“Ruralismo”, una oda al campo, la nostalgia y la resistencia

La visión de Vanesa Freixa en su ensayo destaca cómo la pérdida del mundo campesino debilita comunidades y plantea interrogantes sobre la capacidad de adaptación ante desafíos económicos y ambientales

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El libro del día: “Ruralismo”,
El libro del día: “Ruralismo”, de Vanesa Freixa

La escritora y activista Vanesa Freixa ha irrumpido en el panorama literario con un ensayo que desafía las dinámicas de las grandes corporaciones y reivindica el autocultivo como forma de resistencia. En Ruralismo (editado en español por Errata naturae), Freixa propone una revuelta íntima y colectiva que busca rescatar la autoestima rural y cuestionar el mito del crecimiento infinito, situando la soberanía alimentaria y el asociacionismo femenino en el centro de su propuesta.

En el tramo final de su obra, Freixa se pregunta por la capacidad de resistencia de la sociedad ante una crisis alimentaria y responde con contundencia: “A corto plazo, ninguna”, ya que solo el uno por ciento de la población produce los alimentos en el país. Esta visión, que podría parecer apocalíptica, se apoya en datos recientes: los precios de los alimentos han aumentado un 35% desde 2019 y el suelo agrícola experimenta un auge especulativo. Frente a este escenario, la autora aboga por abandonar el agronegocio intensivo y construir modelos descentralizados y autónomos, extendiendo el ruralismo incluso al ámbito urbano mediante la promoción de la actividad primaria de proximidad.

Freixa, nacida en Cataluña, España, en 1977, creció en el Pirineo ilerdense con la percepción de que la vida rural implicaba renuncias frente a las oportunidades de la ciudad. Tras estudiar Bellas Artes y trabajar en el sector cultural, regresó a sus raíces al descubrir a jóvenes cultivando las tierras que ella había dejado atrás.

La autora aboga por abandonar
La autora aboga por abandonar el agronegocio intensivo y construir modelos descentralizados y autónomos

A los treinta años, se instaló en Caregue, un pueblo de quince habitantes, donde aprendió a cultivar la tierra. Más tarde, se mudó a Olp, con treinta vecinos, y adquirió una borda junto al bosque, donde conviven cerezos, álamos, arces y robles. Allí, el recuerdo de su padre y su pequeño rebaño de ovejas la impulsó a reunir a siete ovejas y convertirse en pastora.

La autora se ha nutrido de lecturas como Robin Wall Kimmerer, Joanna Pocock y Wendell Berry, y ha seguido las ideas del movimiento Colibris, fundado por el filósofo y agricultor Pierre Rabhi, que promueve la insurrección civil contra el consumo excesivo. Con estos referentes, Freixa ha desarrollado un pensamiento orientado a fortalecer la identidad rural, ya sea a través de la creación de una escuela de pastores o de la escritura de artículos y libros que denuncian cómo la desaparición de la payesía debilita a las comunidades.

Freixa sostiene que “las grandes corporaciones van a por el payés, el último núcleo que resiste a sus ansiosas dinámicas productivas”, y defiende que la soberanía alimentaria permite no depender de otros.

En su análisis, Freixa observa que nueve de cada diez personas en Cataluña viven en ciudades, muchas de ellas ajenas a la realidad rural, incluso entre quienes se identifican como ecologistas. Por ello, propone que cualquier iniciativa, como la reintroducción del oso pardo, tenga en cuenta la opinión de quienes habitan el territorio. Esta perspectiva la ha llevado a realizar un documental.

reixa ha desarrollado un pensamiento
reixa ha desarrollado un pensamiento orientado a fortalecer la identidad rural (Freepik)

El libro Ruralismo se construye en primera persona, alternando la nostalgia por el mundo campesino con la confianza en el saber ancestral del campo. Freixa combina pasajes líricos, donde la tierra se convierte en una llamada interna y un vínculo con los antepasados, con reflexiones críticas sobre las dos miradas predominantes hacia el medio rural: quienes buscan explotarlo y quienes desean conservarlo, dejando de lado a la población local.

En el inicio de su ensayo, Freixa describe la vida en los pastos altos, donde los rebaños de doce casas se reúnen a mil ochocientos metros de altitud y contratan a un pastor para toda la temporada. Ella, con solo siete ovejas en un rebaño de más de cuatro mil, participa activamente en las tareas y en las conversaciones con los pastores, quienes le insisten en la importancia de centrarse en el presente. Freixa afirma: Tengo claro que estoy ante un estilo de vida en el margen, pero que en estas montañas todavía no se ha interrumpido”.

La autora plantea que el ruralismo no se limita al retorno a la vida campesina, sino que implica una nueva forma de entender las relaciones humanas y de afrontar la desesperanza generada por la economía actual. Su propuesta, aunque pueda parecer utópica en un contexto de crisis de vivienda, invita a reconsiderar el valor de la autosuficiencia y la proximidad en la producción de alimentos, como vía para reconstruir el tejido social y resistir las presiones del mercado global.