Los cinco recuerdos que más impactan durante la infancia de nuestros hijos, según la psicología

Aunque muchas de las experiencias se suelen borrar con el paso de los años, algunas quedan marcadas en la memoria y repercuten en la personalidad, emociones y relaciones futuras

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Cinco recuerdos de la infancia
Cinco recuerdos de la infancia que más impactan en los niños, según la psicología. (Freepik)

La infancia es una etapa fundamental para el desarrollo emocional y cognitivo de las personas. Aunque la mayoría de los recuerdos tempranos tienden a borrarse, ciertos momentos quedan marcados y pueden moldear la personalidad, las relaciones o la autoestima.

La amnesia infantil y la memoria en la niñez

El fenómeno conocido como amnesia infantil explica por qué los adultos suelen no recordar los acontecimientos de sus primeros años de vida. Sin embargo, desde el nacimiento, los bebés son capaces de reconocer rostros y establecer vínculos emocionales que forman la base de su desarrollo social.

Conforme el lenguaje y las interacciones se desarrollan, los niños construyen recuerdos más elaborados y coherentes, que se consolidan con el tiempo.

Los recuerdos infantiles se dividen en sensoriales, relacionados con estímulos perceptivos, y episódicos, que incluyen narrativas más complejas y están vinculados al desarrollo del lenguaje. Son estos últimos los que permiten a los niños construir relatos de su vida y comprender su entorno social.

En este sentido, la psicología infantil ha identificado cinco tipos de experiencias que dejan una huella profunda en la memoria y el comportamiento de los niños.

Estos son los motivos por los que no tenemos recuerdos de nuestros primeros años de vida.

Vínculos familiares sólidos: el cimiento de la pertenencia

Las tradiciones familiares, como las comidas, celebraciones y vacaciones, generan recuerdos que refuerzan la identidad y el sentido de pertenencia. Estas dinámicas ofrecen un modelo de comportamiento y valores que contribuyen al desarrollo moral y emocional.

Según los expertos en psicología, estas experiencias brindan seguridad y estabilidad, condiciones indispensables para un crecimiento saludable.

Experiencias de autonomía y responsabilidad

Permitir que los niños enfrenten retos y exploren por sí mismos fomenta su pensamiento crítico y autoconfianza. El psicólogo Jean Piaget destaca que el aprendizaje genuino ocurre cuando el niño activa su curiosidad y resuelve problemas.

Hitos como aprender a montar en bicicleta o preparar algo por primera vez se graban en la memoria como momentos de logro y libertad.

Seguridad emocional: manifestaciones de amor y afecto

Los gestos cotidianos de cariño, como los abrazos o las palabras de aliento, son esenciales para construir una base emocional sólida.

El psicólogo Erik Homburger Erikson sostiene que generar confianza básica en la infancia es crucial para enfrentar el mundo sin miedo. Estos vínculos proporcionan la estabilidad necesaria para desarrollar resiliencia y una autoestima saludable.

El doctor López Rosetti nos explica qué es y cómo actúa la inteligencia emocional.

El ejemplo de un adulto: reconocer errores

Cuando los adultos admiten sus errores y piden disculpas, transmiten una enseñanza que impacta en la formación emocional de los niños. Este comportamiento fomenta la empatía, la responsabilidad y el respeto mutuo, valores que los menores tienden a reproducir en sus relaciones personales. Reconocer fallos no debilita la autoridad, sino que fortalece la confianza y el ejemplo.

Apoyo en momentos de fracaso

Los errores forman parte del aprendizaje, pero la forma en que se gestionan influye en la capacidad de los niños para enfrentar adversidades. Recibir comprensión y estímulo en lugar de críticas ayuda a construir confianza en sí mismos y a desarrollar habilidades para adaptarse a situaciones difíciles.

El psicólogo Albert Bandura afirma que sentir control sobre la propia vida está vinculado con el éxito personal, y ese sentido se cultiva desde la infancia mediante pequeñas victorias y apoyo constante.