Pedro Cahn, creador de la Fundación Huésped: "Hoy, tener HIV no es una condena a muerte”

El infectólogo que creó la fundación trae un mensaje de esperanza, pero advierte que la clave “es la detección temprana”. Además, en una charla con Edgardo Corts, un mendocino que convive con el virus desde 1989, habla de una población oculta, cada año suma 6.500 argentinos, de la nueva ley de HIV y la posibilidad del autotesteo

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Pedro Cahn y Edgrado Corts (Foto Fabián Mattiazzi/GENTE)
Pedro Cahn y Edgrado Corts (Foto Fabián Mattiazzi/GENTE)

"El mundo se divide en dos clases de personas: los que son parte del problema y los que son parte de la solución", dice con la simpleza de los grandes Pedro Cahn (70), el creador de la Fundación Huésped, pionera y líder en la lucha contra el sida en la Argentina desde hace tres décadas. A su lado está Edgardo Corts (66), un mendocino que fue diagnosticado HIV positivo en 1989 y que hoy cuenta su experiencia para que todos vean "que se puede salir adelante".

–¿Recordás cuándo te diagnosticaron?

Edgardo: Sí, cómo olvidarlo. "Te quedan dos años de vida", me dijo mi médico de entonces… ¡Es que prácticamente no había medicación!
Pedro: Así es, y cuando la hubo, el tratamiento era engorroso. Habían pacientes que decían "yo vivo para el tratamiento" porque tomaban de quince a veinte pastillas diarias. En cambio ahora es muy sencillo: una pastillita al día, y listo. Tener HIV ya no es una condena a muerte si el paciente es diagnosticado a tiempo.

Pedro Cahn y Eduardo (Foto Fabián Mattiazzi/GENTE)
Pedro Cahn y Eduardo (Foto Fabián Mattiazzi/GENTE)

–¿Hay muchos que no lo son?

P: Sí, en la Argentina el 30 por ciento de la población que vive con el virus lo desconoce. Entonces no puede hacer nada por su salud y sigue siendo un eslabón involuntario en la cadena de transmisión. Todos deberían testearse porque en nuestro país, cada año, hay 6.500 nuevos casos. Y eso, de alguna manera, es un fracaso del sistema de salud, que no sale en busca del paciente. El que se acerca es el que tiene tiempo de hacerse el testeo sobre el HIV: como es de lunes a viernes, está en un trabajo en el que no le descuentan el presentismo, y va. Los demás, llegan en ambulancia.

400 personas asisten año a año para recaudar fondos para la Fundación Huésped.
400 personas asisten año a año para recaudar fondos para la Fundación Huésped.

–¿Cada vez hay más adolescentes que lo contraen?

P: Sí, la población que más viene creciendo es la que está entre los quince y veintinueve años. Pero no es la única. Con Edgardo, por ejemplo, nos conocimos en un simposio en el que él hablaba de los pacientes que tienen más de cinco décadas, una población oculta, porque uno de los estigmas de esta enfermedad es pensar que el paciente es joven, con aspecto de gay, aritos y tatuajes… Y en Argentina un 25 por ciento de quienes viven con el virus suman más de 50 años. Muchos siguen con nosotros gracias a los tratamientos, y otros contraen la infección a esa edad, cuando se separan y vuelven a la vida social sin cuidarse.
E: Y para ellos no hay prevención ni comunicación. Es por eso que queremos que incluyan en la nueva ley a esta población, y a la de los chicos que nacieron a través de la transmisión vertical del virus.
P: La actual ley es de 1989 y atrasa. Y la nueva, que va a garantizar el acceso al diagnóstico y al tratamiento, entre otras cosas incluye un artículo que prohíbe hacer el test de VIH como prelaboral. Hay que entender que si yo sé que mi compañero se testeó y lo echaron, lo más probable es que yo prefiera no hacerlo. Y nosotros tenemos que ayudar a que no haya más gente en el closet del HIV.
E: A mí me llevó muchos años salir del closet de la sexualidad y del closet del HIV. A pesar de que siempre he tenido el respeto de mi familia –soy papá de dos hijos y abuelo de tres nietos–, no ha sido fácil. Es un proceso que sigue adelante. La parte espiritual del abrazo, la palabra, la presencia y la mirada fue fundamental. Uno de los problemas núcleo del crecimiento del virus es el estigma y la discriminación.
P: Justamente es por miedo a la discriminación que la gente no se testea. Tendríamos que transformar el testeo en una cosa normal, como controlar la presión o la glucemia. Pero eso no lo podemos hacer si la gente dice "Fulano tiene HIV, ¿por qué será?", cuando, por ejemplo, nadie pregunta por qué alguien tiene diabetes. Incluso hay gente que exclama "¿Por qué el Estado tiene que gastar dinero en esos tipos que no se cuidaron?". Con ese criterio la próxima vez que llegue a la unidad coronaria, con un infarto, un señor obeso, fumador e hipertenso, habría que dejar que se muera porque se la buscó.

Los Pumas Martín Landajo y Agustín Creevy durante la subasta que realizaron Julián Weich y Carla Peterson.
Los Pumas Martín Landajo y Agustín Creevy durante la subasta que realizaron Julián Weich y Carla Peterson.

–¿El autotesteo podría llegar a nuestro país?

P: Sí, y no estamos tan lejos. Sólo hay que resolver algunas rigideces. Existe un hisopo que todavía no está disponible acá, y ayudaría muchísimo. La idea, a futuro, es que el testeo del VIH no tenga que estar exclusivamente en manos de los bioquímicos: que sea uno más, como el test de embarazo.

Por Kari Araujo

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