El caso del mafioso que fue asesinado a cuchillazos por la hija adolescente de una diva de Hollywood

El 4 de abril de 1958, Cheryl Crane, la hija de 14 años de la actriz Lana Turner, mató a puñaladas a Johnny Stompanato, novio de su madre. Según declararon las mujeres lo hicieron en defensa propia, ante los abusos del gángster. El caso policial y cómo terminó el juicio a la adolescente

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Johnny Stompanato y Lana Turner estuvieron de novios alrededor de un año. Ella era una diva de Hollywood, él un mafioso famoso por su dotación viril. El 4 de abril de 1958, la hija de 14 años de Lana lo mató a cuchillazos (Getty Images)
Johnny Stompanato y Lana Turner estuvieron de novios alrededor de un año. Ella era una diva de Hollywood, él un mafioso famoso por su dotación viril. El 4 de abril de 1958, la hija de 14 años de Lana lo mató a cuchillazos (Getty Images)

Era bien conocido en Hollywood. Tanto estaba identificado con el lugar que lo apodaban Oscar: en referencia a los 30 centímetros que mide la estatuilla. Johnny Stompanato, dicen, era un portento que estaba extraordinariamente bien dotado.

Su trabajo oficial era el de encargado, o quizá dueño, de un bazar; vendía vasos, cubiertos, platos, recipientes de cerámica barata. Pero eso era nada más que una pantalla. Todo el mundo sabía que Johnny era la mano derecha de Mickey Cohen, un mafioso californiano. Primero había oficiado de guardaespaldas. Pero su simpatía lo hizo escalar rápidamente en el escalafón criminal. Johnny paseaba su fama de gángster por los estrenos y restaurantes más lujosos de la ciudad. Se rumoreaba que oficiaba de gigolo, aprovechando lo que la naturaleza le había brindado. Lo que con el tiempo se supo con certeza fue que extorsionaba mujeres. Las buscaba maduras, insatisfechas y adineradas. Aprovechaba que naufragaban en matrimonios monótonos o que estaban olvidadas por sus maridos. Primero, el cortejo. Galantería, regalos, cartas de amor. Después algunos encuentros fogosos. El tercer paso era la extorsión: las mujeres recibían fotos de esos encuentros y la exigencia de pagos de varios miles de dólares.

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Pero Stompanato tenía, también, sus debilidades: las actrices.

Johnny Stompanato nació en 1925 en Illinois. Apenas tuvo edad se enroló en los Marines y fue enviado a pelear en el Pacífico durante la Segunda Guerra. Luchó en Okinawa. Luego fue destinado a China. Allí se casó con su primera mujer. Con ella volvió a Estados Unidos pero se separaron muy rápidamente. Johnny ingresó en la mafia. Su juventud, su desparpajo y el aura de veterano de guerra le hicieron ganar la confianza de Cohen. Lo arrestaron varias veces. Por excederse en sus funciones de matón, porque lo encontraron en un auto robado con miles de dólares encima, por portación de arma de fuego. En un par de años parecía que su vocación era la incurrir en cada tipo penal.

Pasión por las actrices de Hollywood

Pero su pasión era la conquista. Se casó con la actriz Helen Gilbert (que una década antes había estado a punto de protagonizar El Mago de Oz pero fue vetada por Howard Hughes después de algunos encuentros y desencuentros amorosos). Otro matrimonio fugaz. Su siguiente objetivo fue ambicioso. Tal vez demasiado. Quiso conquistar a Ava Gardner. Sinatra fue a decirle directamente a Mickey Cohen que si su hombre no se alejaba de Ava, una mañana lo iba a encontrar muerto.

Johnny en esos años siguió delinquiendo, seduciendo, extorsionando y aumentando su fama de gran amante.

Johnny Stompanato además de mafioso era gigoló. Se sospecha que extorsionaba a mujeres adineradas después de seducirlas (Getty Images)
Johnny Stompanato además de mafioso era gigoló. Se sospecha que extorsionaba a mujeres adineradas después de seducirlas (Getty Images)

Usaba camisas que brillaban, con apenas dos botones abrochados, una cadena de oro colgando de su cuello, pantalones con pinzas bien altos, sonrisa ancho, tostado parejo todo el año y el pelo prolijamente desacomodado. Las mujeres, muchas de ellas grandes actrices, se pasaban el dato sobre su don anatómico.

En 1957 ya había pasado por la cama de varias estrellas de Hollywood. Pero ninguna quería asociar su nombre al de un hampón menor. Una tarde, Johnny, consiguió el teléfono de Lana Turner y llamó a su casa.

