
Han pasado más de 40 años desde que La historia sin fin (The NeverEnding Story, 1984) encantó a millones de espectadores con su atmósfera mágica, su inolvidable banda sonora y un elenco que incluía a una joven promesa de Hollywood: Barret Oliver.
El pequeño que venció a 200 candidatos para interpretar al entrañable Bastian Balthazar Bux desapareció de las cámaras al final de la década de los ochenta y, hoy, es casi irreconocible.
Detrás de una espesa barba y con rastas, Oliver lleva una vida completamente diferente tras haber elegido el anonimato.
Magia que marcó a una generación
Barret Spencer Oliver nació el 24 de agosto de 1973 en Los Ángeles. Su nombre quedó inmortalizado tras interpretar a Bastian, el niño tímido y soñador que escapa de sus problemas refugiándose en la lectura de un libro mágico.

En la película, dirigida por Wolfgang Petersen, Bastian se encuentra con La historia sin fin en una vieja librería, y al comenzar a leer en el ático de su escuela, se sumerge —literalmente— en el mundo fantástico de Fantasía. Allí debe salvar a la Emperatriz Infantil y derrotar una fuerza destructiva llamada “La Nada”.
El largometraje, basado en la novela homónima de Michael Ende, solo adaptó la primera mitad del libro. A pesar de su éxito internacional —recaudó cerca de 100 millones de dólares a nivel mundial—, el autor de la obra original no quedó conforme con el resultado.
Sin reparos, el literato calificó la adaptación como “una película repugnante… un gigantesco melodrama de kitsch, capitalismo, peluche y plástico”. Ende incluso exigió que su nombre fuera eliminado de los créditos para sellar su inmutable desaprobación.

Sin embargo, el público abrazó con cariño la historia. En Alemania, donde se produjo el film, casi cinco millones de personas la vieron en cines. En Rotten Tomatoes, la película conserva una calificación de 84%, y se la describe como “un viaje mágico sobre el poder de la imaginación de un niño para salvar una tierra de fantasía que se muere”.
Tras el éxito de La historia sin fin, Oliver participó en otros proyectos importantes. Fue el protagonista de Frankenweenie (1984), un cortometraje dirigido por Tim Burton. En 1985, interpretó al niño cyborg en D.A.R.Y.L., papel que le valió un premio Saturn. También apareció en Cocoon (1985), de Ron Howard, y su secuela.
La última vez que se le vio en la pantalla grande fue en Escenas de la lucha de sexos en Beverly Hills (Scenes from the Class Struggle in Beverly Hills, 1989), una comedia dirigida por Paul Bartel. Tenía solo 16 años cuando se retiró de la actuación.
Una nueva profesión
Lo que pocos imaginaban es que Barret Oliver abandonaría Hollywood por completo. Con el tiempo, se reinventó como fotógrafo e historiador, especializándose en técnicas del siglo XIX. En particular, se dedica a procesos como el colodión húmedo y el woodburytype, una técnica de impresión fotomecánica.

En 2007 publicó el libro A History of the Woodburytype, editado por Carl Mautz Publishing, que se convirtió en una referencia para los estudiosos del tema. Parte de su obra ha sido exhibida en museos y galerías, y su trabajo también ha sido utilizado en producciones cinematográficas.
El diario The Sun recordó que Oliver apareció en un cortometraje titulado In the Usual Manner (2012), centrado en su oficio como impresor y fotógrafo. Desde entonces, su figura ha reaparecido ocasionalmente entre fanáticos curiosos de su pasado actoral.
Ahora Barret luce muy distinto de aquel niño de rostro dulce y mirada curiosa que conquistó al público en los años 80. Como adulto, se ha dejado crecer la barba y lleva el cabello con rastas.
Otro dato poco conocido de su vida es su vínculo con la Iglesia de la Cienciología. Oliver fue miembro de esta organización durante parte de su juventud, aunque actualmente se desconoce si continúa afiliado.
Pese a los rumores esporádicos sobre su paradero, Barret Oliver nunca ha buscado regresar a la actuación. Escogió la paz detrás de la cámara que vivir bajo los reflectores de la industria.
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