"Muchas veces los jugadores nos creemos imprescindibles, y ese es un error, porque nadie es imprescindible. Voy a luchar por lograr estar en Rusia. No soy de las personas que se rinden fácilmente".
Las palabras de Javier Mascherano pertenecen a la nota que Diego Korol le hizo para el ciclo Alma de Potrero, que hoy publica Infobae. Y adquieren una notable actualidad ante la evidencia: después de la doble fecha FIFA en Manchester y Madrid, sobre todo luego de su actuación en el 1-6 ante España, el Jefecito, de 34 años, dejó de ser un indiscutido en la Selección. Y deberá "lucharla", tal como él mismo se planteó, porque su presencia en el Mundial corre riesgo concreto.
Desde el cuerpo técnico de Jorge Sampaoli aclararon que "nunca se le dijo a Mascherano que se analiza no convocarlo". Aunque aceptan que "hoy es evaluado como todos, salvo Messi".
¿Qué ocurrió para que el ex River pasara de ser un referente intocable a este presente incierto? ¿Cómo el futbolista que se convirtió en el hombre con más presencias en la historia del combinado nacional quedó bajo la lupa? En primer término, por el propio nivel de Masche. El oriundo de San Lorenzo, Santa Fe, bajó un escalón de categoría en cuanto al fútbol en el que se desempeña: de ser parte del plantel del Barcelona se mudó al Hebei Fortune de China, con la intención de moverse en su puesto natural (mediocampista central) y lograr continuidad.
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El objetivo primordial lo está cumpliendo: fue titular en los 4 partidos de la Superliga china, todos como volante tapón. Sin embargo, su rendimiento, según los informes, no fue el mejor y el conjunto que conduce el chileno Manuel Pellegrini está décimo entre 16 conjuntos en la tabla de posiciones.
Masche jugó dividiéndose la mitad del campo en tres duelos (1-1 ante Tianjin Teda, 3-2 frente a Guizhou Zhicheng, y 2-4 contra el Shanghai Shenhua) y en otro fue única contención (1-2 ante Shandong Luneng).
Pero la alarma sonó con mayor fuerza en Madrid. Acompañado de Lucas Biglia, ante un rival armado y que hace un culto de la circulación del balón y de la dinámica en la mitad del campo, sufrió en continuado en el 1-6 ante España.
Su última imagen en celeste y blanco había sido en el amistoso frente a Nigeria en Rusia, en otra prueba desafortunada de la Selección. En el 2-4, Mascherano, entonces integrante de la línea de tres defensiva, salió en la foto de los goles. Y penó contra los velocistas de Las Águilas cuando lo encararon con espacios.
Más allá de que la evaluación rigurosa sobre su nivel existe, quienes caminan el predio de Ezeiza plantean que mucho tiene que ver en las versiones que ya comenzó un clásico de cada previa de los Mundiales: el juego de las presiones. Muchos dirigentes, con predicamento en AFA, juegan su partido. E instalan sus simpatías en los medios. Varios de ellos difunden por lo bajo, pero con énfasis, su preocupación por el caso Mascherano.
Hay dos ítems que lo favorecen en la batalla: en el grupo no sobran las voces de mando y la de Mascherano es la principal, una reserva anímica ante la adversidad.
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Al mismo tiempo, su ascendencia entre sus compañeros puede generar un clima áspero con el cuerpo técnico si Sampaoli decide prescindir de sus servicios en lo que será la despedida de la Selección de varios de los integrantes de la camada.
Porque el propio Mascherano ya advirtió que post Rusia se retirará de la Selección. El punto es que el espejo de la actualidad no devuelve su imagen con el pasaje en la mano. Al menos no con certeza, con nitidez.
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