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Lana Turner era una gran estrella de Hollywood aunque parecía que su carrera estaba en pendiente. Warner después de 18 años había rescindido su contrato y hacía años que no conseguía un éxito de taquilla.

Julia Jean Turner nació el 8 de febrero de 1921. La llamaban Judy. Su padre era minero, su madre ama de casa. Cuando tenía 9 años, a su padre lo asesinaron en un callejón. Al cadáver le faltaba una media y un zapato. La policía nunca pudo hallar al culpable pero sí consiguió reconstruir lo sucedido aquella noche: el hombre había tenido una extraordinaria racha jugando al pase inglés en un garito, los dados parecían hacer lo que él quería; al terminar la velada guardó sus ganancias en la media.

Lana Turner se convierte en estrella

A partir de ese momento las vidas de Judy y de su madre cambiaron. La mujer trabajaba a destajo para conseguir llegar a fin de mes, se mudaron varias veces de ciudad persiguiendo oportunidades laborales apenas dignas. Un día a la salida del colegio, alguien se acercó a Judy y le preguntó si estaba interesada en trabajar en el cine. A la mañana siguiente, la joven de 15 años y su madre se presentaron en la oficina de Zeppo Marx, el cómico que ya había dejado a sus hermanos y se destacaba como representante artístico. Les informó que podía conseguirle un contrato anual por 50 dólares semanales en un gran estudio dado que la belleza de la adolescente era singular.

En esa reunión, Zeppo le pidió a la joven que se levantara el vestido. Ella miró a la madre, que petrificada sólo atinó a ladear la cabeza casi imperceptiblemente negando el permiso. Zeppo Marx explicó: “Tiene hermosa cara, se nota que tiene buenos pechos pero no le veo las piernas. Sin eso nunca será una estrella”. La chica se levantó el vestido y el hombre aprobó lo que veía.

Les dijo que su carrera la manejaría uno de sus asistentes, Henry Willson, uno de los pocos que en ese tiempo reconocían abiertamente su homosexualidad. Le aclaró que su especialidad eran los jóvenes actores pero que estaba seguro que haría un gran trabajo con la chica. Cuando las mujeres estaban saliendo de la oficina, Zeppo Marx se dirigió a la madre: “Señora, no se preocupe. Con Willson la virginidad de su hija no corre ningún peligro”.

Mickey Cohen era el jefe mafioso al que respondía Stompanato. Lo protegió cada vez que pudo y fue el que pagó los abogados en el jucio posterior a la muerte que la familia del gangster acuchillado le inició a Lana Turner (Getty Images)
Mickey Cohen era el jefe mafioso al que respondía Stompanato. Lo protegió cada vez que pudo y fue el que pagó los abogados en el jucio posterior a la muerte que la familia del gangster acuchillado le inició a Lana Turner (Getty Images)

Willson y Zeppo Marx, además de conseguir buenas oportunidades laborales, tenían otro don: elegían excelentes nombres artísticos para sus representados. Judy desde ese día pasó a ser Lana Turner (pasados los años la actriz cambió legalmente su nombre adoptando el artístico para su vida civil).

De inmediato filmó su primera película. Un pequeño papel en el que su personaje era asesinado. Tras el estreno de They won’t forget en 1937, Lana pasó a ser una sensación. Su aparición embobó a los espectadores de todo el mundo. Pasó a ser The Sweater Girl, La Chica del Sweater. Un sweater entallado remarcaba sus pechos enloqueciendo a los hombres. Se convirtió en un instantáneo sex symbol. Luego esa prenda de vestir fue utilizada por otras actrices (o por otras vestuaristas) para resaltar las turgencias.

Si en su primer año en Hollywood participó en tres películas, el año siguiente triplicó esa cantidad. Todos los directores querían a esa joven elegante y sensual, algo enigmática en sus historias. Su belleza era magnética. En muy pocos años llegaron los protagónicos y los grandes salarios. Era una de las actrices más taquilleras y mejor pagadas de su tiempo. Los Tres Mosqueteros, El Cartero llama dos veces (se ofendió con la remake y en la famosa escena de la harina gritó en medio del cine: “¿Qué están haciendo con mi cocina?”), La Viuda Alegre, La Caldera del Diablo, entre otras.

Siempre deslumbraba con sus vestuarios (decenas por película), el maquillaje trabajado y sus peinados perfectos. El escritor español Terenci Moix la describió como “la actriz que siempre estaba peinada”. El glamour de la pantalla lo llevaba a su vida. Quería que no hubiera distancia entre sus participaciones artísticas y su vida cotidiana.

