Un revitalizado Mercado de Arte de Córdoba cerró el calendario de las ferias del país

Durante 4 días, el MAC reunió a más de 60 galerías y proyectos, con una puesta renovada que se enriqueció por la apertura hacia una diversidad de lenguajes artísticos

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Un revitalizado Mercado de Arte
Un revitalizado Mercado de Arte de Córdoba cerró el calendario de las ferias del país

Con una revitalizada edición del Mercado de Arte Contemporáneo Córdoba (MAC), del que participaron más de 60 galerías y proyectos, finalizó el circuito de ferias del país.

Con el crecimiento de nuevas ferias en el resto del país, que tienen una identidad y una misión marcada, el MAC necesitaba un shock para recuperar el terreno perdido, a fin de cuentas hablamos de la segunda con más antigüedad, después de arteba.

Y en ese sentido, la reestructuración realizada bajo la curaduría de Sofía Torres Kosiba y Manuel Coll generó una bocanada de aire fresco, no solo desde lo estructural, la forma en que la feria se presentó, sino también al abrirse mucho más a propuestas que en ediciones pasadas no lograban ingresar.

Según datos oficiales, el 48% de las galerías participó por primera vez y también se registró un buen movimiento en el mercado, con 274 obras vendidas –con un incremento del 38% con respecto al año anterior– y numerosas gestiones que continuaron luego del cierre de la feria.

La feria reunió a 60
La feria reunió a 60 galerías y proyectos, de los cuales el 48% participó por primera vez

En ese sentido, el MAC experimentó un cambio significativo al trasladarse al Centro de Convenciones, un recinto de más de 18.900 metros cuadrados que permitió reunir a todos los espacios en una sola planta, generando así una circulación virtuosa entre las “constelaciones”, que hicieron las veces de secciones o núcleos.

Históricamente, la feria se había realizado en la plaza San Martín y en edificios cercanos del centro histórico de la ciudad, para luego atravesar una polémica cancelación en 2022 y luego sí mudarse a las inmediaciones del estadio Kempes y el Museo Chateau-Seguí, donde ocupó durante dos ediciones el Complejo Ferial. Esta sede de 2025, a pocos metros de la anterior, también propició un ambiente más confortable, con pasillos anchos para ser recorrida y un buen metraje de pared para expositores.

Al unir a las galerías con recorrido nacional e internacional con otras incipientes y proyectos de artistas, el encuentro ofreció una plataforma inclusiva que integró tanto a históricas como a nuevas voces, enriqueciendo el diálogo y la diversidad. Otro punto a favor, en esto de buscar su identidad, fue la apertura a espacios que provenían de diferentes puntos de la provincia, más allá de las de la capital provincial.

El MAC experimentó un cambio
El MAC experimentó un cambio significativo al trasladarse al Centro de Convenciones

La curadora Torres Kosiba, comentó a Infobae Cultura que “el 90% de los artistas no tienen galería que los represente”, por lo que en un evento como éste, organizado principalmente desde el Estado — desde la Secretaría de Fortalecimiento Vecinal, Cultura y Deportes de la Municipalidad de Córdoba, la Agencia Córdoba Cultura, Fundación Pro Arte Córdoba, la Universidad Provincial y la Nacional junto a Faro (Asociación Civil de Galerías de Córdoba)— resulta esencial que se piense no solo en la cuestión comercial, sino también en promover estructuras para el desarrollo en el tiempo de los principiantes.

La posibilidad de mostrarse y, a su vez, sumar experiencias y prácticas que los lleven a una profesionalización, algo imprescindible en el mercado, es un gesto que debe ser sostenido, y que esta reversión del MAC cumplió con creces. Ojalá se sostenga.

Ni bien se ingresaba al Centro, el visitante se encontraba con la Constelación Orbital, en el que colgaban grandes piezas textiles, por ejemplo, de Ral Haro, quien trabaja interviniendo retazos desechados por los talleres de la ciudad, y donde se desarrollaban las charlas que convocaban al público.

La Constelación Orbital, sede de
La Constelación Orbital, sede de debates y diálogos (Juan G. Batalla)

Fue interesante, además, escuchar en el Primer Encuentro de Ferias y Mercados de Arte Contemporáneo de Argentina que congregó a diferentes referentes de las ferias y asociaciones galerísticas del país, entre otros, exponer similitudes y desafíos, buscando maneras de consolidar el pequeño mercado nacional.

