Estos son los motivos por los que no tenemos recuerdos de nuestros primeros años de vida

La amnesia infantil nos impide recordar eventos de los dos o tres primeros años de vida

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Estos son los motivos por los que no tenemos recuerdos de nuestros primeros años de vida.

La amnesia de la primera infancia, también conocida como amnesia infantil, es la dificultad para recuperar recuerdos de los primeros dos o tres años de vida, un fenómeno que ha intrigado a los psicólogos desde el siglo XIX. Durante los primeros años, somos seres observadores, activos, inquisitivos y altamente motivados, pero resulta imposible rememorar las vivencias de aquel periodo.

No podemos recordar nuestras primeras palabras, nuestros primeros pasos ni aquellas vacaciones a las que fuimos siendo bebés. Lo particular de la amnesia infantil es que se produce en uno de los momentos del desarrollo del cerebro más intenso, en el que experimentos un aprendizaje esencial. Aprendemos a caminar, hablar, explorar, socializar... pero no recordamos cómo lo hicimos.

Sin embargo, ahora los expertos optan por darle una vuelta al concepto para poder comprenderlo mejor. En lugar de hablar de amnesia infantil, se aboga por entenderlo como el inicio de la memoria. Pero, ¿qué es lo que desencadena ese inicio de memoria? Robert N. Kraft es profesor de psicología cognitiva en la Universidad de Otterbein (Estados Unidos) y, como publica en la revista científica Psychology Today, explica que la respuesta es una combinación de procesos:

El acto de olvidar no siempre es negativo. ¿Qué procesos cerebrales intervienen? El prestigioso neurocientífico argentino Facundo Manes explica las razones del por qué en #CerebrosenRed para Infobae.
  • El cerebro en desarrollo. Nuestra corteza cerebral sigue madurando durante los dos primeros años de vida; en concreto, el hipocampo, que es fundamental para la formación de los recuerdos, experimenta un desarrollo considerable. Este aumento de neuronas en la corteza y el desarrollo del hipocampo reemplazan las conexiones antiguas por unas nuevas. De hecho, los niños solo pueden recordar durante la primera infancia acontecimientos de hace meses, pero no podrán hacerlo dos años después.
  • Aprender a recordar. Los bebés no tienen interés en recordar nada. Solo se crea esta necesidad una vez que la interacción con otras personas nos empuja a ello. El niño tiene que aprender a recordar rostros de familiares o qué almorzaron ese día.
  • Saber qué es distintivo. La memoria se siente atraída por eventos nuevos y trascendentales en nuestras vidas. Realmente todo es nuevo, por lo que cuando somos muy pequeños no sabemos qué es rutinario y qué es especial.
  • Adquirir un concepto de uno mismo. De niños carecemos de la memoria autobiográfica, la que nos informa sobre acontecimientos que recordamos haber vivido. Como no somos conscientes de nuestro propio yo, no recordamos nuestra presencia en los eventos en los que hemos participado.
  • Adaptar los recuerdos a la narrativa de la vida. Antes de formar una narrativa en nuestra vida, los eventos entraban y salían sin ningún tipo de organización. Sin embargo, algunos niños pueden recordar cosas importantes, como el nacimiento de un hermano o una hospitalización incluso antes de los tres años.
Un bebé agarra la mano
Un bebé agarra la mano de su madre (Shutterstock)
  • Procesamiento de la información. El marco de procesamiento de información enfatiza la codificación, el almacenamiento y la recuperación de información. En la primera infancia no podemos recrear el contexto de codificación de la infancia, por lo que las señales de recuperación no funcionan cuando somos mayores.
  • El desarrollo del lenguaje desarrolla la memoria. Nuestros recuerdos se estructuran con el lenguaje, por lo que aquellos que creamos antes de aprender a hablar son muy difíciles de recuperar. Algunos investigadores afirman que necesitamos el lenguaje para recordar, aunque existen otros mecanismos que también pueden rescatar eventos olvidados (un olor, una canción...).