
Desde hace más de una década, el mercado laboral argentino atraviesa un escenario de estancamiento en la creación de empleo privado registrado. Esto no necesariamente se explica por las oscilaciones propias del ciclo económico, sino por factores estructurales.
De acuerdo a un informe del IERAL, de la Fundación Mediterránea, en este período, la creación de puestos pasó a depender cada vez más de shocks transitorios. Con una productividad baja, una elevada carga de costos laborales no salariales y un marco regulatorio poco favorable a la inversión, las empresas, en el mejor de los casos, priorizaron mantener sus dotaciones antes que ampliarlas. El comportamiento repetido año tras año terminó cristalizando un patrón de estancamiento.

Una década de estancamiento
Las cifras lo confirman: el empleo privado registrado se mantiene en torno a los 6,2 millones de trabajadores desde hace al menos diez años. Según el informe realizado por Laura Caullo, investigadora responsable Área de Empleo y Política Social del IERAL, la ausencia de reformas estructurales y la persistente fragmentación política impidieron avanzar en soluciones de fondo. La economía siguió funcionando con un mercado laboral que no crece en cantidad de empleos formales, incluso en períodos de mayor actividad.
El fenómeno no es solo coyuntural. La falta de un entorno que estimule la inversión y la generación de trabajo registrado se consolidó como una constante. Esto limita la capacidad de absorber a la población que cada año ingresa al mercado, lo que, a su vez, presiona sobre otras formas de ocupación.
Brechas de habilidades y educación
“A esta dinámica se suma un deterioro persistente de la calidad educativa. La desconexión entre las trayectorias formativas y las demandas del sistema productivo se traduce en brechas de habilidades que dificultan la inserción en sectores más dinámicos. Al respecto, 3 de cada 10 trabajadores no finalizó el nivel secundario, lo cual configura un cuello de botella silencioso para la expansión del empleo formal, especialmente en actividades que requieren calificaciones técnicas o capacidades digitales básicas”, explican.

“En este contexto, las firmas enfrentan un dilema. Frente a un entorno regulatorio rígido, una estructura de costos elevada y escasez de capacidades específicas, muchas optan por la sustitución de factores, incorporando tecnología o tercerizando tareas en lugar de contratar personal de manera directa. Este proceso, lejos de ser exclusivo de la coyuntura actual, refleja una tendencia de más largo plazo que consolida un esquema dual en el mercado laboral, con creciente peso relativo de ocupaciones sin estabilidad ni protección social plena”, añaden.
Estrategias empresariales ante un entorno adverso
Frente a un escenario de costos elevados, rigidez regulatoria y escasez de perfiles calificados, muchas empresas optan por alternativas a la contratación directa. La incorporación de tecnología o la tercerización de tareas se volvieron herramientas para mantener la producción sin aumentar el personal en relación de dependencia.
Para el IERAL, no se trata de una respuesta ocasional, sino de una tendencia consolidada que refuerza un esquema dual en el mercado de trabajo: de un lado, empleos registrados con estabilidad y beneficios; del otro, ocupaciones con menor cobertura y más vulnerabilidad.
La presión de la informalidad y el trabajo independiente
La barrera no solo se manifiesta en la cantidad, sino también en la calidad de los puestos. La informalidad y el trabajo independiente se transformaron en válvulas de escape para canalizar la necesidad de ingresos. Entre 2012 y la actualidad, el empleo asalariado privado registrado creció apenas un 3%, mientras que la informalidad avanzó 29% y el trabajo independiente 47%, consolidando modalidades de inserción más inestables.
“La actual gestión no logró diferenciarse en este aspecto, ya que el empleo asalariado privado experimentó una contracción, con una pérdida de 91.000 puestos de trabajo. Simultáneamente, la informalidad y el trabajo independiente aumentaron un 14% y 4%, respectivamente”, apunta el informe.

Sectores con capacidad de tracción
La experiencia reciente sugiere que la recuperación del empleo formal no vendrá de la mano de un simple repunte cíclico. El potencial para generar puestos de calidad está en los sectores transables con ventajas comparativas: energía, agroindustria, minería y servicios basados en conocimiento.
Aunque no son intensivos en mano de obra, pueden impulsar encadenamientos hacia otras actividades, en especial en el interior del país.
“No obstante, ese proceso será gradual y requerirá condiciones macroeconómicas estables, mejoras en el entorno regulatorio y una fuerte inversión en capital humano. El techo de cristal que hoy limita la expansión del trabajo formal no se romperá de manera espontánea, exige una combinación de reformas que impulsen la productividad, reduzcan la informalidad y construyan trayectorias laborales más estables”, concluye el IERAL.
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