El MAC tuvo, además, propuestas muy variadas, lo que la enriqueció como experiencia participativa. No se trató solo de un paseo para ver obras o tener la oportunidad de charlar con artistas, lo que siempre es interesante para comprender procesos e ideas detrás de los trabajos, sino que hubo espacio para niños, también para las videoinstalaciones y otras tecnologías, otro donde se presentaban libros y proyectos editoriales, como la feria de arte gráfico Asteroide, y a su vez se realizaron performances durante sus cuatro días.

Por ejemplo, entre las acciones destacadas estuvieron “Sanatorio de árboles” de Yasmín Antún, donde había tanto una sala de árboles nativos que habían sido talados y se podía ver una resonancia magnética de su interior, y a los pacientes se los llevaba en silla de ruedas por los pasillos para que los visitantes pudieron oír, mediante un estetoscopio, la latencia de vida que aún resguardaban o “La tortu performer” de Daiana Rose, quien invitaba a bajar el ritmo de vida y apreciar el instante.

 “Sanatorio de árboles” de
“Sanatorio de árboles” de Yasmín Antún

En “¿Alguien vive?” Soledad Sánchez Goldar lanzaba golpeteos sonoros al aire, que en código morse, enviaban un ‘mensaje hacia el Holocausto’ en Tierra Santa, en una acción que entraba en diálogo con la muestra ¿Dónde caen los olivos?, que la artista presenta en el Museo Caraffa en la que invita a “reflexionar sobre las relaciones de proximidad y distancia frente a la crueldad planificada de la guerra y sobre cómo activar mecanismos de duelo, memoria y resistencia”, explicó el curador Joaquín Barrera. Quien no pudo hacerlo fue Gustavo Mauro, ya que durante su “Posta de hidratación para la carrera del artista” fue confundida, por los guardias de seguridad, como un vendedor de bebidas y no lo dejaron realizarla.

Y es que el MAC, en ese sentido, no fue un evento que se miraba el ombligo, sino que se abrió con activaciones en las galerías y museos de la provincia, generando diálogos y buscando traspasar sus propios muros, algo que, por suerte, es cada vez más usual en torno a las grandes ferias.

Juan G. Batalla
Juan G. Batalla

Uno de los momentos más destacados fue el homenaje a María Rocha, fallecida en septiembre, quien llevaba adelante la galería Mantera, de La Banda, Santiago del Estero, y donde se presentó el altar colectivo “Hay amores que son para siempre”.

“Renovamos de alguna manera ese contrato no firmado, para seguir sosteniendo este proyecto en honor a María, por todo lo que ella laburó, por todo lo que hizo en el campo del arte, por todo lo que hizo por los artistas para traernos a estos espacios, que de otra manera no hubiéramos llegado”, afirmó Nani Guantay.

El impacto de Rocha se extiende más allá de su entorno inmediato. Guantay remarcó que la presencia de artistas de provincias como Neuquén, Río Negro, Tucumán y Santa Fe evidencian la dificultad de acceder a circuitos artísticos fuera de CABA, describiendo este acceso como “una tarea ardua”.

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Detalle del el altar colectivo “Hay amores que son para siempre” (Juan G. Batalla)

“María ha sido una persona muy importante para el MAC también, porque empezó siendo una artista que accedió a un stand, después ganó con su galería un premio, y este año había sido convocada como jurado. Así que, de alguna manera, que estemos aquí es un reconocimiento a ese trabajo que ha hecho”, dijo.

Su colega, Pao Lunch, explicó a Infobae Cultura que la misión de la galería va más allá de lo tradicional, de lo mercantil: “Nunca hubo una organización jerárquica en la galería, siempre fue una construcción colectiva. María hacía el lazo con el circuito del arte más hegemónico, y nosotros sí nos sosteníamos en el modo de trabajo. Mantera nunca fue un proyecto de una galerista, de un modo estanco. Es una ficción de galería que habita distintos espacios, se metamorfosea para lo que necesitemos”.

Lunch también enfatizó el carácter militante y plural del proyecto, señalando que se distingue “por acompañar luchas sociales y trabajar desde la autoría compleja, con una fuerte confianza entre los artistas y una construcción de territorio común a través de sus prácticas”.

“Traemos nuestras luchas sociales, la defensa por la escuela pública, la defensa de que el trabajo sexual es trabajo, las ollas populares, la lucha mapuche, todas las miradas decoloniales en torno al arte, la lucha contra el cubo blanco, la venganza cromática. Traemos la feria, las economías populares. Nosotros somos eso”, dijo.

Zona Fronteriza reunía a la
Zona Fronteriza reunía a la propuesta artística de tres proyectos misioneros: Museo de la Triple Frontera, Relatos Visuales y Rizomática (Juan G. Batalla)

Otro espacio interesante fue Zona Fronteriza, que reunía a la propuesta artística de tres proyectos misioneros: Museo de la Triple Frontera, Relatos Visuales y Rizomática. Según Nicolás Sosa, la intención era “armar una triada que trabajan sobre una poética de la frontera, sobre cómo es vivir, qué estéticas históricas y presentes hay”, con nombres como Santiago Krauze, Claudia Carabín, Zygmunt Kowalski, Horacio Flores o Sofía Arancibia, quienes con diferentes formatos ingresaron a “el paisaje, pero desde un lugar más abstracto” o la “idea de la ancestralidad, de pensar cómo es un lugar donde tiene raíces más paraguayas, guaraníes, afros” con mucha experimentación material, desde barro del río en esculturas o a otros materiales orgánico, como unas máscaras a las que les iban brotando hongos.

Desde Buenos Aires, tuvo su debut Palpar, con un pop up de tres de las seis artistas que conformar en taller Palpa, con una puesta en que se creaba un paisaje mutable que invitaba a la contemplación, proponiendo, a su vez, la recreación de un territorio que, aún siendo una ficción, nos remitía a situaciones cotidianas.

Isabela Dias da Silva intervino un muro con una montaña en pastel tiza rojiza que daba cuerpo a ese escenario, donde además se presentaban dibujos en lápiz de su serie raíces, que podían ser tanto una mirada cartográfica sobre lo profundo de la tierra, como brazos de ríos que se articulaban; Clara Manetti, con unas esculturas metálicas, pintadas con acrílico y esmalte, que jugaban con las formas curvas, como si los rayos, el viento -y por ende, el sonido- se materializaran, uniendo lo paisajístico con lo sensorial, mientras que Olivia Azpiazu, con su trabajo con lo urbano como centro, llegó con esculturas que remitían a las grandes antenas que se observan en los descampados, bolsas de cemento que parecían almohadas, que nos hablaban de lo sólido como espacio de transición en la vida, y también todo un trabajo figurativo con baldosas como elemento principal, sutiles y crudas a la vez.

El espacio de Palpar
El espacio de Palpar

En el espacio de la cordobesa galería Mina, en su segunda participación, Romina Calla propuso a los artistas presentarse con obras en pequeñísimo formato y, la apuesta, funcionó desde lo estético, como si fuera un gabinete de curiosidades al que había que acercarse y prestar atención para descubrir, y lo comercial.

“Es la última feria del año del país. Entonces, dije: ‘Bueno, tratemos de llegar a fin de año con venta. Apostemos a algo pequeño que sea accesible, que si preguntan el precio, que ni lo duden’”, comentó Calla.

Y agregó: “Mi idea era cortar la brecha entre la galería y los entusiastas del arte’. Por ahí hay gente que viene a la feria y dice: ‘A mí me encanta, pero no puedo comprar’. Hay mucho público nuevo, clientes nuevos que nunca me habían comprado, y hasta inclusive, gente que se compró su primera obra y que está bueno porque es como el puntapié para empezar a armar una colección”, dijo sobre la propuesta que incluía a Ana Kayen, Pablo Curutchet, Cintia Arias, Florencia Walter y Ana Poulsen.

En el espacio de la
En el espacio de la cordobesa galería Mina se presentaron obras en pequeñísimo formato

En Argüello y Bouchet, del pueblo Agua de Oro, Mariana Guagliano mostró una serie de delicados bordados centrados en mujeres de la historia, realizados con la técnica Lunéville, que estudió en Francia. “Es una técnica medieval, que se emplea en la alta costura y se aprende en Le Sage”, que surgió a partir de la escritura de El libro de la inspiración, donde reconstruyó la historia de 17 mujeres, entre ellas, su abuela, quien la inició en la técnica, a quien definió como “el ancla”.

