Reforzar la autoestima a golpe de ‘match’: “Tinder es el juego de la validación interna y externa”

Las aplicaciones de citas han revolucionado nuestra forma de relacionarnos. Un uso inadecuado puede poner en jaque nuestra autoestima y provocarnos una adicción similar a la de los juegos de azar

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Cuatro millones de personas en España utilizan apps de citas. (Shutterstock)
Cuatro millones de personas en España utilizan apps de citas. (Shutterstock)

Se desliza a izquierda o derecha, se descarta, se evalúan los pros y los contras y, en muchas ocasiones, se juega en reuniones con amigos. Así se utilizan cada vez más las aplicaciones de citas como Tinder o Bumble, como si de un juego de cartas se tratara... con el detalle de que los palos de la baraja son personas. No es de extrañar que esta nueva forma de relacionarnos tenga un impacto en la salud mental de los usuarios de estas apps, que en España superan ya los cuatro millones.

Buscar el amor -y lo que no es amor- en estas apps ya no es un tabú, quizás porque comienzan a existir “referentes”: personas que se conocieron en estas aplicaciones y han empezado relaciones sanas y duraderas. En cambio, el potencial que Tinder nos ofrece puede convertirse en nuestro propio caballo de Troya si nuestra autoestima no se encuentra como debiera. Los profesionales de la salud mental, como Lorena Alfaro, psicóloga del centro ITAE Psicología, advierten de que el momento vital en el que nos encontremos va a determinar en buena parte cómo va a ser nuestra relación con las apps de citas.

“Son aplicaciones muy potentes porque te permiten conocer a gente que de otra manera quizás no podrías. El problema está cuando hacemos un uso incorrecto de ellas, que es cuando vienen las consecuencias negativas. Justamente uno de los momentos en los que no debemos utilizar Tinder es cuando acabamos de romper con una persona y necesitamos un tiempo para pasar nuestro duelo, para recuperarnos y volver a ser nosotros mismos”, explica Alfaro a Infobae España.

En esta misma línea, la psicóloga hace hincapié en la importancia de tener una autoestima sólida a la hora de descargarnos estas aplicaciones, porque resulta muy fácil caer en las comparaciones: “Si yo veo que recibo menos ‘match’ que mi amigo o amiga, la explicación primera que nos puede venir a la cabeza es que yo valgo menos o yo gusto menos. Esto va a afectar de manera negativa a nuestra autoestima”.

José es informático, tiene 23 años y se descargó Tinder apenas había cumplido los 18. Aunque las experiencias positivas superan a las negativas, es consciente del impacto que ha tenido en su salud mental y en su amor propio. “Cuando tenía una mala experiencia con alguien de la aplicación, me la desinstalaba. Luego necesitaba otra vez ese refuerzo que me daba Tinder y me lo volvía a descargar”, cuenta en una conversación con Infobae España.

Este joven confiesa que recibir muchos ‘match’ (o likes) eran un refuerzo para su autoestima, que le dejaba “un ego por las nubes”. “En un primer momento puedes creer que eres tú quien controla el uso de la aplicación, pero no depende de ti, porque acabas cayendo en el juego de Tinder en el que estás constantemente comparándote. Tinder es el juego de la validación interna y externa”, asegura.

Recompensas impredecibles: apps de citas como juegos de azar

Una de las claves del éxito de las aplicaciones de citas es su propio sistema. La oferta es tan amplia y variada que el usuario nunca sabe qué se va a poder encontrar, lo que le motiva a seguir consumiendo minutos del día en la app. Lógicamente, no es algo casual. La psicóloga explica que lo que Tinder aporta es un refuerzo intermitente, que tiene lugar cuando tras reproducir una conducta a veces recibimos la recompensa y a veces no.

“La recompensa que es hablar o quedar con alguien es impredecible, como los juegos de azar, y esto lo hace muy atractivo. No sabemos si va a llegar o no ese premio y además creemos que tenemos el control sobre ello. En los juegos de azar la recompensa es dinero; aquí, la recompensa es obtener un logro vital como es encontrar el amor de tu vida”, aclara Alfaro.

