En los años posteriores a la Segunda Guerra Mundial un inesperado invasor se estableció en la isla de Guam, en el Pacífico Occidental. Sin ser detectada al principio, la serpiente arbórea marrón llegó oculta en un barco de carga y a medida que su población crecía, los efectos en el frágil ecosistema se hicieron evidentes. Sin depredadores naturales que controlaran su expansión, esta especie invasora encontró en Guam un entorno propicio para multiplicarse y satisfacer su voraz apetito, a costa de las aves nativas de la isla.
Durante cuatro décadas, las serpientes se apoderaron de los bosques y diezmaron casi al completo la población de aves en Guam. De las doce especies nativas, diez están extintas y las dos restantes sobreviven en áreas remotas. Los bosques de Guam perdieron su característico sonido y la función esencial de las aves como dispersoras de semillas.
Según detalló a BBC Henry Pollock, director ejecutivo de Southern Plains Land Trust, el ecosistema sufrió una transformación radical: las serpientes devoran prácticamente cualquier animal pequeño, lo cual ha alterado la composición de especies y la estabilidad del ambiente insular.
El bosque de piedra caliza de Guam, un entorno complicado para la vida vegetal y animal, se enfrenta ahora a un desafío aún mayor. Conocido por su superficie rocosa y su limitada capa de suelo, este ecosistema dependía de las aves para que sus semillas se dispersaran y germinaran. Al desaparecer las aves, los árboles pierden su capacidad de expandirse; las frutas y semillas caen al suelo pudriéndose en el lugar. Este fenómeno amenaza a aproximadamente el 70% de las especies de árboles de Guam, que no logran reproducirse en ausencia de dispersión natural.
El proceso de regeneración se ha detenido en muchos sitios, y la estructura del ecosistema cambia progresivamente hacia un estado de deterioro. Si las serpientes continúan dominando, Guam podría enfrentarse a una transformación irreversible, donde el equilibrio de su flora y fauna nativa ya no logre recuperarse.
Multiplicación de arañas: un nuevo desequilibrio
En ausencia de aves depredadoras, las arañas han encontrado en Guam un paraíso donde su población ha crecido sin freno. Los bosques se cubren ahora de telarañas, con especies como la araña bananera gigante y la araña de tela de tienda que establecen complejas redes comunales. Durante la época de lluvias, el número de arañas en Guam es 40 veces mayor al de otras islas cercanas, y en la estación seca es 2,3 veces superior, lo que convierte el entorno en una “pesadilla arácnida”, como la describe a Nature Haldre Rogers, profesora de Virginia Tech y experta en ecología de Guam.
Esfuerzos fallidos para controlar la población de serpientes
Los intentos por reducir la población de serpientes en Guam han sido extensos y costosos, pero en gran medida frustrados. Las autoridades han empleado desde trampas y repelentes hasta venenos, químicos irritantes y estudios sobre posibles virus que puedan afectar a las serpientes sin dañar a otros animales.
Con un presupuesto de alrededor de 3,8 millones de dólares anuales, la lucha ha tenido poco éxito en áreas abiertas. Una excepción parcial ha sido el área de Andersen Air Force Base, donde el uso de paracetamol en cebos venenosos y vallas protectoras permitió cierto control, pero este método es difícil de aplicar en los bosques densos de Guam.
El caso de Guam muestra cómo una especie invasora, la serpiente arbórea marrón, puede causar una crisis ecológica, alterando fauna, flora y la estructura del bosque. El gran aumento de arañas y la falta de dispersión de semillas amenazan la biodiversidad y regeneración del ecosistema. Sin soluciones sostenibles, Guam enfrenta un futuro incierto y se convierte en un recordatorio de los riesgos de especies invasoras en entornos insulares vulnerables.