“Dreams" es el juego de todos los juegos

El nuevo exclusivo de PlayStation 4 ya está en el mercado. Su desarrolladora, Media Molecule, consigue plasmar todas sus intenciones y aprendizajes a lo largo de su extenso camino y se disfruta.

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Siempre con el foco puesto en crear experiencias que den a los jugadores no sólo el disfrute tradicional de los videojuegos, sino también la posibilidad de formar parte de ellos mediante distintos procesos creativos, así es Dreams, la nueva propuesta exclusiva de PlayStation con alma lúdica. La serie Little Big Planet por ejemplo, partió de la idea de crear tus propios niveles e historias, para culminar en una tercera entrega que permitía incluso generar juegos de géneros diversos.

Dreams

Tearaway, otro de los títulos de la misma empresa, ponía al jugador en su centro y rompía la cuarta pared con referencias directas a nosotros mismos, pero también invitándonos a crear en papel personajes y elementos de su universo. El lema siempre fue el mismo: jugar, crear y compartir, y en Dreams es donde esta filosofía alcanza su cénit.

A grandes rasgos, este juego es una especie de red social de artistas, músicos, escultores, escritores… Creadores. O “Soñadores”, como el juego nos bautiza. Está dividida en dos grandes núcleos. El primero, es el “Modelador de sueños”, porque Dreams puede ser el juego de todos los juegos, pero antes de empezar por ahí, hay que pasar por el taller.

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Media Molecule logró sintetizar dentro de este juego una poderosa y versátil herramienta con la que crear prácticamente todo lo que se nos ocurra. Podemos modelar y animar personajes; podemos programar la lógica de los objetos, objetivos y condiciones para cada nivel y luego, para el juego en sí mismo. Es una potente solución de producción musical. Podemos volvernos pintores virtuales o escultores, por caso. No es sencillo: para lograr dominar todas las áreas y crear uno de los maravilloso juegos que pululan en el universo de Dreams, tenemos que pasar por una enorme cantidad de tutoriales.

Todos muy bien explicados y didácticos. Y la herramienta es muy visual e intuitiva y permite trabajos realmente increíbles, todos ellos tallados con los sticks del pad de PS4, o por control de movimiento o con las bochitas luminosas de PlayStation Move. Esto no es poca cosa: es un logro sin precedentes. Y lo digo como alguien que jugueteó con herramientas para crear juegos de una forma más tradicional. Dreams promete que cualquiera puede crear lo que se les ocurra con algo de práctica e ingenio. Concretar esas metas creativas es donde reside el encanto y la maravilla de la experiencia de Dreams.

La faceta de “social” o “colectiva” de Dreams empieza a manifestarse una vez que concluimos con nuestra creación y la ponemos a disposición del resto de los jugadores. Sean animaciones, música, elementos de juego, todo sirve para compartir en Dreams. Digamos que estoy intentando hacer un juego de carreras y encuentro un vehículo que me gusta por su aspecto y calza bien en mi proyecto: puedo tomarlo y ponerlo a funcionar en mi juego. Dreams se encarga de gestionarlo todo, incluso de darle crédito al creador de los elementos que usemos en nuestro proyecto. Es realmente maravilloso.

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Pero para impresionarnos todavía más, podemos ir al otro gran apartado que nos ofrece: “Dream Surfing”, algo así como “surfear entre sueños”. Aquí es donde vienen a parar las experiencias interactivas -o no- creadas por la comunidad. Hay un sinfín de modos de explorar los sueños subidos por el resto de los jugadores: por categorías como juegos, música, escenas. Por su temática o duración. Incluso la propia Media Molecule lanza propuestas en forma de Jams -un evento creativo que suele celebrarse en la comunidad del desarrollo de videojuegos- en donde los participantes crean a través de distintas consignas.

Si Dreams es comparable a un instrumento musical -que nos enamora por sus curvas, su detallada construcción, pero por sobre todo, por sus infinitas posibilidades-, Dreamsurfing sería como tener la habilidad de escuchar todo lo que practican los ejecutantes de dicho instrumento. Podríamos pasar decenas de horas jugando con prototipos de juegos, escuchando música, viendo esculturas o bien juegos que poseen una narrativa y mecánicas concretas. Durante mis momentos surfeando sueños me encontré de todo: esculturas detalladísimas de superhéroes de Marvel; una recreación alucinante de los primeros 5 minutos de Star Wars: Una nueva esperanza.

Jugué clones bizarros de Sonic, juegos de acción en primera persona que evocaban a Resident Evil, aventuras gráficas, juegos de RPG que evocan a Final Fantasy VII. Hay hasta juegos de plataforma clásicos con una estética digna de 8 bits, y uno de mis favoritos, un juego que combina perfectamente la idea de Sim City y Cities: Skylines. El creador de ese “sueño” resolvió la forma de establecer metas concretas, imaginar la evolución de la ciudad de acuerdo a nuestro hacer. Inventó menús contextuales mediante la pulsación de distintos botones. Decir que es alucinante es quedarme corto.

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En todo este tiempo que llevamos de espera hasta su lanzamiento era difícil vislumbrar realmente cuál era el alcance o flexibilidad de esta herramienta, y descubrimos con sorpresa y alegría que no parece tenerlas. O al menos, no mientras Dreams funcione. El gran límite de Dreams lo pone el ecosistema cerrado que lo contiene. A diferencia de un instrumento musical que podemos grabar y compartir; o de herramientas de creación de videojuegos que permiten compilar y exportar, todo lo que hagamos en Dreams queda en Dreams.

Ahí es donde también se percibe esta dinámica de red social en la que todo parece un tanto efímero. Pensar en ejemplos como Facebook o Twitter nos invitan a imaginarlas con vida eterna, pero también existen casos como los de Vine, en donde cientos de horas de material creativo terminaron en el tacho. La prosperidad de Dreams dependerá de muchos factores: en primer lugar, de sus entusiastas creativos que le sacan jugo de maneras inimaginables; por otro lado, de lo mucho que lo quieran sostener en el tiempo tanto Media Molecule como Sony, y esto estará signado por qué tan bien le vaya al juego desde el punto de vista comercial.

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Sin dudas que en el dominio de lo que Dreams ofrece -como también de nuestra capacidad creativa- hay recompensa, pero ¿realmente lo vale siendo que nuestra creatividad, nuestro arte, queda tan condicionado, o atrapado? Como sea, estas son preguntas que no tienen respuesta inmediata. Aquí y ahora, Dreams es una maravilla. Es una usina creativa que ya está dando señales de no tener límites, de que puede ser tranquilamente un juego que los contenga a todos. Puede ser también tus (o mis) primeros pasos en el maravilloso arte de diseñar videojuegos.

Y en esto es verdaderamente único. No hay un solo juego o herramienta tan amigable, tan accesible, que permita vislumbrar resultados tan maravillosos como distintos e inmediatos. Así no crees jamás una sola textura; un modelo animado o sin ir más lejos, un videojuego bien básico, el costo de admisión está más que justificado en la cantidad de horas de surfeo onírico jugable que ya están disponibles. Ni hablar de todas las que vendrán.

Dreams ya se encuentra disponible en PlayStation 4. En nuestro país, se consigue oficialmente en formato digital.