El mejor cine en lo que llevamos de siglo XXI (25 películas en 25 años): de ‘Deseando amar’ a ‘Barbie’ pasando por el fenómeno de ‘Parásitos’

Celebramos el 25 aniversario de lo que llevamos de siglo eligiendo una película por cada año entre aquellas propuestas que han tenido una relevancia cultural más representativa

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Algunas imágenes de películas que
Algunas imágenes de películas que han destacado por una u otra razón a lo largo de los 25 años que llevamos de siglo

Han pasado 25 años del cambio de siglo y es un buen momento para echar la vista atrás y recopilar aquellas películas que han marcado de alguna manera el panorama cinematográfico mundial.

A lo largo de este tiempo la industria audiovisual se ha transformado de una manera radical con la irrupción de las plataformas digitales, cuya entrada supuso una auténtica revolución no solo en los hábitos de consumo, sino también en la propia naturaleza de la películas.

Resulta difícil resumir los cambios que se han producido en el panorama audiovisual, aunque algunas de las transformaciones más importantes tienen que ver con las reivindicaciones sociales de los diferentes colectivos que habían sufrido discriminación históricamente. Por esa razón, el cine se abrió a la diversidad tanto de género como racial gracias a movimientos como el #MeToo, el Black Lives Matters o el #WhiteWashedOUT que contribuyeron a promover un cambio de mentalidad en el subconsciente colectivo.

Trailer de 'Parásitos', una de las películas más importantes de este siglo

Al fin y al cabo, el cine es un espejo de nuestro tiempo y se ha ido transformando de acuerdo al momento social y político, de forma que incluso los géneros se han reinventado a medida que las nuevas generaciones se han ido incorporando a las grandes producciones.

Desde Infobae elegimos una película por año para intentar configurar una visión global de lo que han significado estos 25 años. Se trata de películas que, por alguna razón, han sido importantes para el imaginario cinéfilo, o se han convertido en ‘blockbusters’ que han supuesto un antes y un después para la industria, películas que representan los cambios dentro del sistema o que han anunciado nuevas tendencias que han marcado el ‘subconsciente’ colectivo.

‘Deseando amar’, de Wong Kar-Wai (2000)

Maggie Cheung y Toni Leung
Maggie Cheung y Toni Leung en 'In the Mood for Love', de Wong Kar-wai

A lo largo de los años noventa, y coincidiendo con el boom del cine asiático que se introdujo a través de los festivales internacionales, Wong Kar-wai se convirtió en un cineasta de culto gracias a títulos como Chunking Express o Happy Togheter. Sin embargo, en el año 2000 presentaría en el Festival de Cannes la película por la que ha entrado a formar parte de la cultura popular.

In The Mood for Love (Deseando amar), ha servido de inspiración dentro de la moda, la fotografía, la imagen en general y el cine en particular. Es una de esas películas que siguen constituyendo una referencia y que, de alguna manera, marcaron el cambio de siglo a través de su estética, su estilización formal, su delicadeza expresiva y la melancolía congénita.

‘Mullholand Drive’, de David Lynch (2001)

Naomi Watts y Laura Elena
Naomi Watts y Laura Elena Harring en 'Mulholland Drive', de David Lynch (2001)

La personalidad de David Lynch ha marcado diferentes décadas desde sus comienzos, incluso fue pionero en la ficción televisiva gracias Twin Peaks. Siempre demostró ser dueño de una imaginación desbordante en la que la realidad y la pesadilla se unían generando un universo repleto de extrañeza.

Mullholand Drive se convirtió en una pieza de culto de manera inmediata por su capacidad para introducirse en los terrenos más recónditos del subconsciente y configurar una narrativa no lineal de raigambre onírica repleta de imágenes poderosas.

El cineasta, que ya había sido pionero a la hora de hablar del fin del Sueño Americano en Terciopelo azul, se centró, en esta ocasión, en el mundo de Hollywood para desenmascarar su hipocresía y mostrar la cara más oculta de las aspiraciones y la fama. Una película deslumbrante que se puede ver una y mil veces, porque no termina nunca y siempre se pueden descubrir en ella significados ocultos.

‘Hable con ella’, de Pedro Almodóvar (2002)

Javier Cámara, Darío Grandinetti, Leonor
Javier Cámara, Darío Grandinetti, Leonor Watling y Rosario Flores en 'Hable con ella', de Pedro Almodóvar

Pedro Almodóvar ya era el director español más internacional gracias a películas como Mujeres al borde de un ataque de nervios o Todo sobre mi madre, por la que ganaría su primer Oscar en la categoría internacional.

Sin embargo, la relevancia de Hable con ella dentro de la cultura popular fue de lo más inesperada. Ninguneada en nuestro país, fue considerada una obra mayor de su autor fuera de nuestras fronteras, razón por la que Almodóvar terminaría ganando el Oscar al mejor guion, aunque también fue nominado a la mejor dirección.

Un hito para una película en la que el autor se reinventó a sí mismo, configurando una narración repleta de capas y de texturas y en la que incluso se incluía una escena de cine mudo para tratar uno de sus temas más controvertidos.

‘Old Boy’, de Park Chan-wook (2003)

Choi Min-sik en su papel
Choi Min-sik en su papel más célebre en 'Oldboy', de Park Chan-wook

El año 2003 supuso la consolidación de la ‘nueva ola coreana’ gracias a directores como Bong Joon-ho, Kim Joe-woon y Park Chan-wook. Precisamente este último revolucionó el Festival de Cannes con una propuesta que se convirtió de forma inmediata en una clásico de culto.

El director consiguió cambiar las reglas del cine de acción moderno a través de una historia de venganza contada desde un punto de vista de lo más estilizado y repleto de soluciones visuales brillantes que no se habían visto nunca en la pantalla.

El plano secuencia lateral en el que el protagonista va derribando uno a uno a una pandilla de gánsters a golpe de martillo, quedará para siempre incrustada en la memoria cinéfila.

‘¡Olvídate de mi!’, de Michel Gondry (2004)

Kate Winslet y Jim Carrey
Kate Winslet y Jim Carrey en '¡Olvídate de mí!', de Michel Gondry

Michel Gondry formaba parte de toda una nueva generación de cineastas que habían empezado sus carreras a través del lenguaje del videoclip en los años noventa. Entre ellos se encontraba Spike Jonze, Mark Romanek e incluso David Fincher.

El director de origen francés comenzó su carrera gracias a trabajos experimentales, continuó trabajando para artistas como Björk (con su célebre primer single Human Behaviour), Lenny Kravitz, Massive Atack, The Rolling Stones o The Chemical Brothers. Su primera película Human Nature (2001) pasó desapercibida, pero la siguiente, ¡Olvídate de mi! constituyó un autentico fenómeno generacional.

En ella desplegó todo su poder imaginativo y supo capturar mejor que nadie la desorientación de principios de siglo a través de una historia ‘desestructurada’ (el guion, que ganó el Oscar, era de Charlie Kaufman, que se convirtió en especialista en el género) que iba construyéndose a modo de rompecabezas, al igual que la mente de su protagonista (Kate Wislet), que pidió que le borrasen los recuerdos tras una relación traumática con el personaje que encarnó Jim Carrey. Una de las comedias románticas más tristes (e imaginativas) sobre las relaciones tóxicas que se han hecho.

‘Virgen a los 40′, de Judd Apatow (2005)

Steve Carell y Catherine Keener
Steve Carell y Catherine Keener en 'Virgen a los 40', de Judd Apatow

Durante los años noventa comenzaría a gestarse lo que más tarde se denominaría ‘la nueva comedia americana’, un movimiento basado en el post-humor que encabezaron nombres como Ben Stiller, Seth Rogen, Jason Segel o Will Ferrell. Muchos de ellos procedían en la factoría Saturday Night Live y dentro de ese caldo de cultivo apareció un antiguo compañero de piso de Adam Sandler, Judd Apatow.

Después de ser guionista de algunos célebres shows cómicos y de series como Freaks and Geeks, debutó en el largometraje con Virgen a los 40, que se convertiría en una de las películas fundamentales del movimiento junto a títulos como Supersalidos.

La película se consolidó como un fenómeno cultural y se generó a su alrededor toda una factoría, la factoría Apatow, que sentaría un canon dentro del género a través de su mezcla entre incorrección política, comedia gamberra y crisis de la masculinidad.

