanos sabían que Juan Pablo escribía cuentos, que se pasaba las noches pensando historias. Solo su novia, a la que le pedía permiso para irse a escribir, sabía de este secreto suyo, que más que secreto era una pasión que quería mantener por lo bajo, íntima, muy adentro. Ese era su plan, pero un día decidió compilar varios cuentos en un volumen y mandarlos a un concurso. Se lo ganó y poco después, El Malpensante publicó uno de sus escritos. De repente, Parra era escritor.

Es tímido, o eso dice. No sabe cómo hablar de esto que ahora es un libro, y no tiene ni idea de lo que significa promocionarse, darse a conocer como cuentista. Es abogado de profesión, egresado de la Universidad Nacional de Colombia y de la Escuela de Periodismo Multimedia de El Tiempo. Hizo parte de la Unidad de Paz del mismo periódico y trabajó como asesor legal de la Fundación para la Libertad de Prensa (FLIP). La editorial Escarabajo publicó Obituario, la colección de sus textos que quedó ganadora del I Premio de Cuento R. H. Moreno Durán. Ahora, tiene que hablar todo el tiempo al respecto.

-¿Cuándo y cómo comienzan a gestarse estos cuentos?

Comencé a escribir los cuentos de Obituario hace cuatro años cuando estaba terminando el pregrado. Pero digamos que el libro comenzó a coger forma luego de que pasé por la Unidad de Paz de El Tiempo y de trabajar defendiendo la libertad de expresión. En algún punto, las experiencias y frustraciones del día a día en esos trabajos se mezclaron con mis lecturas y las ganas de escribir, y de ahí comenzaron a surgir los cuentos en sus versiones finales.

-¿En qué momento decide que puede compilarlos todos en un solo volumen?

Siempre imaginé un libro de cuentos porque tenía la intención de que todos sucedieran en un mismo lugar y de que los personajes salieran y entraran entre los relatos. Esta idea la saqué de un libro que me encanta, Crónicas Marcianas, de Ray Bradbury. Además, también pensaba en un libro de cuentos porque todas las historias hablan sobre un mismo tema: la dignidad de quienes se enfrentan a la violencia, entonces siempre supe que iba a ser un libro y, de hecho, no quería presentar los cuentos por separado a concursar en ninguna parte, sino como un todo.

-¿Por qué Obituario?

-El título fue muy difícil de escoger porque no soy bueno titulando. Así que busqué una palabra o frase que pudiera referirse a todos los cuentos, y como el libro habla en general sobre la muerte, Obituario surgió en la lista de posibles títulos. Al final del proceso de selección le pedí ayuda a varios conocidos ayuda para escoger. Quedaron como finalistas “Obituario” y “Tu cuerpo para ser quemado”, el título de uno de los cuentos, y la editora del libro me convenció diciendo que le apostara al título corto, una sola palabra, porque no es común y porque en cierta forma cada cuento puede entenderse como un obituario, una semblanza u homenaje a una vida luego de la muerte.

-¿Qué tanto bebe su narrativa de su oficio en el periodismo?

-Bueno, tengo que empezar por decir que soy muy mal periodista. Malo en verdad porque me falta olfato y soy muy tímido. Pero no voy a negar que el libro sí está muy influenciado por el periodismo, tanto que hay un cuento que está escrito como si fuera una entrevista. Creo que el periodismo me sirvió para encontrar algunas historias o personajes que luego volví ficción. Además, mientras escribía algunos cuentos trabajaba como defensor de la libertad de expresión y se nota porque hay una preocupación en los cuentos por sustentar el derecho a decir y pensar sin restricciones. Y, bueno, no puedo dejar por fuera la influencia de escritores de no ficción que me fascinan como Truman Capote o Patricia Nieto.

-Varios de los títulos de estos cuentos obedecen a experiencias corporales o sensoriales, a imágenes muy poéticas: Asfixia, Resurrección, Tu cuerpo para ser quemado, Río arriba. ¿Cuánto tiempo tardó el armazón de cada uno? ¿De qué fuentes se alimentó?