“Mi abuela tenía una frase, decía: ‘Bueno, la vida es como el bordado y tiene lo que uno trata de controlar y hace racionalmente, que es la parte de adelante, y después la contingencia, lo que pasa atrás’”, recordó Guagliano, resaltando la importancia de la dualidad entre control y azar en el proceso creativo.

En Argüello y Bouchet, del
En Argüello y Bouchet, del pueblo Agua de Oro, Mariana Guagliano mostró una serie de delicados bordados (Juan G. Batalla)

En lo que respecta a la apropiación artística de la historia, a partir de miradas originales, se destaban Ale Gomara (Gabelich Contemporáneo) y Alexandro Poggi (Andamio Studio).

El primero, rosarino, presentó una serie de retratos que se encuentran en grandes museos del país, para transformarlos bajo la influencia del cine de David Cronenberg y el body horror. "Me interesa mucho el tema de la réplica. Empecé a inventarme una historia de unas masas, como que uno no muere, sino como que se fusiona con cadáveres ajenos y se hace uno solo”, dijo con respecto a las figuras que habitan las obras y remiten al filme La cosa, imaginando como estas nuevas formas se convertían en mascotas de los humanos.

Obras de  Ale Gomara
Obras de Ale Gomara y Alexandro Poggi

Por su parte, el pampeano Poggi introdujo la figura de Arbolito, Nicasio Maciel, un jefe ranquel aliado la causa federal de Rosas, quien dio muerte al alemán Federico Rauch, militar de Waterloo y azote cruel de los “salvajes”.

“Trabajo mucho con la memoria, hago mucho hincapié en mi pueblo. Estas historias las mamamos desde chicos, en la escuela, y sentía la necesidad de ingresar desde la perspectiva heróica y no de la historia oficial, rescatar esas cosas que por ahí quedan como medias sueltas o que se le escapan a estos relatos más pomposos, más románticos, y hacerlo desde la ilustración, más iconográfico también”, dijo sobre una serie de dibujos en técnicas poco convencionales, como el uso de papel de calcar blanco y grafito sobre mdf.

Constelación de Ediciones
Constelación de Ediciones

Finalmente, entre las distinciones, el Premio Adquisición Ciudad de Córdoba fue otorgado a Verónica Moreira por las obras “Cerdo en tajadas” y “Torta ilusión”, que pasarán a formar parte del acervo del Museo Genaro Pérez, mientras que en el ámbito provincial, la Agencia Córdoba Cultura distinguió a Sergio Scurti por la obra “¿Cómo construir el pasado? XV” y a Martina Zorzón con la adquisición de “S/T”, “Un escondite” y “Silvina Ocampo”, sumando nuevas piezas a la colección patrimonial de la provincia

El Premio In Situ, creado por Abel Guaglianone y Joaquín Rodríguez, reconoció en esta edición a los proyectos mina, representado por Romina Calla Muguiro, y a EPA - Espacio de Prácticas Artísticas, con Cecilia Cordi y Guillermo Daghero y, por su parte, el Museo Franklin Rawson incorporó “Llegar con naranjas en la mano” de Lorenzo Baltazar González a su colección permanente.

Se entregaron 11 previos entre
Se entregaron 11 previos entre públicos y privados

El sector privado tuvo una presencia destacada a través de los Mecenas Mercuriales. El premio impulsado por Paclín fue para María Chávez con la obra “Ausente” de la Galería Wonda, mientras que Econovo eligió “Huecos” de Noelia Farías de Xul Gallery. La Cámara Metalúrgica de Córdoba reconoció a Julieta Marasas por “Fuego II y Red Nébula” de Galería Nilo – Galpón de Arte, y Nueva Trama sumó al Museo Metropolitano de Arte Urbano una obra de la serie “Color Piel” de Juan Martín Juares de Galería Mini Contemporáneo.

En el campo de la formación, el Premio Púrpura Proyecto otorgó una beca completa para el programa anual “El Oráculo” a Guiomar Barbeito de Galería Satélite. Además, el Premio Arte21 – Colección Universidad Siglo 21 adquirió “Arte Generativo en video” de Andrés Senn de Galería La Cúpula. El reconocimiento entre pares se materializó en el Premio Brandon, votado por galerías, espacios y artistas participantes, que otorgó el primer premio a Galería La Dealer, el segundo a Augusto Quinteros de Galería CO ART y el tercero a Melina Koch de Galería ESAA.