
A la fotógrafa Franziska Stuenkel le gusta tomar imágenes urbanas espontáneas y para eso necesita una cámara ágil, lista para actuar cuando surge la inspiración: una Leica M11 de fabricación alemana.
“Debo ser muy rápida y discreta”, dice esta artista de Berlín que captura imágenes de gente que pasa caminando al otro lado de una ventana y cuyos contornos emergen a través del cristal.
La cámara compacta Leica es perfecta para ese trabajo, dice la artista de 51 años. La marca, famosa por su estilo retro y el tamaño de bolsillo de sus aparatos, conmemora cien años desde que se presentó al público su primera cámara comercial.

La compañía fue fundada en 1869 por el empresario Ernst Leitz en la ciudad de Wetzlar, en el centro de Alemania, y al principio fabricaba lentes ópticos y microscopios.
Pero no fue hasta 1925 cuando la cámara Leica 1 fue presentada en la feria de primavera de Leipzig. Unos años más tarde, las cámaras Leica se convirtieron en el instrumento preferido de fotoperiodistas legendarios como Robert Capa y Henri Cartier-Bresson. Actualmente, la cámara sigue presente en un mercado dominado por gigantes japoneses como Sony, Canon y Nikon.

Trabajar con una Leica “lo hace a uno mejor fotógrafo”, dice el artista británico Alan Schaller, que usa una versión monocromática de la M11, una cámara digital que lleva controles manuales.
Schaller se ha acostumbrado tanto a ajustar manualmente la apertura, la velocidad de obturación y la sensibilidad a la luz que dice ser capaz de hacerlo más “rápido que cualquier aparato automático”.
Cien años después, las cámaras Leica se siguen ensamblando en una fábrica en Wetzlar, al norte Frankfurt, donde 70 trabajadores con destornilladores de precisión y pinzas antiestáticas fabrican a mano estos aparatos que tienen más de 600 partes.
Es un trabajo minucioso “que requiere mucha experiencia”, dice Peter Schreiner, el jefe de ensamblaje de la cámara. En otro espacio cercano, los lentes se pulen hasta una millonésima de metro antes de pegarlos y laquearlos.

Cambio de rumbo
Tras una década difícil en los años 2000, Leica cambió de rumbo y adoptó las cámaras digitales, que ahora representan la mayor parte de sus ventas. La compañía sigue haciendo algunos aparatos analógicos, como el M6, primo de M11.
Matthias Harsch, jefe ejecutivo de Leica, espera que las ventas alcancen un récord de 600 millones de euros (657 millones de dólares) en 2024/25, con un crecimiento anual cercano al 10 por ciento.
Las ventas globales de cámaras digitales crecieron solo 4% el año pasado, según el instituto de investigación de mercados alemán Gfk. La innovación es el centro de la marca, con un presupuesto en este campo de “más del 10% de las ventas”, según Harsch.

Más allá de las cámaras, Leica se ha diversificado y produce relojes y proyectores láser para home cinema (cine en casa) así como cámaras para teléfonos celulares.
Los lentes de Leica están instaladas en teléfonos fabricados por la compañía china Xiaomi así como en el teléfono Leitz, diseñado por Leica junto a Sharp para el mercado japonés.
Pero según Harsch, la nueva tecnología nunca reemplazará el encanto de una cámara Leica. “Con un teléfono, solo se toman instantáneas, lo demás son fotografías”, dice para subrayar la diferencia de calidad entre ambos sectores que viven, sin embargo, en “pacífica coexistencia”.

Estados Unidos representa alrededor del 20% del total de ventas de Leica y la empresa está “evaluando el impacto” de los aranceles anunciados por el presidente estadounidense Donald Trump.
Leica tiene más de 120 tiendas en el mundo, incluso en Estados Unidos, y este año espera abrir más puntos de venta.
Fuente: AFP
[Fotos: Kirill Kudryavtsev/ AFP]
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