Investigadores españoles descubren que un gen implicado en el alzhéimer está asociado también a la aterosclerosis

El evidente vínculo entre APOE y la salud cardiovascular abre un nuevo campo en el tratamiento y prevención de las enfermedades del corazón

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Señor mayor ejercitando su memoria con un puzzle (Shutterstock)
Señor mayor ejercitando su memoria con un puzzle (Shutterstock)

Un nuevo estudio liderado por el Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares (CNIC) ha revelado la relación entre el gen APOE4, vinculado al Alzheimer, y un incremento en el riesgo de desarrollar aterosclerosis subclínica durante la mediana edad. Esta variante genética, considerada hasta ahora como un factor de riesgo para la enfermedad neurodegenerativa de inicio tardío, muestra su implicación en enfermedades del corazón, y paralelamente, los poseedores de la variante APOE2 tienen un escudo protector contra ambas enfermedades.

Los hallazgos de esta novedosa investigación han sido publicados en la revista ‘Circulation Research’. En ella, se expone que la presencia de la variante APOE4 en individuos de entre 40 y 54 años, estudiados en el marco del proyecto PESA-CNIC-Santander, está asociada a niveles más altos de LDL colesterol —comúnmente conocido como “colesterol malo”— y a una mayor probabilidad de aterosclerosis subclínica. En cambio, el alelo APOE2 estaría asociado con perfiles lipídicos más saludables y un menor desarrollo de placas arterioscleróticas.

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El gen APOE es responsable de codificar la apolipoproteína E, crucial para el transporte de lípidos en la sangre, y presenta tres tipos principales de alelos: APOE2, APOE3 y APOE4. “El haber heredado uno u otro de estos alelos confiere al individuo un riesgo diferente de desarrollar distintas enfermedades, entre ellas enfermedad cardiovascular y enfermedad de Alzheimer”, explica Marta Cortés Canteli, neurocientífica del CNIC. Las personas que poseen el alelo APOE4 tienen un mayor riesgo de aterosclerosis debido a sus niveles elevados de colesterol, mientras que quienes cuentan con el APOE2 demuestran una protección frente a estas patologías.

El Dr. Valentín Fuster, coordinador del estudio y director general del CNIC, explica que “todo esto resalta, una vez más, la importancia de mantener un estilo de vida saludable”. Resalta la potencialidad de las estrategias de intervención temprana ante el aumento del riesgo de enfermedad arterial que presentan los portadores del APOE4.

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El PESA-CNIC-Santander, un estudio prospectivo que engloba a más de 4,000 participantes asintomáticos de mediana edad y que está dirigido por Fuster desde 2010, se ha venido utilizando para evaluar minuciosamente la presencia y progreso de la aterosclerosis subclínica en estos individuos.

Los mecanismos subyacentes a la asociación entre las variantes de APOE y las enfermedades cardíacas son complejos, y factores como la edad, el sexo y otros factores de riesgo cardiovascular contribuyen al desarrollo temprano de afecciones. No obstante, los resultados muestran que “la modulación del sistema inmune presente en los individuos APOE2 podría estar contribuyendo a la protección frente a aterosclerosis en los estadios más tempranos”, según destaca la Dra. Raquel Toribio Fernández, coautora del estudio.

Un equipo de investigadores ha descubierto que una variante genética que está considerada como el factor de riesgo más potente para desarrollar la enfermedad del alzhéimer de inicio tardío está también asociada con un mayor riesgo de desarrollar aterosclerosis subclínica (asintomática). En la imagen, el equipo del Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares que ha participado en el trabajo. Imagen cedida por el CNIC.
Un equipo de investigadores ha descubierto que una variante genética que está considerada como el factor de riesgo más potente para desarrollar la enfermedad del alzhéimer de inicio tardío está también asociada con un mayor riesgo de desarrollar aterosclerosis subclínica (asintomática). En la imagen, el equipo del Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares que ha participado en el trabajo. Imagen cedida por el CNIC.

En el caso de las mujeres y en el grupo de menor edad estudiado (de 40 a 44 años), el alelo APOE2 se ha vinculado a niveles más bajos de LDL-colesterol. Por su parte, los hombres y las personas de mayor edad (de 45 a 54 años) con el alelo protector APOE2 podrían necesitar de mecanismos adicionales para asegurar su protección frente a la aterosclerosis, como procesos antiinflamatorios y una disminución en la actividad de genes implicados en coagulación y la activación de complemento.

“Conocer qué isoforma de APOE está presente en cada individuo podría mejorar la estratificación del riesgo cardiovascular, especialmente durante las etapas iniciales del desarrollo de la enfermedad cardiovascular”, indica la Dra. Catarina Tristão Pereira, quien también ha participado como primera firmante del artículo.

Se abren las puertas a nuevos tratamientos

El evidente vínculo entre APOE y la salud cardiovascular abre un nuevo campo en el tratamiento y prevención de las enfermedades del corazón, especialmente en aquellas personas proclives genéticamente a su padecimiento. Estos resultados son un paso adelante en la comprensión de la interacción entre la genética y las enfermedades y su posible aplicación en enfoques terapéuticos individualizados.

(Información elaborada por Europa Press)