-Depende del cuento. Por ejemplo, “Asfixia” es un policial en toda la regla y fue relativamente fácil escribirlo porque cuando tienes la trama solo resta escribir de forma clásica y corregir y corregir. “Tu cuerpo para ser quemado” es otra cosa, no puedo dar detalles sin hacer spoiler, pero el cuento está escrito en segunda persona y muchos de los que me revisaron el texto me hicieron cambiarlo a primera o tercera persona para probar. Entonces me demoré mucho tiempo en ir y volver hasta encontrar la versión final.

Sobre los orígenes de las historias hay un poco de todo. Algunas son historias que escuché, por ejemplo, el relato titulado, “El liceo”, surge de una historia que me contó una expareja que trabajaba como profesora en Bosa y un día encontró a sus estudiantes con una millonada. Otro cuento, “Te lo pido por favor”, surge de una mujer que escuché en radio alguna vez que le rogaba al locutor que la escuchara y que a mí me impresionó, porque podías sentir su tremenda soledad. Digamos que el alimento de los cuentos son mis lecturas, las historias que me cuentan y mis propias obsesiones.

-¿Cuándo tomó la decisión de enviarlos al concurso de cuento? ¿Cómo se entera?

-Yo no conozco a ningún editor, o no conocía ninguno antes de ganarme el premio, pero quería publicar, claro. Entonces busqué editoriales que recibieran manuscritos y mandé el libro a todas, solo una me respondió y me dijeron que no. Entonces comencé a intentar con los concursos, porque pensaba que era más posible que me leyeran de esa forma. Lo difícil es que no hay tantos concursos de libros de cuento, sino de cuentos individuales. En esa búsqueda encontré por internet el Primer Concurso de Libro Cuento R.H. Moreno Durán. Y me presenté.

-¿Quién le dijo que había ganado el concurso?

-Para participar en el concurso se tenía que hacer bajo un seudónimo y con un correo que no estuviera asociado al nombre. Mi correo personal está asociado a mi nombre, entonces cree uno nuevo y me presenté. Luego cerré el correo y no lo volví a abrir. Eso sí, estaba pendiente de las redes de Escarabajo, la editorial que organizó el concurso, pero no salía nada y llegó el día de la premiación y no dijeron nada. Yo pensé, nada, pues seguir intentando y ya. Pero como con los días no salía el veredicto, me dio por mirar el correo falso. Yo no me acordaba ni de la clave, me tocó formatearlo y cuando lo abrí estaba el correo informándome que era el ganador y pidiéndome que confirmara para asistir a la premiación.

-¿Cómo fue la reacción suya y a su alrededor?

-Mi primera reacción fue incredulidad. Leí el correo mil veces y no lo creía. Cuando uno escribe sueña mucho con un concurso o con publicar, pero yo ya había sido rechazado o ignorado en varias editoriales o concursos, y claro uno se va desinflando. En algún punto, después de repasar el correo hasta casi aprendérmelo, salí a caminar, porque necesitaba despejarme. Me fui hasta el centro y volví a mi casa. Apenas llegué, volví a abrir el correo y sí, el correo estaba ahí, y sí, había ganado. Me puse a bailar, a poguear más bien, porque sentía mucha energía y escuché una canción de punk que grité a todo pulmón yo solo en el apartamento.

Luego, el día de la premiación, fue otra cosa. Estaba muy asustado, le dije a todo el mundo que se conectara, pero nadie sabía que yo iba a ganar, y no le decía a nadie porque en el fondo estaba asustado de que me quitaran el premio en el último segundo. Y ya cuando leyeron el veredicto, cuando pensé: esto ya no me lo puede quitar nadie porque hay muchos testigos, me puse a llorar y lloré toda la premiación. Toda. Los jurados, entre los que estaban Luz Mary Giraldo y Sergio Ocampo Madrid, me preguntaban cosas y yo comenzaba a sollozar otra vez porque no lo podía creer. Escribir es muy difícil y yo sentía que por fin me veían y me iban a publicar y leer. Esa premiación es un video de una hora de un hombre llorando. Fue algo que me generó mucha emoción. Me puso muy feliz. Creo que lo que sentí ese día solo lo podía expresar con lágrimas. La reacción de alrededor fue de sorpresa, porque siempre he escrito a escondidas y luego un respaldo infinito que me hace querer llorar otra vez.

SEGUIR LEYENDO: