
La crisis del agua en la Zona Metropolitana del Valle de México ha causado una serie de emociones y reacciones en la población mexicana, sobre todo por la incertidumbre de qué pasará cuando el famoso “día cero” llegue.
Aunque en la mayoría de las plataformas de internet se ha hablado del tema, es un hecho que en redes sociales como Facebook, Instagram o TikTok, la crisis del agua no es el protagonista de las tendencias, y en parte se debe a que incluso para los creadores de contenido en temas de ecología ha sido un punto estresante y desafiante.
Lo anterior pone sobre la mesa que la falta de agua no solo está afectando nuestra vida cotidiana, sino que también tiene una repercusión en nuestra salud mental y nuestras emociones.
En entrevista con Infobae México, el doctor Emiliano Villavicencio, Jefe de Posgrado de la Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales de la Universidad La Salle, explicó que las emociones negativas que genera la falta de agua en el Estado de México y la Ciudad de México podrían recordarnos un episodio específico de la historia mundial: la pandemia de COVID-19. Lo anterior porque al inicio de este momento histórico, debido a la desinformación, la mayoría de la población comenzó a tener psicosis y angustia colectiva.
“Hay que ocuparnos y ver todo el contexto bajo una mirada sistemática y sistémica de lo que está ocurriendo, sin alarmarnos y más bien tomando acciones”, comentó el experto.
Villavicencio dijo a Infobae México que si bien el problema sobre la falta de agua ya se aborda desde la prevención, las acciones remediales para tratar el problema sanitario deben ejecutarse sin caer en un tono alarmista que pueda desencadenar una histeria colectiva. También apuntó que el tema no es nuevo, pues ya en muchas zonas del Valle de México escasea el agua desde hace mucho tiempo atrás, sin embargo, como es un problema que se ha masificado, ahora está más presente que nunca.

La falta de agua genera angustia
El doctor Villavicencio comentó que ya hay estudios de hace tiempo que demuestran los factores que estresan a la población. Como ejemplo, habló de una investigación que el realizó hace unos años sobre los factores que estresan a los estudiantes de medicina, en la que resultó que uno de estos es no encontrar la comida que esperaban en las cafeterías escolares.
En ese sentido, comentó que aunque suene como algo absurdo, habla sobre las cosas que tomamos como cotidianas y que damos por hecho, pero cuando nos faltan o escasean, podemos entrar en crisis.

Y agregó: “La reacción ante ante ese rompimiento de estructuras es no saber qué hacer y entonces ante la incertidumbre es como tomamos decisiones precipitadas y comenzamos a angustiarnos porque efectivamente carecemos de algo”.
Además de angustia, el experto de la Universidad La Salle apuntó que el tema hídrico puede desatar reacciones de pánico, las cuales vienen cuando las decisiones que tomamos no corresponden necesariamente con la realidad y que más bien responden a una fantasía.
¿Quiénes son más afectados emocionalmente por la crisis hídrica?
Este problema causa meollo en todas las personas debido a que la falta de agua repercute en la vida diaria: provoca inseguridad sanitaria, resulta en cierres de centros educativos y de trabajo, entre otras cosas. Aún así, hay personas que pueden resentir más estas afecciones, ya sea por una cuestión de comorbilidad, como por un factor social.

En ese sentido, el doctor Emiliano Villavicencio señaló a las personas con alguna condición clínica mental que pueda disparar con mayor frecuencia la angustia.
¿Cómo mitigar la angustia por la falta de agua?
El doctor lasallista dijo en entrevista que la angustia y las crisis de pánico pueden generar estados emocionales, personales y colectivos, bastante preocupantes, sobre todo porque la angustia se relaciona con el miedo al futuro y a la incertidumbre lo cual desata un comportamiento desproporcionado que solo responde escenarios de fantasía.
Por ello, consideró que una de las primeras soluciones ante la falta de agua es tener información consciente y decantada, para así filtrar todo aquello que son notas alarmantes o información falsa y desproporcionada.

Asimismo, aún cuando el problema ya está ocurriendo, las autoridades deben tener un programa de sensibilización del tema para que en fechas como la próxima Semana Santa las colonias no desperdicien el agua. Al mismo tiempo, esto ayuda a no generar psicosis colectiva y angustia generalizada.
Por otro lado, cada familia al interior de su hogar debe consumir de forma más consciente, analítica y crítica la información; platicar sobre qué medidas se tomarán para abastecer y preservar el agua. En el caso de las instituciones educativas se pueden desplegar estrategias que los niños y los jóvenes pueden llevar a cabo en otros espacios.
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