Mario Teijeiro, economista Ucema, analizó el escenario actual y el rol de la oposición para que el próximo gobierno no fracase

Desde Miami, el destacado académico habló telefónicamente con Infobae. Dio su mirada sobre la compleja coyuntura y alertó sobre los errores del pasado y desafíos para el futuro

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"El Gobierno está dudando entre un deseo de dejar una tierra arrasada al próximo y correr el riesgo de su potencial costo"
"El Gobierno está dudando entre un deseo de dejar una tierra arrasada al próximo y correr el riesgo de su potencial costo"

En las últimas semanas el Indec no dio buenas noticias sobre el desempeño de la economía desde el comienzo del cuarto trimestre: se aceleró la tasa de inflación; los precios de las canastas de indigencia y de pobreza en términos de ingresos subieron a mayor ritmo que el índice general del IPC; y se redujo el superávit de la balanza comercial por mayor caída de las exportaciones que las importaciones.

La excepción fue el resultado de la Encuesta Permanente de Hogares, que cerró 2022 con mayor tasa de participación de la población en el mercado laboral, y más aún de la tasa de empleo, que derivaron en nueva reducción de la tasa de desocupación, aunque en su interior se advierte el creciente peso de los puestos informales -sin descuento jubilatorio- como de menor calificación -hasta estudios secundarios completos-, el resto -educación universitaria, técnicos y profesionales. Disminuyeron en proporción al total.

Mientras que los informes de Economía, como de la deuda pública y de las finanzas de la Administración Central, dieron cuenta del notable aumento en el primer caso -antes de los ajustes de cambio y de paridad-, y en el segundo del déficit fiscal, más allá de la pérdida de recaudación tributaria por la sequía que afecta a la producción agropecuaria con destino a la exportación.

Frente a ese cuadro que se manifestó en la caída de la paridad de los bonos públicos, aumento del riesgo país y pérdida de reservas en divisas del Banco Central, Infobae entrevistó a Mario Teijeiro, miembro del Consejo Superior de la Universidad del CEMA, para que en carácter claramente personal (resalta) en diálogo telefónico desde Miami -como asiduo analista de la coyuntura nacional- de su mirada sobre el presente y los desafíos para el próximo gobierno.

— La inflación se acelera y la economía real comienza a acusar los efectos de la falta de divisas, el atraso cambiario se agudiza, las reservas siguen cayendo y las expectativas negativas juegan en contra ¿Ve al equipo económico con posibilidades de comenzar a corregir esos desvíos antes de las PASO de agosto?

— Yo no veo a este gobierno con ninguna vocación de corregir desvíos. No está dentro del repertorio del populismo hacer ajustes para adecuar la economía a sus posibilidades. Menos aún en época de elecciones. En lo inmediato, está dudando entre un deseo de dejar una tierra arrasada al próximo gobierno y correr el riesgo de su potencial costo, esto es, que se genere una hiperinflación con recesión antes de entregar el poder. Un final de caos económico disminuiría mucho las chances del peronismo kirchnerista de retornar en 2027 y mejoraría las chances de éxito del nuevo gobierno, pues con poco que hiciera podría demostrar éxito frente a un final desastroso de la actual presidencia.

“No está dentro del repertorio del populismo hacer ajustes para adecuar la economía a sus posibilidades. Menos aún en época de elecciones”

Esta tensión se refleja en la actitud ambivalente del Gobierno frente a las exigencias del FMI: el ajuste que propone el FMI evitaría que la bomba les explote en la cara, pero beneficiaría al próximo presidente, que encontraría parte de los desvíos ya corregidos. En este dilema optan por seguir negociando, pero dilatan los ajustes pedidos, incumplen los compromisos asumidos y hasta se animan a cometer aberraciones como la nueva moratoria jubilatoria y el canje forzoso de bonos en dólares por bonos en pesos de todos los organismos públicos. Viven probando hasta donde pueden estirar la cuerda para no perder el aval implícito del FMI.

