
Una herramienta innovadora que emplea pruebas genéticas para evaluar si ciertas personas corren el riesgo de desarrollar trastorno por uso de opioides fue aprobada recientemente por la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (FDA). La prueba, denominada AutoGenomics AvertD, está dirigida a adultos que están contemplando un tratamiento a corto plazo con medicamentos analgésicos opioides orales, como después de una cirugía programada.
“La crisis de los opiáceos, uno de los problemas de salud pública más profundos a los que se enfrenta Estados Unidos, exige medidas innovadoras para prevenir, diagnosticar y tratar el trastorno por consumo de opiáceos, incluso para evaluar el riesgo de desarrollar el trastorno”, dijo el Dr. Jeff Shuren, director del Centro de Dispositivos y Salud Radiológica de la FDA, en una declaración citada por CNN.
“Esta aprobación representa otro paso adelante en los esfuerzos de la FDA por prevenir nuevos casos de OUD (Trastorno por Uso de Opioides), apoyar el tratamiento de quienes padecen el trastorno y disminuir el uso indebido de analgésicos opiáceos.” aseguró el doctor Shuren.

El test AvertD, que sólo puede prescribirse a personas mayores de 18 años sin uso previo de opioides, analiza una muestra obtenida mediante un hisopo de mejilla para examinar 15 marcadores genéticos vinculados con las vías de recompensa del cerebro y la adicción y requiere el consentimiento del paciente.
Según confirmó la agencia Reuters, esta prueba de laboratorio genético es de uso exclusivo bajo prescripción médica y fue diseñada para ser empleado antes del primer consumo de analgésicos opioides orales en personas que se encuentran evaluando recibir una prescripción de entre 4 a 30 días para tratar dolor agudo.
Qué son los opioides
Los opioides orales son un tipo de medicamentos recetados cuya función principal es aliviar el dolor. Actúan en el sistema nervioso central al unirse a receptores específicos conocidos como receptores opioides, que están presentes en el cerebro, la médula espinal y otras partes del cuerpo, para disminuir la percepción del dolor. Estos fármacos son derivados del opio o sintetizados para emular la acción de los compuestos naturales del opio.

Los opioides orales se utilizan comúnmente para el tratamiento de dolores moderados a intensos que no responden bien a otros analgésicos, como los dolores postquirúrgicos, el dolor de cáncer o en casos de dolor crónico severo. Entre los ejemplos más conocidos de opioides orales se incluyen la morfina, la oxicodona, la hidrocodona y el tramadol.
Es importante señalar que los opioides tienen un alto potencial de causar dependencia, tolerancia y abuso, lo que puede llevar al desarrollo de trastornos por uso de opioides. Por esta razón, su administración debe ser estrictamente supervisada por profesionales de la salud y su uso limitado al tiempo estrictamente necesario para controlar el dolor.
Epidemia de opioides en Estados Unidos
El potencial adictivo de estos analgésicos ha contribuido a una epidemia de opioides en Estados Unidos. Casi 6 millones de personas de 12 años o más padecieron de algún trastorno relacionado con el uso de estos analgésicos en 2022, y las muertes por sobredosis de drogas, con opioides implicados en alrededor del 75% de los casos, han incrementado significativamente. Más de 83.000 personas fallecieron el año pasado por sobredosis involucrando opioides, según datos del Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades de Estados Unidos citados por Fox News.

La crisis comenzó a finales de la década de 1990, cuando se produjo un cambio en la prescripción de analgésicos para el tratamiento del dolor, favoreciendo el uso de opioides. La industria farmacéutica promovió fuertemente estos medicamentos a los profesionales de la salud, minimizando los riesgos de adicción y asegurando que eran seguros para el manejo del dolor crónico. Como resultado, las prescripciones de opioides aumentaron considerablemente.
Con el tiempo, muchos pacientes desarrollaron dependencia y tolerancia a estos medicamentos, lo que en algunos casos condujo a un uso indebido y a la búsqueda de drogas más potentes o más baratas, como la heroína. Además, el fentanilo, un opioide sintético extremadamente potente, comenzó a circular ilegalmente, a menudo combinado con otras drogas, lo que aumentó drásticamente las tasas de sobredosis mortales.
Las autoridades de salud y funcionarios gubernamentales han estado trabajando para contener la epidemia a través de distintas estrategias, que incluyen la implementación de programas de monitoreo de prescripciones, la mejora en el acceso a tratamientos para la adicción, la educación de médicos y pacientes sobre los riesgos de los opioides, y la disponibilidad de naloxona, un medicamento que puede revertir una sobredosis de opioides, para socorristas y el público en general.
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