Considerada la mujer más sexy del mundo en los años ‘70, Farrah Leni Fawcett, en realidad, tuvo una vida muy dura, colmada de escándalos, sinsabores, engaños y desengaños. Su salud deteriorada y un maldito cáncer de colon con metástasis en el hígado terminaron con su vida muy joven. Murió a los 62 años, el 25 de junio de 2009, en el Centro de Salud Saint John’s de Santa Mónica. El mismo día en que Michael Jackson dio su último respiro, como los medios se inclinaron por la muerte del Rey de Pop, el deceso de Fawcett pasó prácticamente desapercibido. Tan es así, que al año siguiente, la Academia de artes y ciencias cinematográficas omitió sumarla a los homenajes de los artistas fallecidos para la 82° Edición de los Premios Oscar. Pero incluyó el nombre del creador de Thriller. Hoy, la mujer de sonrisa deslumbrante cumpliría 74 años.
Nacida en Corpus Christi, en el estado de Texas, Estados Unidos, el 2 de febrero de 1947, fue la hija del matrimonio de James Fawcett y Pauline Evans, padres que siempre trataron de consentir sus deseos. Su padre mostraba orgulloso las dotes de su hija como atleta natural. Se educó en una escuela con una fuerte formación en las artes plásticas. Poco tiempo después de graduarse se inscribió en la University of Texas, en la ciudad de Austin, donde ganó un concurso de belleza, la puerta que le permitió que un productor se contactara con ella para proponerle ser actriz. Una vez recibida de microbióloga, la protagonista de Los Ángeles de Charlie optó por las luces de los reflectores.
No tardó en viajar a la ciudad de Los Ángeles, donde se destacó por su cabello rubio natural y lleno de vida. Las propuestas no pararon de llegar: primero para hacer publicidades y luego para actuar en series de televisión. Su primer éxito fue en Logan’s Run, un film de ciencia ficción donde su participación fue solo en un papel de reparto, lo suficiente como para que su ascenso sea meteórico.
Pero su gran oportunidad llegaría en 1976 con Los ángeles de Charlie. “Era guapa y simpática, una combinación difícil de encontrar”, describió Leonard Goldberg, coproductor de la serie junto a Aaron Spelling, quien, impresionado por su belleza y su personalidad vivaz, decidió que Farrah tenía el rostro perfecto para encarnar a la líder del trío de los Charlie’s Angels.
El show se volvió de repente en el más popular de la televisión estadounidense, con altísimos porcentajes de audiencia. Las tres actrices fueron realmente famosas, pero Farrah fue la que más sobresalió. De la noche a la mañana se convirtió en la mujer más deseada de los Estados Unidos, fue la “Niña Mimada de Hollywood”. Las revistas más prestigiosas la perseguían para que esta rubia sea tapa; los fotógrafos se derretían ante tanta belleza.
Las razones de semejante éxito fueron varias: desde que la revista Playboy la viera como “el primer símbolo visual de masas de fresca sexualidad post-neurosis” hasta que el Journal of Popular Culture sostuviera que su popularidad reflejaba un “nuevo énfasis en la feminidad tras la androginia de finales de los 60 y principios de los 70″. Fawcett fue más sencilla: “Cuando la serie llegó al número tres en el índice de audiencia, creí que se debía a nuestra interpretación. Pero cuando llegó al uno pensé que sólo se podía deber a que ninguna llevábamos corpiño”.
Era tal la atracción y la empatía que despertaba Fawcett, que Cameron Díaz dijo una vez: “Hay dos tipos de chicas guapas: las que pueden convertirse en tus mejores amigas y las que crees que intentarán robarte el novio. Farrah era del primer tipo. Las mujeres iban a la peluquería y decían: ‘Hazme un Farrah’. Fue un fenómeno. Ella era enorme”, recuerda Goldberg.
Después de saborear el éxito junto a Kate Jackson y Jaclyn Smith, Farrah decidió abandonar Los Angeles de Charlie por diferencias económicas. Una mala idea, ya que después debió pelear para lograr el reconocimiento y que los productores volvieran a confiar en una actriz que rompió un contrato tan importante.
En un camino de obstáculos, finalmente consiguió ambas cosas: dejó atrás a la sex symbol para recuperar a la actriz de los personajes complejos, como los que interpretó en la serie The Burning Bed o en las versiones cinematográficas de Extremities. Pero, desde entonces, sus apariciones en las revistas tuvieron más relacionadas con sus escándalos personales que con sus logros profesionales. Una situación que la actriz nunca pudo superar.
Farrah Fawcett quiso a dos hombres. Amó solo a uno.
Lee Majors, el protagonista del Hombre Nuclear, debía asistir a un evento y necesitaba una acompañante. Su agente, “me dijo que eligiera a la chica más guapa, así que lo hice”, dijo Majors. Corría el año 1968 cuando el actor eligió a la rubia despampanante en una montaña de clientes potenciales para ser su cita .
La actriz, que recibió la invitación de Majors, pensó: “¿Quién se cree que es?”. Sin embargo, ella aceptó de todos modos. Fawcett, supuestamente no bebía, pidió un whisky con cola. Terminó descompuesta en el baño del lugar. Al día siguiente, Lee le envió 13 rosas amarilla. “El primer momento que estuvimos juntos, eso fue básicamente todo”, dijo Majors sobre esa primera cita.
El romance de Fawcett y Majors fue el más icónico y memorable de los años ‘70. Se casaron el 28 de Julio de 1973. Farrah seguía acumulando fama -y dinero- y las extendidas jornadas laborales produjeron una erosión en el seno de su matrimonio, más allá de la sensación de sentirse eclipsado por la popularidad de su mujer. El matrimonio fue breve, pero terminó oficialmente en 1982, el tiempo en el que ella había encontrado, por fin, al amor de su vida: Ryan O’Neal, muy amigo de Majors. Un día, Lee le pidió un favor bastante especial al protagonista de Love Story. Como debía viajar a Europa le preguntó a su amigo si podía llevar a cenar a su esposa, para que no se aburriera mientras él estuviera de viaje. Pudo más su instinto de conquistador. Según los rumores, esa noche se partieron la boca con un largo beso.
El romance comenzó a fines de los ‘70, pero se hizo público recién en 1982, cuando la actriz se divorció de Lee Majors. La nueva pareja protagonizó un turbulento romance, del que nació su hijo Redmond, quien en 2021 recibió tratamiento de salud mental antes de ser juzgado por delitos graves, la sentencia llegará este año. Las crisis entre ellos aumentaron debido a la adicción a las drogas de su hijo y sus constantes entradas a prisión. Aunque no fue el único episodio policial que vivió la familia. En 2007, O’Neal fue detenido por la policía de Los Ángeles, acusado de dispararle a su hijo mayor, Griffin (con quien ya había tenido problemas), durante una pelea doméstica. El incidente nunca se aclaró, y el actor tuvo que que afrontar una fianza de 50 mil dólares para salir de la prisión.
Pero las constantes infidelidades de Ryan y el vínculo deteriorado que los dos terminaron de destruir la relación, que concluyó en 1997. De común acuerdo tomaron la decisión de por fin a la pareja.
In fraganti
En una entrevista, O’Neal describió algunos de los motivos que habían originado su ruptura con Fawcett. La menopausia es uno. “Creo que Farrah estaba cambiando -dijo-. Yo no cambié de vida; fui siempre un idiota. Pero estas divas dan mucho trabajo; estaba harto, y creía que ya no me valoraba. Y entonces tuve la suerte de conocer aquella chica joven que para mí era más una hija que una amante, Leslie Stefanson, una guapa actriz con menos de la mitad de años que yo”.
La nueva conquista del actor estaba con él en la cama de la casa de Malibú cuando Farrah lo visitó de sorpresa por el día de San Valentín . “Fue terrible -recuerda O’Neal-. No esperaba que viniese. Intenté ponerme los pantalones, pero metí las piernas en un solo lugar. Leslie se metió rápidamente debajo de las sábanas. Creí que Farrah se iba a lanzar sobre ella, pero dijo: ‘¿Cómo te llamas?’, Leslie respondió: ‘Leslie’. Y Farrah se marchó”.
La ruptura fue devastadora para la actriz. “Vi cómo su vida se desintegraba”, dijo su exmarido. Después de haber transitado años tratando de apartarse de su status de sex symbol, Fawcett estaba desesperada por recuperar a su amor. Estuvieron casi tres décadas intermitentemente juntos .