Paula, otra usuaria de Tinder, acaba de eliminar la app de su teléfono móvil tras darse cuenta de que estaba desarrollando cierta adicción a ella. En una entrevista con Infobae España, compara utilizar esta app con un pasatiempo al que poco a poco se fue “enganchando”: “Me estaba obsesionando con meterme por si salía alguien que me encajara. Me dije que tenía que parar, que no era bueno para mí ni me gustaba la app. Me la desinstalé y fui libre, como desintoxicarme. Es como TikTok, genera muchos estímulos. Ves constantemente gente nueva, fotos nuevas...”

Varias aplicaciones de citas. (Shutterstock)
Varias aplicaciones de citas. (Shutterstock)

El ‘ghosting’, un mazazo con interrogantes para la autoestima

María tiene 24 años y nunca ha utilizado ninguna aplicación ni web de citas para ligar, ya que no le inspiran “mucha confianza”. No solo no se fía de quién puede estar tras la pantalla, sino que también considera que “como todo el mundo tiene al alcance de la mano quedar con alguien por estas apps, la gente ya no se esfuerza en tener una relación seria”.

Lo que María describe es una ausencia de compromiso cada vez más marcada en nuestra sociedad y que también tiene un reflejo observable en estas apps para conocer gente. El ghosting, esa práctica de cortar todo contacto con una persona sin ningún tipo de explicación, forma parte del día a día de Tinder. Sus usuarios lo saben: es uno de los precios a pagar.

El propio José reconoce haber sufrido “muchísimo ghosting”, al mismo tiempo que él también lo ha practicado: “He hecho ghosting cuando, después de haber quedado con esa persona, no era nada de lo que yo me había imaginado ni de lo que era en las fotos”. Aunque también confiesa haber dejado de hablar con alguien sin darle más explicaciones solo “por pereza”.

El problema del ghosting son las secuelas que deja en la salud mental de quienes lo sufren, especialmente en aquellas personas con falta de amor propio. Empezar a conectar con una persona y que de repente desaparezca produce “una incertidumbre tremenda” que genera “una desconfianza brutal a la hora de volver a confiar en otra persona”. Alfaro cuenta que esto se debe a que “no tenemos una explicación de por qué esa persona ha desaparecido. Hay veces que tenemos que aceptar que nunca vamos a tener respuesta a algunas cosas”.

Una revolución en la manera de relacionarnos

A través de nuestros móviles hacemos la compra, pedimos cita con el médico, buscamos trabajo, enviamos transferencias bancarias y un sinfín de otras actividades cotidianas. Conocer gente y encontrar el amor no iba a quedarse atrás en esta revolución tecnológica, al igual que tampoco su impacto en la manera de relacionarnos entre nosotros. Las últimas investigaciones ya apuntan a que cada vez se nos hace más difícil mirarnos a los ojos o hacer una llamada de teléfono.

A pesar de que se observan aspectos que están cambiando, otras cosas se mantienen igual. Por ejemplo, la manera de ligar entre hombres y mujeres. “Las mujeres consiguen muchos más likes en estas aplicaciones que los hombres, porque nosotras tendemos a ser más selectivas en Tinder y a mirar más los perfiles. Es un reflejo de nuestra sociedad; en las discotecas funciona exactamente igual”, comenta la psicóloga.

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Grindr, la despersonalización llevada al extremo

Tinder es, sin duda, la abeja reina de las apps de citas en nuestro país en número de usuarios. Sin embargo, en tiempo de uso, ronda las dos horas y media mensuales, una cifra que Grindr sobrepasa de lejos: casi nueve horas al mes, según un estudio del GFK. Grindr, una app diseñada para hombres homosexuales y bisexuales, funciona con un modus operandi mucho más “mercantilizado”. Mientras que en Tinder las aficiones y los intereses personales tienen cierta relevancia, en Grindr se evalúan otro tipo de aspectos que llevan al extremo la despersonalización.

“Para abrirte un perfil en Grindr, te piden el peso, la altura, tu rol en la cama, qué tipo de cuerpos buscas... Formas parte del mercado de todo el que quiera, porque no hay ninguna restricción. A mí me han hablado hombres que tenían más edad que mi padre. ¿Qué busca un hombre de 50 años en un chaval de 18?”, cuenta José. “Si es un chico que está pasándolo mal y tiene una baja autoestima, es más probable que caiga con un hombre que le triplica la edad. Así que Tinder depende de cómo la utilices, pero Grindr de por sí ya es tóxico”.

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