"El Gobierno tiene una actitud ambivalente frente a las exigencias del FMI: el ajuste que propone el FMI evitaría que la bomba les explote en la cara, pero beneficiaría al próximo presidente, que encontraría parte de los desvíos ya corregidos. En este dilema optan por seguir negociando"
"El Gobierno tiene una actitud ambivalente frente a las exigencias del FMI: el ajuste que propone el FMI evitaría que la bomba les explote en la cara, pero beneficiaría al próximo presidente, que encontraría parte de los desvíos ya corregidos. En este dilema optan por seguir negociando"

— Entonces, la tarea del ajuste le quedará al próximo gobierno…

— Sin lugar a duda. Es posible que, en ese dilema, unos meses antes de las elecciones, sucumban a la tentación de abandonar el programa con el FMI y adopten un grosero “plan platita” que los ayude a ganar; o al menos, a perder por menos, retener gobernaciones claves y asientos en el Congreso, mientras se le deja al próximo presidente la macroeconomía con ajustes aún mayores por hacer. Con un descalabro fiscal y monetario creciente en los últimos meses, la expectativa del Gobierno sería contener el dólar con controles draconianos y artilugios varios para patear los desequilibrios al que viene.

En 2014 fue la venta de dólar futuro. Ahora intentarán nuevos caminos, sean reprogramaciones compulsivas de deuda interna, mega canjes costosísimos, pisar los depósitos en dólares si los ahorristas se ponen nerviosos, atrasar pagos de importaciones y obra pública, etc. La oposición debería prepararse para el peor escenario, esto es, que hereden una situación en la que el final económico para el peronismo no sea definitivamente descalificador y al mismo tiempo, que se hayan agrandado los ya enormes ajustes por hacer, con su correlativo costo político.

— ¿Le tocaría entonces al próximo gobierno hacer un ajuste tipo Remes Lenicov en 2002? Y, en ese caso ¿Cómo el nuevo presidente escaparía sino debilitado de ese ajuste?

— Preguntas como esta explican el clima de pesimismo sobre el futuro argentino, que no logra despejarse ni con la alta probabilidad de un triunfo de la oposición en octubre. La raíz del pesimismo se encuentra en una historia de fracasos sistemáticos de las experiencias no peronistas en rescatar a la Argentina de los malos legados recibidos. Basta mencionar los estrepitosos y más recientes de Alfonsín en 1989, De la Rúa en 2001 y Macri en 2019.

“Con un descalabro fiscal y monetario creciente, la expectativa del Gobierno sería contener el dólar con controles draconianos y artilugios varios para patear los desequilibrios al que viene”

— ¿Cuál ha sido la razón de fondo para estas continuas frustraciones?

— Desde su inicio en 1945, la destrucción peronista -de instituciones republicanas y de las reglas de una economía de mercado- fue hecha con aplanadoras; y cuando fue su turno, la oposición no peronista intentó la reconstrucción con una palita y un baldecito de playa. Esta analogía descriptiva tuvo por supuesto una razón más profunda: la preconización del pensamiento político y económico no peronista, aceptando como normales la destrucción de instituciones republicanas y de libertad económica hechas por el peronismo bajo la excusa de la justicia social.

La destrucción cultural consecuente y el enquistamiento de los intereses generados por el proteccionismo nacionalista, el capitalismo de amigos y el asistencialismo distributivo influyeron para que los cambios que se intentaron para reconstruir el país hayan sido muy insuficientes, hayan fracasado y el peronismo haya retornado. Con esa historia por detrás, el peronismo se ha autoconvencido que los que vengan serán incapaces de demostrar éxito y fracasarán; y que la franquicia peronista sobrevivirá nuevamente al fracaso del actual gobierno. Esta es una de las amalgamas que mantendrá mínimamente unido al peronismo kirchnerista en su fracaso, pensando en el retorno en 2027. Su objetivo inmediato es dejar una herencia muy pesada en la cual el próximo gobierno no pueda hacer pie y fracase en un clima de ingobernabilidad generado por las protestas callejeras. Sin lugar a duda, la militancia kirchnerista estará mucho más cómoda con sus prácticas callejeras “movimientistas y revolucionarias”, que administrando desde el poder un populismo sin recursos.

— ¿El espectro inicial de una tierra arrasada, a la que se sume posteriormente un clima de ingobernabilidad, es el contexto político más probable que cabe anticipar?

— Así es. Las perspectivas futuras de gobernabilidad para la oposición mejorarían si el actual gobierno no pudiera controlar la situación económica y en los próximos meses la inflación se desbocara totalmente, los salarios reales cayeran estrepitosamente y la pobreza alcanzara récord nunca vistos. Si bien es cierto este escenario no es descartable, tampoco es altamente probable. Además, la oposición no debería esperar que su futura tarea se alivie. El caos económico disminuiría las chances del peronismo kirchnerista de retornar en 2027 y mejorarían los márgenes políticos del nuevo gobierno para realizar ajustes. Pero los ajustes habrá que realizarlos de todas maneras y acompañarlos con reformas estructurales si se pretende ser exitosos en esta nueva oportunidad.

