El aceite de oliva baja de precio en los supermercados tras dos años subiendo y 16 alimentos son ya más baratos que en 2023

La inflación de los alimentos se acerca a cifras precrisis, pero no se prevé una deflación que haga retroceder a los niveles de precios anteriores, lo que dificulta la recuperación del poder adquisitivo

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Un mercado en Sevilla (Andalucía, España). (Eduardo Briones, Europa Press)
Un mercado en Sevilla (Andalucía, España). (Eduardo Briones, Europa Press)

Los precios de algunos alimentos están comenzando a dar un respiro a las familias, aunque el conjunto de la cesta de la compra en los establecimientos comerciales todavía se encarece mes tras mes. La inflación anual de los alimentos ascendió en agosto de 2024 al 2,5%, una cifra muy cercana a la general (2,3%) y que se sitúa por debajo en el caso de los alimentos no elaborados (1,7%). De hecho, los alimentos solo han aportado 0,1 puntos a la inflación en lo que va de año frente a los, por ejemplo, 0,6 puntos de los hoteles y restaurantes.

Un ejemplo visible de esta desescalada es la evolución del precio del aceite de oliva, que lleva desde mayo registrando bajadas de precio en comparación mensual, algo que no sucedía desde agosto de 2022 (con la excepción de otro dato negativo aislado en enero de 2023). Como consecuencia de estos descensos mensuales, la variación anual del aceite de oliva ha pasado de aumentar un 68,1% en abril a un 25,1% en agosto. En la misma línea, la variación del precio del aceite de oliva en el conjunto de 2024 (entre enero y agosto) solo ha sido del 1,9%.

No obstante, si se compara el precio actual del aceite de oliva con el del mismo mes de 2019, antes de la pandemia y de la crisis energética, se ha más que duplicado (ha crecido un 155%), siendo el alimento que más se ha encarecido de toda la cesta de la compra. De hecho, ninguno es más barato que entonces: los que menos han subido de precio han sido los frutos secos, un 5,1%.

Aunque no es el caso del aceite de oliva, ya hay 16 alimentos que durante los ocho primeros meses de 2024 han sido más baratos que en el mismo periodo de 2023. Es el caso de las legumbres y hortalizas frescas (-9%); el pescado fresco (-2,9%); la leche desnatada (-2.5%) y entera (-0,5%); la fruta fresca (-1,3%); la pasta (-1,1%); y la pizza (-0,6%); entre otros. En sentido opuesto, los alimentos con mayor inflación en lo que va de año son el chocolate (17,9%); las patatas (12,1%) y los zumos de frutas (8,2%).

El precio de los alimentos se disparó rápidamente en 2022 porque los productores e intermediarios trasladaron a la venta los mayores costes energéticos. La escalada alcanzó su tope en los primeros meses de 2023 en términos de variación anual y la desaceleración ha tenido finalmente la misma velocidad (17 meses de aumento y 17 de bajada hasta los niveles iniciales). Sin embargo, no se prevé una deflación de los alimentos que haga retroceder sus niveles de precios a la situación precrisis, por lo que al menos parte de los valores actuales se habrían consolidado. Esto dificulta la recuperación del poder adquisitivo de las familias, mientras que los márgenes empresariales sí se encuentran en niveles prepandemia.

La previsión es que la inflación de los alimentos siga desacelerándose en los próximos meses y varios centros de estudios ya anticipan para España una inflación general por debajo del 3% en 2024, una cifra cercana al objetivo del 2% del Banco Central Europeo. No obstante, la evolución del IPC de los alimentos dependerá de si el Gobierno termina en octubre con la rebaja del IVA del aceite de oliva al 0% (vigente desde julio) y en diciembre con el resto de los descuentos aplicados a determinados productos básicos. Si el IVA de los alimentos vuelve al 21% en enero, su tasa podría aumentar de golpe en el entorno de un punto y sería percibido negativamente por los hogares.

Los salarios impulsan la inflación de los servicios

El peor momento inflacionario de los alimentos y de la energía ha pasado, pero aún queda un ámbito en el que el ritmo de crecimiento de los precios se resiste a frenar: los servicios. Desde hace cuatro meses registran una inflación superior a la tasa general (un 3,5% en agosto), lo que condiciona la rapidez de la caída de la inflación por su elevado peso en la cesta del IPC.

Según explica en un artículo reciente Zoel Martín, economista de CaixaBank Research, lo que más está contribuyendo es la inflación de los “servicios de carácter general”, que son los que más peso tienen en la cesta (el 87%), y que están impulsados por los incrementos salariales. No obstante, el centro de estudios no ve riesgo de continuación de la espiral inflacionista y prevé que el IPC de los servicios se modere en los próximos meses, situándose “ligeramente” por encima del 3%.

“La contención en el crecimiento de los salarios aleja la posibilidad de efectos de segunda ronda”, asegura Martín, a lo que añade que la moderación en el ritmo de crecimiento de la demanda turística y la estabilización de los precios de la energía “también deberían quitar presión a los precios de los servicios turísticos”, con un peso de solo el 7% en la cesta del IPC.

Cuando los ingresos no aumentan al mismo ritmo que los precios: los españoles pierden hasta 1.200 euros de poder de compra por la inflación.
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