‘El laberinto del fauno’, de Guillermo del Toro (2006)

'El laberinto del fauno', de
'El laberinto del fauno', de Guillermo del Toro

Antes de convertirse en el Guillermo del Toro que ahora conocemos, el de Frankenstein, el director, que ya había alcanzado un estatus internacional y había pasado a las grandes superproducciones norteamericanas, configuró un díptico en torno a los horrores de la Guerra Civil española desde una perspectiva de género fantástico.

Después de El espinazo del diablo, volvería a rodar en nuestro país la icónica El laberinto del fauno, una fábula perversa en la que desplegó su imaginario desbordante para hablar de los monstruos que representaba el fascismo.

Una película majestuosa, que habla sobre la inocencia dentro de un entorno represivo y en la que el director compuso un universo mágico y oscuro en torno a los fantasmas de la contienda. Además, supuso un hito para los profesionales de nuestro país al conseguir el Oscar al mejor diseño de producción.

‘No es país para viejos’, de Joel y Ethan Coen (2007)

Javier Bardem en 'No es
Javier Bardem en 'No es país para viejos', de los hermanos Coen

Los hermanos Coen no podían faltar en la lista del nuevo siglo, sobre todo con una película como No es país para viejos. El tándem ya había alcanzado la gloria gracias a Fargo (1996) y El Gran Lebowski (1998), pero con la adaptación de la novela de Cormac McCarthy alcanzaron una nueva cumbre al trasladar su particular universo a ese western fronterizo en el que brilló por encima de todo, la interpretación de Javier Bardem.

El actor español logró el Oscar a la mejor interpretación de reparto por encarnar el papel de Anton Chigurh, un asesino despiadado y sádico que entraría a formar parte de la cultura popular. Fue la gran triunfadora de los Premios de la Academia de Hollywood ese año, otorgando a los Cohen el lugar que merecían por crear un estilo propio a través del thriller y el humor más negro.

‘El caballero oscuro’, de Christopher Nolan (2008)

Heath Ledger, mítico Joker en
Heath Ledger, mítico Joker en 'El caballero Oscuro', de Christopher Nolan WARNER BROS.

Y llegó Christopher Nolan para sentar cátedra en torno al género de los superhéroes dándoles un nuevo sentido casi existencial. Lo que ocurrió con El caballero oscuro constituyó un auténtico acontecimiento que sirvió para dar prestigio a un género que tradicionalmente se había relegado al entretenimiento. En este caso, la película se benefició también de la última aparición en pantalla de Heath Ledger encarnando a uno de los mejores ‘Joker’ de la historia.

El director le dio un nuevo sentido al personaje de Batman, a toda la franquicia de DC y por extensión, también a Marvel, que a partir de ese momento, tuvo que ponerse las pilas y emprender un nuevo rumbo.

‘Avatar’, de James Cameron (2009)

Sam Worthington y Zoe Saldaña
Sam Worthington y Zoe Saldaña en 'Avatar', de James Cameron

James Cameron, siempre interesado en las innovaciones tecnológicas, dio un paso más en su carrera a la hora de revolucionar la tecnología 3D y la captura de movimiento para construir un mundo virtual que sentaría las bases de una saga.

Se convirtió en la película más taquillera de la historia y, aunque la trama no fuera especialmente elaborada, la intención de Cameron era proponer una experiencia ‘inmersiva’ en el espectador y que se introdujera en un universo que él mismo se encargó de crear desde cero, generando toda una mitología a su alrededor.

‘La red social’, de David Fincher (2010)

Jesse Eisenberg como Mark Zuckerberg
Jesse Eisenberg como Mark Zuckerberg en 'La red social', de David Fincher

David Fincher estaba en el mejor momento de su carrera, después de Zodiac y El curioso caso de Benjamin Button cuando se embarcó, junto al guionista Aaron Sorkin, en un biopic en torno a Mark Zuckerberg y de cómo fue capaz de crear Facebook, siendo estudiante, y convertirse en pionero de las redes sociales a través de Internet.

Una película va más allá del aspecto autobiográfico gracias a la capacidad del director de diseccionar de forma milimétrica cada una de las imágenes al ritmo frenético del texto de Sorkin y componer una monumental panorámica de los inicios de la era tecnológica. Un clásico instantáneo que definió una era.

‘El árbol de la vida’, de Terrence Malick (2011)

Brad Pitt en 'El árbol
Brad Pitt en 'El árbol de la vida', de Terrence Malick

Su paso por el Festival de Cannes, donde consiguió la Palma de Oro, constituyó todo un hito. El director compuso su obra más ambiciosa en la que intentó ofrecer una experiencia visual y sensorial única para el espectador a la hora acercarse a la infancia y a la formación del carácter humano desde un punto de vista experimental.

Malick quería buscar la belleza a través de su cámara, colocándola en lugares inesperados para dotar a la imagen de una dimensión poética. Una película que fue considerada por muchos un monumento cinematográfico y, por otros, una obra demasiado megalómana. En cualquier caso, el autor de obras tan arrebatadoras como Malas tierras, creó una película única que nadie ha sido capaz de igualar por su complejidad y esencia trascendental.

‘Amor’, de Michael Haneke (2012)

Jean-Louise Trintignant y Emmanuelle Riva
Jean-Louise Trintignant y Emmanuelle Riva en 'Amor', de Michael Haneke

Michael Haneke ha sido, sin lugar a dudas, uno de los directores europeos más importantes de nuestro tiempo y uno de los que mejor han sabido recoger los males de la sociedad para componer fábulas perversas en torno a la condición humana.

Después de tremendos puñetazos como fueron Funny Games, La pianista o La cinta blanca, el director se adentró en un terreno más íntimo, pero no menos perturbador, el de la tercera edad, la enfermedad, la soledad y la muerte.

A pesar del estilo cartesiano del director, en esta ocasión consiguió abrirse a los sentimientos de una forma verdaderamente sobrecogedora sustentados por unos enormes Jean-Louis Trigtinang y Emmanuelle Riva. Una de las películas sobre la vejez más importantes del cine reciente.

‘La gran belleza’, de Paolo Sorrentino (2013)

Toni Servillo en 'La gran
Toni Servillo en 'La gran belleza', de Paolo Sorrentino

Paolo Sorrentino ya había sentado las bases de su estilo en la superlativa Il Divo, pero con La gran belleza logró dinamitar las fronteras italianas para convertirse en un nuevo icono del cine de su país.

El director se encargó de modernizar los postulados del cine de Luchino Visconti y de la decadencia de las clases sociales adineradas, así como de Federico Fellini (en su estirpe más operística) en esta exuberante y excesiva oda al nihilismo repleta de imágenes tan monumentales como icónicas protagonizadas por un Toni Servillo en estado de gracia rodeado de una de las ‘troupes’ de personajes más extravagantes de los últimos tiempos.

‘Boyhood’, de Richard Linklater (2014)

Ellar Coltrane en 'Boyhood', de
Ellar Coltrane en 'Boyhood', de Richard Linklater

Richard Linklater se propuso capturar el paso del tiempo en un curioso experimento tan arriesgado como deslumbrante. A lo largo de 12 años, reunió a un grupo de actores profesionales, entre ellos a Patricia Arquette y Ethan Hawke para narrar el crecimiento real de un joven (Ellar Coltrane) desde los seis años hasta los dieciocho.

El director compuso un fresco contemporáneo sobre la identidad desde un punto de vista íntimo y cotidiano, alejado de cualquier tipo de grandilocuencia. Por eso, es en los pequeños momentos, donde encontramos la verdadera trascendencia de la vida a través de una visión de lo más transparente y reveladora. Una película sin precedentes, de una enorme grandeza (y al mismo tiempo humildad) básica para entender cómo la ambición cinematográfica puede también desprender dosis de emocionante modestia.

‘Del revés (Inside Out)’, de Pete Docter (2015)

'Del revés (Inside Out)' (Créditos:
'Del revés (Inside Out)' (Créditos: Disney+)

Se llevaba muchos años diciendo que Pixar había conseguido darle un nuevo sentido al cine de animación y que la factoría había dinamitado la frontera entre público infantil y adulto. Todo ello gracias a la imaginación de sus historias y a la continua capacidad para reinventarse a nivel visual.

Lo que ocurrió con Del revés fue que consiguió conceptualizar todo ese explosivo universo para abrir un nuevo camino dentro del cine a través de la combinación entre la abstracción y la emoción o, más bien, emociones, aquellas que caracterizan los estados primarios que configuran nuestra personalidad y que se mueven entre la alegría, la tristeza, la ira o el miedo.

Una película deslumbrante en la forma y en el fondo, repleta de hallazgos y que marcó un antes y un después, un hito todavía no superado.

‘La ciudad de las estrellas (La La Land)’ (2016)

Emma Stone y Ryan Gosling
Emma Stone y Ryan Gosling en 'La ciudad de las estrellas (La La Land)', de Damien Chazelle

Damien Chazelle compuso un vibrante homenaje al Hollywood clásico, especialmente a los años 50, denominados la Época Dorada y a la era de los musicales a través de esta película que hablaba de la ambición, del sacrificio, de los sueños (frustrados o conseguidos) y del amor.

Los números musicales se convirtieron en icónicos al mezclar la nostalgia con el espíritu contemporáneo, y la química entre Emma Stone y Ryan Gosling resultó fundamental para que el público conectara con una propuesta que estaba llena de color y ritmo pero, que en el fondo, resultaba de lo más cruda y triste.

‘El hilo invisible’, de Paul Thomas Anderson (2017)

Daniel Day-Lewis y Vicky Krieps
Daniel Day-Lewis y Vicky Krieps en 'El hilo invisible', de Paul Thomas Anderson

Paul Thomas Anderson puede que sea uno de los directores contemporáneos que más obras maestras acumula desde que irrumpió con sus historias cruzadas de Boogie Night y Magnolia. Su estilo fue evolucionando para componer grandes dramas americanos, como la impresionante Pozos de ambición. Pero lo que consiguió con El hilo invisible fue un portento de exquisitez y delicadeza. Una película en la que cada plano es un prodigio de composición abrumadora.

El director volvió a contar con Daniel Day-Lewis en el último gran papel que nos ha regalado a lo largo de su inmensa carrera para encarnar a un modisto de lo más meticuloso que se encarga de vestir a la alta sociedad de la época. Su relación con una joven camarera sacudirá los cimientos de su obsesiva existencia. Una obra cinematográfica de alta costura en la que cada pespunte es pura magia.

‘Déjame salir’, de Jordan Peele (2018)

Daniel Kaluuya en 'Déjame salir',
Daniel Kaluuya en 'Déjame salir', de Jordan Peele

El Black Lives Matter tuvo una repercusión en Hollywood fundamental que se manifestó en una proliferación de nuevos directores afroamericanos que se encargaron de sacudir el sistema con películas en las que se reivindicaba a la comunidad negra, en una derivación contemporánea del camino abierto por Spike Lee en los años ochenta.

Películas como Black Panther, inscritas dentro del universo Marvel, constituyeron un auténtico éxito de taquilla, así como el ascenso de directores como Ryan Coogler o Barry Jenkins.

Además, en el terreno del cine de terror apareció Jordan Peele, que se convertiría en el abanderado de una nueva ola que se inició con Déjame salir, que logró la hazaña de conseguir el Oscar al mejor guion. Una maquiavélica sátira social sobre el racismo arraigado en la sociedad norteamericana y cómo produce monstruos.

‘Parásitos’, de Bong Joon-ho (2019)

Los protagonistas de 'Parásitos', de
Los protagonistas de 'Parásitos', de Bong Joon-ho

Lo que ocurrió con Parásitos, del surcoreano Bong Joon-ho no había tenido precedentes en Hollywood. Por primera vez una película de habla no inglesa arrasaba en los Oscar y se convertiría en un fenómeno sociológico.

El director compuso una sátira demoledora en torno a las clases sociales de su país, dominado por la precariedad y la crisis económica. Así, una familia de origen humilde, irá ocupando progresivamente los puestos de servicio de una mansión hasta hacerse con ella. El resto, es historia del cine.

‘Un joven prometedora’, de Emerald Fennell (2020)

Carey Mulligan en 'Una joven
Carey Mulligan en 'Una joven prometedora'

Al igual que ocurrió con el Black Lives Matters, por fin el Me Too tuvo la gran película que merecía, fresca, irreverente, polémica y repleta de un poder subversivo.