La Argentina necesita urgentemente consolidar una alternativa política que no ha tenido, la de ser un país normal dentro del mundo democrático y capitalista liderado por Estados Unidos y Europa. Desde hace 80 años somos un país periférico y decadente, que ha oscilado políticamente entre el polo autoritario anticapitalista liderado hoy por Rusia y China y representado por el kirchnerismo puro; y una democracia light con un capitalismo prebendario, hoy representado por el peronismo moderado y partes importantes del Radicalismo y la Coalición Cívica, aglutinados alrededor de Horacio Rodríguez Larreta.

"Los ajustes habrá que realizarlos de todas maneras y acompañarlos con reformas estructurales si se pretende ser exitosos en esta nueva oportunidad" (Maximiliano Luna)
"Los ajustes habrá que realizarlos de todas maneras y acompañarlos con reformas estructurales si se pretende ser exitosos en esta nueva oportunidad" (Maximiliano Luna)

— ¿Cree que hay una fuerza política preparándose seriamente para esa tarea?

— La alternativa política que proponga ser un país normal dentro del mundo occidental es hoy un proyecto posible pero aún incipiente y disgregado entre la iniciativa de Javier Milei y la línea interna de Juntos por el Cambio representada por Mauricio Macri y Patricia Bullrich. De cómo combinen sus fuerzas y plebisciten un cambio en serio en las próximas elecciones, dependerá si Argentina podrá superar el espectro de tierra arrasada con ingobernabilidad política futura, volviendo a crecer sostenidamente.

— ¿Cuáles serían las condiciones para que esa nueva orientación política llegue al poder, pueda ejecutar un ajuste mayúsculo y encarar reformas estructurales?

— Las chances que Argentina haga a partir de las próximas elecciones un cambio en serio para ser un país normal y que sea exitoso en el intento, debe sortear un desfiladero muy estrecho, con varias condiciones de baja probabilidad:

1) que el fracaso del actual gobierno sea finalmente muy grosero a los ojos del electorado, lo que jugaría en apoyo de cambios iniciales profundos y una mayor paciencia de la población hasta que el nuevo gobierno muestre resultados;

2) que triunfe la línea Macri-Bullrich en la interna de Juntos por el Cambio. Es evidente que un triunfo de Rodríguez Larreta significaría mantenerse en el statu quo económico, con una predisposición política a cooptar todas las bases populares del peronismo, desplazando definitivamente a un kirchnerismo debilitado, vulnerable a ser extinguido. Esto es lo que insinúa la idea de “superar la brecha y consensuar programas que cubran el 70% del electorado”.

Por supuesto que mientras prevalezca ese objetivo, habrá poco lugar para ajustes políticamente incorrectos y la gobernabilidad seguirá en duda. Cualquiera sea el desenlace, nunca llegará el tiempo de cambiar el modelo nacional y popular. En el mejor de los casos, tendremos una gobernabilidad precaria alrededor de un peronismo desarrollista, administrando el modelo nacional y popular que produjo nuestra decadencia.

3) que un triunfo la línea Macri-Bullrich no ocurra sólo por diferencias de imágenes personales sino por programas de gobierno bien diferenciados, tanto en lo político como en lo económico. La agenda económica que hoy domina en los equipos económicos compartidos dentro de Juntos por el Cambio no es suficiente para cambiar el modelo económico nacional y popular. Según las declaraciones del diputado Luciano Laspina -miembro de la Fundación Pensar y referente económico de Patricia Bullrich-, existe conciencia que es necesario un ajuste fiscal, pero duda si podrá hacerse en la magnitud necesaria como para no defaultear la deuda interna; cree que hay que ajustar las tarifas públicas y eliminar los déficits de las empresas públicas, pero duda que puedan seguir reduciéndose en términos reales los salarios y jubilaciones del sector público. Tampoco incluye en su agenda reformas estructurales de fondo, como la reforma laboral, la previsional y la apertura económica, para mencionar algunas de las más relevantes.