La decadencia de una estrella
Pese a el padecimiento por la pérdida de su hombre, a los 48 años apareció desnuda en Playboy, vendió cuatro millones de copias, convirtiéndose así en el número más vendido de la década de los ‘90. Dos años después, participó de una grabación para Playboy, All of me, en la que salía desnuda pintándose el cuerpo con pintura dorada. “Una fantasía porno-erótica de autobombo fascinantemente deprimente”, la definió Lisa Schwarzbaum en Entertainment Weekly. Acto seguido, Fawcett se mostró en el programa de David Letterman, donde se la vio tan perdida e incoherente, que enseguida se empezó a hablar de una supuesta adicción a las drogas. O´Neal fue tajante: “No necesitaba ninguna sustancia. Ni siquiera conseguí que se fumase un porro”. Pero sí admite que su entonces mujer podía haber tenido problemas con el alcohol: “Si bebía, se volvía un poco agresiva”.
A medida de que la actriz fue cumpliendo años, la carrera de Fawcett se evaporó inexorablemente. Las producciones que realizaba tuvieron guiones muy pobres. Lo que no ayudó a que Fawcett recuperara su carrera artística.
En 2006, le llegaría la pero noticia: padecía cáncer. Según O’Neal, se han reencontrado tras estar viviendo uno de los momentos más difíciles de su vida para unirse para siempre. “Daremos el ‘sí quiero’ tan pronto como ella pueda -comentó- . Solía pedirle todo el tiempo que se casara conmigo, pero sólo se trataba de una broma. Nos reíamos sobre ello”. Después de que Ryan, el eterno amor de Farrah Fawcett confesara en una entrevista televisiva que el viernes contraerían matrimonio, la actriz ha tenido que volver a ser internada en el hospital. En una entrevista de ABC en el programa 20/20, O’Neal, conmovido por la situación de su mujer, reconoció que “está luchando por su vida. Su estado es terminal, está internada y se suspendieron los tratamientos. Es una historia de amor, sí, pero yo no sé cómo actuar en ésta”, admitió. “No quiero saber de este mundo sin ella”.
En los últimos días de su vida, Fawcett estuvo muy sedada, al punto que punto que a veces no podía reconocer a Ryan O’Neal. “Anoche cuando fui al hospital le pregunté: ‘¿Quién soy?’. Tenía la mirada perdida y Farrah me respondió: ‘Steve”, contó O’Neal . “Giré hacia la enfermera y le dije: ‘¿Quién es Steve?’. Me respondió: ‘Es quien le suministra los fármacos”.
“Ella no pensaba que fuera a ser así”, sostiene Doug Vaughan, vicepresidente primero de la NBC que trabajó con la actriz en Farrah’s story, un diario audiovisual que realizó sobre su lucha contra el cáncer. “Estaba segura de que iba a superarlo”. La actriz viajó durante dos años entre su casa de California y una clínica alemana donde recibió varios tratamientos alternativos. “El gran mensaje para la gente es: no abandones, digan lo que digan. ¡Sigue luchando!”, explicó en su momento Alana Stewart, ex esposa de Rod Stewart y amiga de Fawcett.
“Quiero seguir viviendo. Por lo que le digo a Dios seriamente, es hora de que suceda un milagro”, suplicó Fawcett en un vídeo grabado cuando ya no había nada que hacer.
Los días finales
La agonía fue tremenda. “Pensaba en comprarme una moto, así me mataría y podría unirme a ella”, dijo Ryan antes de la muerte de Farrah. “Pero después me dije: ¡no, no puedo porque mi hijo está otra vez en la cárcel!”. Incluso bromeó con la idea de intentar quedarse con los bienes de Fawcett. “Tiene mucho dinero; estamos intentando averiguar cuánto -comentó-. Creo que deben ser unos 25 millones de dólares entre el banco y las propiedades”. “Se suponía que tenía que venir al hospital sólo para un par de días, pero no sé si la volveremos a tener en casa”.
Finalmente, el 25 de junio Farrah Fawcett dejó este mundo. En el último instante, O’Neal y su amiga Alana Stewart estaban junto a su cama, aunque su hijo no pudo estar en ese momento, la Justicia le permitió asistir al funeral de su madre, en la Catedral de Nuestra Señora de los Ángeles, en Los Ángeles. “Lo mantuvieron esposado, pero llevó el féretro”, contó después Ryan.
Como sabía los problemas que afrontaba su hijo, Farrah dejó un testamento donde dejó como heredero universal de sus bienes a su hijo Redmond, aunque son supervisados por dos albaceas para que administraran la fortuna que la actriz forjó en la plenitud de su carrera.
Después de tres años de lucha, el “ángel” se marchó al cielo.
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