Emerald Fennell se convirtió en la primera directora en ser nominada al Oscar por una ópera prima y lo hizo gracias a este avasallador thriller de venganza que era un auténtico cóctel explosivo a la hora hablar de temas tan complejos como la violencia sexual y el consentimiento desde un prisma pop salvaje. Una vuelta de tuerca al género ‘rape and revenge’ en clave feminista protagonizada por una icónica Carey Mulligan.

‘Dune’, de Denis Villeneuve (2021)

Timothée Chalamet en 'Dune', de
Timothée Chalamet en 'Dune', de Denis Villeneuve

Después de abordar el complejo ‘reboot’ de Blade Runner, Denis Villaneuve no se amedrentó y se sumergió en la adaptación de la novela de ciencia ficción de Frank Herbert que parecía maldita dada su complejidad.

Sin embargo, el director dio vida a este universo repleto de criaturas y de reflexiones filosóficas que resuenan en la actualidad, como el ecologismo, la ascensión de líderes dictatoriales y la necesidad de revelarse contra el poder establecido. Y sí, la convirtió en auténtico fenómeno, en una obra mastodóntica que reunió a algunos de los rostros fundamentales del nuevo Hollywood, de Timothée Chalamet a Zendaya.

‘El triángulo de la tristeza’, de Ruben Östlund (2022)

Charlbi Dean y Harris Dickinson
Charlbi Dean y Harris Dickinson en 'El triángulo de la tristeza', de Ruben Östlund

Ruben Östlund, ya había satirizado en torno a los ricos y sus extravagancias, a su egoísmo y su falta de escrúpulos en sus anteriores películas pero, en esta ocasión, generó toda una moda que se materializó en series y películas en torno al lema ‘eat the rich’, que nos llevan desde The White Lotus o El menú.

El director configuró una travesía en barco tan divertida como descerebrada, repleta de momentos excesivos y muy consciente de sí misma que casó a la perfección con el cinismo que inundaba esos años, marcada por la era de los ‘influencers’, la frivolidad y el vacío del ser humano.

‘Barbie’, de Greta Gerwig (2023)

Margot Robbie en una escena
Margot Robbie en una escena de 'Barbie' (Warner Bros. Pictures vía AP)

La película fenómeno por antonomasia de esta era. La directora Greta Gerwig asumió el encargo de hacer una película en torno a la célebre muñeca históricamente ‘sexualizada’ y la convirtió en un icono feminista en un cambio de paradigma que nadie vio venir.

Una película inteligente, llena de un espíritu gozoso y crítico y con una Margot Robbie y un Ryan Gosling en estado de gracia encarnando la esencia del empoderamiento y el machismo estructural como nadie con una deliciosa base ‘autoparódica’.

‘La sustancia’, de Coralie Fargeat (2024)

Demi Moore en 'La sustancia',
Demi Moore en 'La sustancia', de Coralie Fargeat

En esta última parte de la década las mujeres cineastas han ido escalando posiciones e hitos, como el que consiguió Julia Ducournau al ganar la Palma de Oro con Titane.

El cine de terror comenzó a hablar de otros temas relacionados con los miedos femeninos y en ese sentido, La sustancia marcó un antes y un después a la hora de acercar al gran público el horror corporal de una forma de lo más visceral. Parte del mérito se lo debemos a la valentía de Demi Moore, que se arriesgó y compuso el papel de su vida y a la capacidad de la directora, Coraline Fargeat, a la hora de componer un guion que conectaba a la perfección con la dictadura de la belleza en la era digital. Una película que generó un culto inmediato en la Generación Z y cuyas imágenes se quedan para siempre grabadas en la memoria.

‘Un simple accidente’, de Jafar Panahi (2025)

'Un simple accidente', de Jafar
'Un simple accidente', de Jafar Panahi

Ha sido un año marcado por el cine político y, en ese sentido, quizás la película más importante haya sido la última obra de un disidente del régimen iraní como es Jafar Panahi.

Un simple accidente ganó el Festival de Cannes y se ha consolidado como una de las grandes obras de la temporada de premios por su capacidad para combinar humor y crítica social en torno a la situación de su país, condenado a la falta de libertad y de derechos fundamentales.