Jasveen Sangha, conocida entre sus allegados como una mujer de perfil privilegiado y círculos sociales exclusivos, ha quedado expuesta como el eje de una red de tráfico de sustancias controladas, vinculada directamente a la muerte del actor Matthew Perry. Su historia revela los contrastes de una vida aparentemente ejemplar y una realidad oculta dedicada al suministro de drogas en la elite de Hollywood, lo que ha desencadenado un proceso judicial de alto perfil y ha sacudido a su entorno más cercano.
El perfil y la doble vida de Jasveen Sangha
Criada entre el confort de una familia adinerada y con acceso a una educación de nivel internacional, Jasveen Sangha parecía representar el éxito social y académico. Hija del empresario Nilem Singh y de la doctora Baljeet Singh Chhokar, sus abuelos habían amasado una fortuna en el comercio de moda en Londres, asegurando a Sangha un futuro económicamente estable. Pasó parte de su juventud en Londres, donde completó un MBA en la Hult International Business School, y desde temprana edad se rodeó de lujos como viajes en jet privado y vida social activa.
A pesar de su entorno favorecido, Sangha mantenía una existencia alternativa: operaba como distribuidora de drogas en Los Ángeles, abasteciendo a celebridades y figuras influyentes. De acuerdo con Bill Bodner, ex jefe de la DEA en Los Ángeles, Sangha “era una persona altamente educada que decidió ganarse la vida traficando drogas, y usaba este dinero para financiar una vida de influencer en redes sociales”. Su operación encubierta incluía cocaína, Xanax, pastillas falsas de Adderall y especialmente ketamina.
El papel de Sangha en la muerte de Matthew Perry
El ocaso del círculo de Sangha coincidió con la investigación sobre la muerte por sobredosis de Matthew Perry, el popular actor de “Friends”. Sangha fue identificada como la proveedora de 50 viales de ketamina, entre los que se encontró la dosis consumida por Perry. Documentos judiciales informan que el actor, tras recibir ketamina legítima como parte de un tratamiento médico, comenzó a buscar fuentes para adquirir más, recurriendo finalmente a los enlaces de Sangha. La fiscalía señala que la cadena de suministro establecida jugó un papel directo en el desenlace fatal del actor.
La defensa de Sangha, encabezada por Mark Geragos, acepta la responsabilidad de su clienta, aunque niega que existiera una relación personal entre ella y Perry. Geragos subraya que “ella se siente terrible. Se ha sentido terrible desde el primer día. Ha sido una experiencia horrenda”. Añade que Sangha “está asumiendo la responsabilidad, pero ha negado que ella conociera realmente a Perry”.
Sangha se declaró culpable del cargo relacionado con la distribución de sustancias que provocaron la muerte del actor.
Funcionamiento de la red de tráfico de drogas en Hollywood
La operación dirigida por Sangha tenía como objetivo principal a la élite de Hollywood. Su red distribuía drogas desde una “casa de escondite” en North Hollywood, donde la policía realizó allanamientos meses antes del fallecimiento de Perry. Según testimonios y hallazgos de la investigación, la ketamina era la sustancia más demandada, en parte por el temor del círculo social a la contaminación de otras drogas con fentanilo. Para asegurar la calidad, mensajeros cruzaban la frontera a México, obteniendo la droga directamente en clínicas veterinarias y farmacias.
El grupo de Sangha, conocido entre amigas como “las Kitties”, organizaba fiestas privadas y viajes en las que las sustancias estaban garantizadas. Si bien la mayoría de sus amigos aseguraban desconocer el alcance de su actividad, el entorno facilitaba un acceso privilegiado y, según la fiscalía, fomentaba la continuidad del tráfico.
Reacciones y testimonios de amigos y allegados
La revelación de la segunda vida de Sangha conmocionó a su círculo cercano. Tony Marquez, amigo de fiestas y compañía frecuente desde la década de 2010, aseguró nunca haber sospechado la magnitud de sus actividades ilegales, pese al ambiente de consumo recreativo en el que se movían. Marquez dijo sobre Sangha: “Durante años y años he conocido a esta persona. Conozco a su familia. Sé cómo actúa, sé de lo que es capaz. Sé de dónde viene. No puedo –aún hoy– no puedo creer que esto esté pasando”. Marquez sostuvo que “es impactante”, y agregó sobre el grupo que compartían: “Nadie la llamaba así”, en referencia al apodo de “reina de la ketamina”.
Por su parte, Jash Negandhi, amigo desde la universidad, expresó su consternación: “Yo no sabía nada. Absolutamente nada. Ella nunca había hablado de eso”. Negandhi subraya que jamás percibió señales de necesidades económicas en Sangha, afirmando: “No escuché nada sobre eso” cuando se le preguntó sobre posibles problemas financieros en la familia de su amiga.
Antecedentes familiares, situación económica y vida social
Pese a que su familia enfrentó problemas económicos legales, como una demanda contra las franquicias familiares de KFC por más de 50.000 dólares, Sangha no daba señales de necesidades financieras. Sus amistades la recuerdan organizando fiestas temáticas en mansiones y clubes exclusivos, rodeada de amistades con quienes compartía pasiones por la música electrónica y los eventos sociales de alto nivel. El núcleo de su vida social giraba en torno a Los Ángeles y el entretenimiento nocturno, donde su imagen pública contrastaba con la realidad de sus actividades.
Continuación de la actividad tras incidentes previos y consecuencias legales
La actividad delictiva de Sangha persistió incluso después de episodios graves. En 2019, tras la muerte por sobredosis de uno de sus clientes, Cody McLaury, continuó suministrando drogas. Sobre este hecho, Martin Estrada, exfiscal jefe del Distrito Central de California, señaló: “En ese momento, cualquier persona sensata habría acudido a las autoridades, y ciertamente cualquier persona con un mínimo de corazón habría detenido sus actividades y no habría seguido distribuyendo ketamina a otros”. Estrada recalcó que “varios años después, la continuación de su conducta resultó en la muerte de otra persona, el señor Perry”.
Procesos judiciales y situación actual
La detención y proceso judicial de Sangha han marcado el final de su doble vida. Junto a otros acusados, incluidos dos médicos, se declaró culpable y espera sentencia, la cual podría alcanzar los 65 años de prisión federal. Documentos recientes indican que llevaba 17 meses sobria y que sus últimas conversaciones con amigos eran sobre un futuro alejado de la adicción. Su caso se ha convertido en un reflejo del lado oscuro del glamour en Hollywood y de los riesgos ocultos tras los excesos de la vida social privilegiada.
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