Mientras tanto su vida privada era vertiginosa. Se casaba con la misma facilidad con la que se divorciaba. Tuvo ocho casamientos y siete maridos (con uno reincidió) y siete divorcios. Y una hija, Cheryl, de su matrimonio con Steve Crane. Chery ya será importante en esta historia. Se casó con actores, un ex Tarzán, playboys, músicos y millonarios (algunos reunía más de una de esas categorías). “Siempre quise tener un marido y siete hijos, pero me salió exactamente al revés”, dijo con humor.

Algunos periodistas dijeron que la que llevó a cabo en el estrado del juicio por el asesinato de Stompanato fue la mejor actuación de la carrera de Lana Turner (Reuters)
Algunos periodistas dijeron que la que llevó a cabo en el estrado del juicio por el asesinato de Stompanato fue la mejor actuación de la carrera de Lana Turner (Reuters)

Le gustaba provocar con sus declaraciones: “Un hombre de éxito es aquel que puede ganar más dinero del que su mujer puede gastar. Una mujer de éxito es aquella que puede encontrar a un hombre así”, dijo alguna vez.

Los amores de Lana Turner

Hedda Hooper y Tallulah Bankhead, las periodistas de chimentos más temidas consignaban sus romances y aventuras amorosas. Tyrone Power, Richard Burton, Howard Hugues, Errol Flynn, Víctor Mature, Fernando Lamas y Clark Gable fueron algunas de sus famosas conquistas. Frank Sinatra dijo que ella había sido la mujer más sexual con la que había estado. Contó, también, que un día volvió a su casa y encontró a su entonces pareja, Ava Gadner esperándola en la cama junto a Lana: las dos estaban desnudas. Ava y Lana eran muy amigas desde los primeros años de ambas en los estudios y las dos habían estado casadas con Artie Shaw, el clarinetista de jazz que coleccionaba actrices pero que apenas se casaba se desvivía por convertirlas en amas de casa. De más está aclarar que fracasaba en cada intento.

Cuando Warner le canceló el contrato, Lana venía de divorciarse de Lex Barker. Parecía un año horrible. Pero consiguió una nominación al Oscar y a un novio al que apodaban Oscar.

A Lana le causó gracia el desparpajo de Johnny Stompanato. Luego del flirteo telefónico, llegaron los ramos de flores, alguna caja de bombones y una cita. Comenzaron a salir. El romance tomó velocidad. También las peleas.

Lana tuvo que viajar a Londres a filmar Another Time, Another Place. A las semanas Johnny Stompanato cayó de improviso en el set. Al día siguiente lo echaron del rodaje: tomado por los celos se abalanzó con un arma en la mano sobre el joven coprotagonista, un escocés duro, difícil y buen mozo llamado Sean Connery. Los tuvieron que separar los técnicos. Los productores de la película y Lana hicieron la denuncia y Scotland Yard se encargó de subir al mafioso a un avión para que retornara a Estados Unidos.

Lana Turner en el estrado declarando sobre los hechos de la noche del 4 de abril de 1958 (Getty Images)
Lana Turner en el estrado declarando sobre los hechos de la noche del 4 de abril de 1958 (Getty Images)

Pero cuando Lana regresó a su país, pocas semanas después, se vieron de nuevo. Hubo otras peleas. La última motivada porque ella decidió ir sola a la entrega de los Oscar en la que estaba nominada.

Cómo fue la noche del crimen

Una semana después, apenas pasada la medianoche del 4 de abril de 1958, el abogado de la actriz recibió una llamada. El teléfono a esa hora sólo podía traer malas noticias. Del otro lado, su clienta Lana Turner gritaba frases inentendibles y soltaba quebrados aullidos. “Vení, pasó algo terrible”, logró articular.

Cuando el abogado llegó a la mansión de Lana y subió hasta el dormitorio principal se encontró con una imagen que parecía sacada de una foto de Weegee. Pero esta escena era en colores. De espaldas el cuerpo quieto y frío de Stompanato. La sangre había teñido las sábanas de seda y había caído sobre la alfombra formando un río de un rojo negruzco que se perdía en el pasillo.

En un rincón del cuarto, sentada en el piso, con los brazo rodeando sus piernas dobladas y la cabeza entre las rodillas, apenas asomando sus ojos sobre ellas, estaba Cheryl Crane, una chica de 14 años, la hija de Lana Turner.

La policía y los paramédicos llegaron algunas horas después, al poco tiempo que fueron llamados. Los médicos no tuvieron nada que hacer. Hacía varias horas que Stompanato había muerto. Madre e hija declararon lo mismo ante las consultas policiales. El gángster atacó en medio de la noche a Lana, trató de abusar de ella y amenazó con matar a todas las mujeres de la casa, como tantas otras veces. Cheryl escuchó desde su cuarto y dominada por el miedo y la furia, no aguantó más. Con un cuchillo de cocina, lo apuñaló varias veces para defender a su madre.

