En un banco de primera línea, los bautizaron irónicamente como los “sarcófagos”. Se trata de una nueva tendencia para almacenar los billetes de 100 pesos, muchos de ellos deteriorados y malolientes. Varias entidades financieras debieron salir a construir tesoros de urgencia, en lugares cerrados y escondidos, porque las bóvedas de sus sucursales ya no dan abasto para contenerlos y el Banco Central no los recibe, según pudo corroborar Infobae con distintos bancos.
“Decidimos acondicionar distintos depósitos con todas las medidas de seguridad y monitoreo que exige el Central, los llenamos de pallets con billetes de 100 pesos y los cerramos, porque no hay ninguna expectativa de que se vayan a utilizar”, explican con resignación y algo de humor en el banco de los “sarcófagos”. Ya tienen más de 10 de estos tesoros y se ven obligados a “abrir uno nuevo cada cuatro meses”.
En otro banco líder cuentan que a raíz de la sobreabundancia de billetes de $100 comenzaron a utilizar los amplios tesoros que tenían en viejas sucursales que pertenecían a un banco más chico al que adquirieron mucho tiempo atrás. Pero no alcanzó: también debieron salir a construir un tesoro exclusivamente para los billetes de 100 pesos. También hay una entidad extranjera en donde aseguran que evalúan la compra de esos locales como una inversión inmobiliaria, en tiempos en que los bancos tienen mucha liquidez y restricciones para girar dividendos a su casa matriz.
En la Argentina, según las estadísticas del Banco Central, hay en circulación 2.000 millones de billetes de 100 pesos. Según una calificada fuente del sistema financiero, solamente 900 millones están efectivamente en la calle. Los 1.100 millones de billetes restantes, con las imágenes de Julio A. Roca, Eva Perón y un pequeño animalito llamado taruca, están almacenados en los tesoros de entidades financieras y del propio Banco Central. La economía no precisa tantos billetes que hoy valen algo más de 20 centavos de dólar y cada vez tienen menos utilidad, al ritmo de la inflación. Y la capacidad de destrucción de billetes deteriorados de la Casa de la Moneda y el Banco Central es limitada.
La pandemia también hizo lo suyo. En abril de 2020, en plena crisis, la urgencia para pagar el IFE volcó a la calle millones de billetes de 100 pesos que estaban almacenados. Cuando pasó la emergencia y los bancos quisieron devolverlos al BCRA, éste no los aceptó, por lo que el problema es de larga data.
Sabiéndose en falta, desde hace tiempo el Central aceptó que parte de esos billetes estén “en compensación” en manos de los bancos, lo que implica que ese dinero pertenece al BCRA pero cada banco debe almacenarlo. De esa forma, cada vez que un banco declara esa tenencia el Central se los acredita en la cuenta que cada entidad financiera tienen en el BCRA. Y con ese dinero, los bancos pueden comprar Leliq o pases.
Los bancos aseguran que ese rendimiento no es suficiente para cubrir los egresos en transporte, seguridad y atesoramiento de los billetes, un gasto que, tarde o temprano, trasladarán a sus clientes. No tiene sentido utilizarlos para llenar cajeros, ya que por el poco valor que tienen la recarga debería ser constante. De todos modos, los bancos tratan de poner una parte de ellos para ir quitándoselos de encima.
No todos los bancos tienen esta dificultad. En el sistema financiero se habla de que existen bancos “pagadores” y bancos “recaudadores”. Los primeros son aquellos que tienen a su cargo el pago de jubilaciones, salarios públicos y planes sociales, por lo que tienen más chances de colocar los billetes pequeños. Es el caso de los bancos públicos, que tienen obligación de atender esa clientela y, además, cuentan con muchas sucursales antiguas con bóvedas grandes. Los bancos “recaudadores” están en la situación contraria y deben contratar a un tesoro externo, como el de las transportadoras de caudales, o bien, buscar espacios para construir un “sarcófago”.
Más allá de las incomodidades y los gastos que la situación implica para los bancos, la aparición de estos nuevos tesoros es una señal del impacto de la inflación sobre el dinero físico en la Argentina. Hay muchos billetes que ya no sirven, hay escasa capacidad del Banco Central para destruirlos y quitarlos de circulación, hay un sistema poco eficiente para llenar los cajeros y hay un nuevo billete en marcha de 2.000 pesos que, coinciden en los bancos, poco aportará para solucionar esos problemas. Las cámaras bancarias piden desde hace tiempo la aceleración en el proceso de destrucción de billetes deteriorados de baja denominación y, por supuesto, la emisión de billetes de 5.000 o 10.000 pesos.
Seguir leyendo: