Los intercambios sobre temas económicos y relaciones internacionales entre Sergio Massa y Javier Milei en el debate presidencial de anoche tuvieron, más bien, forma de examen.
En vez de defender el desempeño de un gobierno a menos de un mes de cumplir cuatro años y una gestión ministerial de más de 15 meses con muy malos resultados en materia de inflación, devaluación de la moneda, colapso de las reservas del Banco Central, deterioro del poder adquisitivo de la población y aumento de la pobreza, el ministro de Economía se erigió en examinador de las propuestas y afirmaciones, a menudo contradictorias, del candidato libertario.
Desde el inicio Massa planteó una contraposición de personalidades cuando expuso que lo que se decide el domingo próximo es quién cuidará la salud, la seguridad, el trabajo y la educación de los argentinos y quién representará al país ante el mundo, mientras que Milei enfatizó su condición de economista, “especializado en crecimiento con o sin dinero” y afirmó que “sabe” cómo crear puestos de trabajo y terminar con la pobreza y la indigencia.
Milei también afirmó saber “cómo exterminar de una vez por todas con el cáncer de la inflación”, refirió a su candidata a vice, Victoria Villarruel, como “especialista en seguridad y defensa” y reiteró una afirmación infaltable en sus actos de campaña: “una Argentina distinta es imposible con los mismos de siempre”.
El libertario intentó imponer el tono de la confrontación electoral al plantear que la Argentina lleva “100 años de decadencia” y que así como a principios del siglo XX era uno de los países más ricos del mundo, hoy ocupa el puesto 140 del ranking “a tipo de cambio paralelo”, amén de afirmar que la inflación en el margen (esto es, el último dato mensual, anualizado) ya camina al 300%, “con riesgo de hiperinflación”. Son consecuencias –dijo– del “modelo de la casta”, a la que acusó de intervencionista, inflacionista y endeudadora y que “hace inviable al sector privado”. El estado, dijo, “es el origen del problema, no la solución”.
De ahí en adelante, Massa tomó la iniciativa, al exigir –exigencia que reiteró varias veces– que Milei responda “por sí o por no”, si de ser presidente eliminaría los subsidios, privatizaría ríos o mares, privatizaría Vaca Muerta, dolarizaría la economía y de verdad eliminaría el Banco Central.
Subsidios y tarifas
Por largos tramos, Milei quedó así a la defensiva y consumió buena parte de su tiempo explicando el costo de servicios como el transporte, para admitir luego que sí eliminaría los subsidios “cuando la economía se recupere” y la gente pueda pagar las tarifas. Más asertivo fue al reiterar que “sí voy a terminar con el Banco Central” al que consideró como “el origen de la inflación y la forma en que Ustedes nos roban a nosotros”. De Vaca Muerta dijo lo obvio: se trata de una cuestión provincial. Y ante la insistencia de Massa sobre dónde haría el ajuste que promete, respondió: “Vamos a cargarle el ajuste al Estado, a tus amigos”.
Más allá de dardos y chicanas, lo cierto es que Milei –en involuntario tributo al “Teorema de Baglini”, según el cual la osadía de las propuestas políticas es inversamente proporcional a la distancia al poder– debió suavizar muchas de sus afirmaciones previas a la primera vuelta y que Massa dio como presuntas soluciones fenómenos que ya ocurren en una economía que lleva más de diez años de estancamiento, algo que se hizo evidente en el bloque en que los candidatos trataron la política exterior y las relaciones internacionales de la Argentina.
Milei quedó nuevamente a la defensiva cuando Massa insistió en confrontarlo con sus críticas a China y Brasil, los dos principales socios comerciales de la Argentina. Sus explicaciones de que quienes comercian son las empresas y el sector privado fueron por cierto insuficientes.
Pero también es dudoso que, como afirmó Massa, la Argentina pueda en 2024 exportar USD 40.000 millones más que en 2023 y que el superávit comercial sea una cura mágica a la inflación y la devaluación de la moneda: en los últimos 20 años (de 2003 a 2022) la Argentina acumuló USD 170.000 millones de superávit comercial y casi 30% de ese superávit (USD 50.200 millones) se dio entre 2019 y 2022.
Massa puso otra vez a la defensiva al candidato libertario al afirmar que su política exterior “ideológica” y refractaria a las relaciones con China y Brasil supondría la pérdida de 2 millones de puestos de trabajo, lo que forzó a Milei a dar enrevesadas explicaciones sobre las posibilidades de triangulación comercial o la exportación a otros países, lo que –de vuelta- le permitió al ministro-candidato intentar acorralarlo señalando que de ese modo estaba proponiendo recurrir a “guaridas fiscales”.
El ministro le recordó al candidato opositor que China es el principal comprador de soja del mundo, pero si las exportaciones y el saldo comercial son una aproximación a la cantidad de trabajos que se ganan o pierden, como parece implícito en la argumentación de Massa, difícilmente los casi USD 90.000 millones de déficit bilateral que la Argentina acumuló con China en los últimos 15 años jueguen a favor del país.
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