La prensa se hizo un festín con el caso. Ocupó durante varios días la primera plana. Se habló de “la niña asesina”, de abusos, de promiscuidad y de muchas otras cosas pero sin demasiados datos.

Esta publicidad negativa parecía sepultar de manera definitiva la carrera cinematográfica de Lana que hacía unos años venía en descenso. Para los parámetros de la época parecía imposible que alguien pudiera recuperarse después de un hecho con tanta repercusión.

Todos hablaban mal de ella. Y aquellos romances que parecían olvidados, volvieron a ser comentados. Sólo la defendió el muy escuchado periodista radial Walter Winchell según consigna Kenneth Anger en su clásico libro Hollywood Babilonia: “Ella está hecha de rayos de sol, empezando por el techo de sus ojos azules, sus cabellos color miel y siguiendo por sus cimbreantes curvas. Es Lana Turner diosa de la Pantalla. Pero, repentinamente, la magia desaparece y las sombras ocupan su lugar. Hace su entrada la acechante crueldad. Lana es azotada por comentarios malignos, invadida por editoriales denigrantes y amenazada con la privación de su hija. Por supuesto, es la escandalizada virtud la que grita más fuerte. Me parece sádico someter a Lana a cualquier otro tormento. Es imposible imaginar un castigo que pueda herirla más que esta pesadilla. Y está condenada a vivir con él hasta el final de sus días… Resumiendo, ofrezcan su corazón a una muchacha que tiene el suyo destrozado”.

Lana Turner y su hija Cheryl Crane junto a sus abogados durante el juicio por el asesinato de Johnny Stompanato (Reuters)
Lana Turner y su hija Cheryl Crane junto a sus abogados durante el juicio por el asesinato de Johnny Stompanato (Reuters)

El juicio fue escandaloso. Un gran hecho mediático seguido por los diarios. Cada audiencia provocaba una marea de periodistas que enloquecían por llevar a sus redacciones los detalles escabrosos que salían a la luz en la sal. El fiscal presentó cartas que Lana le había enviado a Johnny. Contenían declaraciones de amor, comentarios sexuales y describían juegos sadomasoquistas. Trataba de demostrar que la violencia alegada por la defensa era parte de una costumbre sexual y no abusos por parte del mafioso. Luego se supo que las misivas las proporcionó el mafioso Mickey Cohen.

Luego estaban las distintas hipótesis. ¿Fue Lana y no Cheryl la asesina? ¿Ambas mujeres decidieron matarlo, en realidad, mientras dormía? ¿Lo dejaron desangrar antes de llamar a los médicos o a alguien para que lo asistiera? ¿El móvil fue en realidad que el hombre tenía relaciones con las dos mujeres y Lana se enteró esa noche? Nadie sabe con certeza que sucedió esa noche.

Lana con un elegante trajecito de dos piezas subió al estrado y brindó un testimonio conmovedor. El énfasis en cada frase, los silencios, los gestos medidos, las lágrimas, el breve pañuelo blanco en una mano para secarlas, los momentos en que las palabras parecían trabarse en su garganta y ella las hacía fluir tras tomar un trago de agua. Con su paso por el banquillo como testigo, el jurado quedó convencido que la hija no cometió un homicidio, sino que actuó en legítima defensa.

Algunos periodistas sostuvieron que la de Lana, esa tarde frente al juez y al jurado que la escrutaba, fue la mejor actuación de su carrera.

Al terminar las audiencias, y en menos de veinte minutos, llegó al veredicto: la joven fue declarada inocente porque el homicidio fue en defensa propia.

Johnny Stompanato, el gangster seductor, murió, según la justicia, bajo el puño de una chica de 14 años.

Cheryl Crane siguió sufriendo las consecuencias del episodio durante décadas. En los primeros años cada uno de sus movimientos era seguido por los diarios. Cuando contó a sus padres que era lesbiana, la noticia llegó a las portadas, así como también los avatares de su vida universitaria y laboral. Luego se dedicó al mercado inmobiliario. Y escribió sus memoria narrando alternativas de los hechos y su infancia y juventud como una “hija de Hollywood” y carne de tabloide. La relación con su madre se resquebrajó rápidamente. Cheryl estuvo casada durante 40 años con Joyce Leroy, una amiga de la infancia. Lana casi la ignoró en su testamento dejando casi todo a la empleada que la cuidó durante sus últimos años.

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