
El hallazgo de la tumba del llamado “Príncipe de Hielo” en el sur de Alemania ha marcado un hito en la arqueología. Un equipo de investigadores logró extraer y estudiar intacta la sepultura de un niño de la élite medieval, gracias a una técnica de congelación sin precedentes. Según detalla National Geographic, este descubrimiento no solo permite reconstruir la vida y muerte de un infante de hace más de trece siglos, sino que también ha arrojado luz sobre los rituales funerarios y las costumbres de las altas esferas sociales de la Europa altomedieval.
Detalles del descubrimiento y contexto arqueológico
En 2021, un grupo de especialistas de la Oficina Estatal de Preservación de Monumentos de Baviera (BLfD) se encontraba trabajando en el yacimiento de Mattsies, al sur de Alemania, cuando realizó un hallazgo excepcional: la tumba de un niño de aproximadamente un año y medio, enterrado en una cámara funeraria de piedra que se mantenía en un estado de conservación extraordinario.
La sepultura databa de entre los años 670 y 680, situando al pequeño en pleno siglo VII, en una región que en tiempos anteriores había sido una villa romana, de acuerdo con National Geographic.
El equipo dirigido por la BLfD, bajo la supervisión de su director general, Mathias Pfeil, reconoció de inmediato la singularidad del enterramiento. La cámara funeraria, construida en piedra y sellada con mortero de cal, representaba un método poco común y de gran complejidad para la época, lo que sugería la pertenencia del niño a una familia de elevado estatus social. La ubicación dentro de una antigua villa romana reforzaba la idea de que se trataba de un contexto de élite, donde las tradiciones funerarias podían combinar elementos locales y foráneos.

Descripción de la técnica de congelación y su importancia para la preservación
El hallazgo planteó un desafío considerable para los arqueólogos. Para evitar cualquier daño al cuerpo y a los objetos que lo acompañaban, los investigadores recurrieron a una técnica inédita: congelar por choque toda la cámara funeraria, encapsulándola en un bloque de hielo. Este procedimiento permitió extraer la tumba completa y trasladarla intacta a un laboratorio especializado en la ciudad de Bamberg.
La aplicación de esta técnica de congelación supuso un avance significativo en la preservación de restos arqueológicos delicados. Al mantener la integridad de la tumba y su contenido, los especialistas pudieron realizar estudios detallados sin alterar la disposición original de los objetos ni el estado de los restos humanos. El método, que motivó el apodo de “Príncipe de Hielo” (Eisprinz) para el niño, ha sido destacado como un ejemplo de innovación en la conservación del patrimonio arqueológico.

Resultados de los estudios: datos sobre el niño
Una vez en el laboratorio, los análisis realizados sobre los restos permitieron reconstruir aspectos fundamentales de la vida y muerte del niño. Los estudios dentales y de ADN revelaron que tenía ojos azules y cabello claro, y que probablemente había nacido en la misma región donde fue enterrado. A pesar de haber sido amamantado, lo que suele ofrecer cierta protección en los primeros años de vida, el pequeño falleció a causa de una infección derivada de una otitis no curada, una causa de mortalidad frecuente en sociedades premodernas.
La información subraya que el ajuar funerario y el tipo de sepultura refuerzan la hipótesis de que el niño pertenecía a una familia de alto rango social. La complejidad de la cámara de piedra y el uso de mortero de cal, materiales y técnicas poco habituales y laboriosas para la época, constituyen indicios claros del estatus de la familia.

Descripción del ajuar funerario y elementos hallados en la tumba
El cuerpo del niño fue depositado sobre una piel de animal y vestido con prendas de gran calidad: zapatos de cuero, pantalones y una túnica de lino de mangas largas adornada con franjas de seda. La misma, según detalla el medio, habría llegado a la región a través de contactos con el Imperio bizantino, lo que la convertía en un bien de lujo reservado exclusivamente para las élites.
Entre los objetos personales, el niño portaba brazaletes de plata en las muñecas y espuelas del mismo metal en los pies. También se halló una espada enfundada en una vaina decorada con incrustaciones de oro, así como un trozo de tela con dos tiras de pan de oro dispuestas en forma de cruz. Los arqueólogos han señalado que este último elemento podría indicar una temprana cristianización entre las clases altas de la época.
En uno de los extremos de la cámara funeraria, los investigadores encontraron una serie de objetos dispuestos sobre una estera: un cuenco de bronce que contenía un peine, un recipiente de madera, una copa esférica reforzada con plata y restos de avellanas, manzanas y una pera. También se hallaron huesos que, tras un análisis inicial, se pensó que pertenecían a un perro, pero estudios posteriores confirmaron que se trataba de un lechón, probablemente depositado como ofrenda alimentaria.
Interpretación de los hallazgos: ritual funerario y significado de los objetos
Los objetos hallados en la tumba permitió a los especialistas reconstruir aspectos del ritual funerario practicado por las élites de la época. En un comunicado oficial, Pfeil explicó el significado de los elementos del ajuar: “El peine servía para asearse, el cuenco de bronce para lavarse las manos y la vajilla de madera torneada y los vasos con detalles de plata se empleaban durante las comidas ceremoniales”.
La disposición de los objetos y la presencia de alimentos y utensilios sugieren la celebración de un banquete funerario, un ritual que habría tenido un profundo significado simbólico para la comunidad y la familia del niño. La combinación de elementos de lujo, objetos personales y ofrendas alimentarias refleja la importancia del difunto y la intención de asegurarle un tránsito adecuado al más allá, de acuerdo con las creencias y costumbres de la época.
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