Esto es, la agenda del principal partido de la oposición está por ahora dominada por la orientación hacia el statu quo y resignada a que tendrán una capacidad política limitada para ajustar la política fiscal, restaurar la confianza y bajar la inflación; y un margen nulo para hacer reformas estructurales. Por este camino el riesgo de un nuevo fracaso es evidente.

“La agenda del principal partido de la oposición está por ahora dominada por la orientación hacia el statu quo y resignada a que tendrán una capacidad política limitada para ajustar”

— ¿Es posible que no los líderes de la oposición no estén mencionando todos los ajustes y reformas que plantea por miedo a espantar al electorado?

— Hay quienes piensan que la tibieza de las agendas políticas no refleja necesariamente las intenciones finales. Los casos de Arturo Frondizi y Carlos Menem, ambos ocultando sus programas de reforma, son ejemplos esgrimidos. Pero esa analogía no es aplicable, pues Frondizi y Menem eran candidatos apoyados por el peronismo. Hicieran lo que hicieran, el movimiento les garantizaba apoyo y gobernabilidad. La situación será diametralmente opuesta para un futuro gobierno de Juntos por el Cambio, que deberá enfrentar una oposición despiadada, sino destituyente. Un gobierno no peronista está obligado a plantear las grandes definiciones en campaña, de tal manera que, si se gana, la elección haya sido un plebiscito para hacer los cambios necesarios.

Por supuesto que, siendo explícito en el diagnóstico y las soluciones, el riesgo de perder aumenta. Pero no hay alternativa que elegir entre un riesgo y una certeza: el riesgo está en anticipar las reformas duras y perder; la certeza radica en que, si no se anticipa el programa, no se lo podrá implementar. Hay varios argumentos a favor de asumir el riesgo de perder. El primero, es el hartazgo del electorado, manifestado a través del crecimiento en las encuestas de Milei. La definición de qué constituye lo políticamente incorrecto, está cambiando mucho por el impacto de la decadencia sobre las preferencias del electorado. El segundo argumento, es que, aun perdiendo en 2023, se fortalecería una alternativa política con potencial de quedar como opción política para 2027 tras un eventual fracaso de un gobierno opositor tibio.

"Para la oposición el riesgo está en anticipar las reformas duras y perder; la certeza radica en que, si no se anticipa el programa, no se lo podrá implementar”
"Para la oposición el riesgo está en anticipar las reformas duras y perder; la certeza radica en que, si no se anticipa el programa, no se lo podrá implementar”

— ¿Cree que hay que anticiparle al elector qué se propone, cómo, y el costo socioeconómico del plan de gobierno?

— Al elector tienen que llegarle las ideas fundamentales, enfatizando no solo los costos inmediatos sino el sentido de estos. El paciente tiene que saber que, si enfrenta los miedos de la operación y los sacrificios de la recuperación, será esta vez para volver a caminar y recuperar una vida normal. Y sostener esa esperanza con ejemplos de los beneficios obtenidos por países comparables, sean España, Chile o Perú, cuando adoptaron las reformas estructurales necesarias. Una plataforma detallada es no obstante importante para alinear los compromisos y expectativas de los principales actores políticos, empresarios y sindicales.

”El paciente tiene que saber que, si enfrenta los miedos de la operación y los sacrificios de la recuperación, será esta vez para volver a caminar y recuperar una vida normal”

— ¿Pero cómo podría de todas maneras lograrse el suficiente control en las cámaras legislativas para aprobar las leyes necesarias?

— Olvidé en la respuesta anterior una cuarta condición: que las reglas de juego de Juntos por el Cambio para distribuir post-Paso las listas de diputados y senadores premien exageradamente a la tendencia ganadora, para poder mejorar las chances de gobernabilidad de quien gane. Algo así como “el ganador tiene el derecho a conformar las listas”. Esta práctica es normal en las democracias parlamentarias europeas. Pero tampoco hay que olvidar la última condición: que puedan de alguna manera sumarse o cooperar cercanamente las fuerzas políticas hoy dispersas de Milei por un lado y Macri-Bullrich por el otro. Es evidente que, si el triunfo electoral no logra inicialmente mayorías legislativas suficientes, las reformas más controversiales deberán esperar una consolidación de las mayorías legislativas en 2025.

— ¿Una reflexión final?

— Sólo hay que enfatizar que hace falta mucho trabajo dentro de la oposición y hay poco tiempo para realizarlo, si se quiere evitar un futuro sin esperanza.

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