
Hacia las cinco y media de la tarde, la Sala Sinfónica del CCK, también conocida como Ballena Azul, se empezó a llenar. Tres pisos de gradas repletos de gente rodeando el escenario con un piano en el centro. De pronto, la música que sonaba de modo ambiente subió y aparecieron, arriba, en la punta izquierda, tres personajes de El asombroso Mundo de Zamba, la serie de dibujos animados de Paka-Paka. San Martín, Juana Azurduy y Zamba saludaban a todos los presentes con los dedos en V mientras la voz de Mercedes Sosa, desde los parlantes, cantaba “Sube, sube, sube bandera del amor".
Quince minutos después atravesó la sala el nuevo ministro de Cultura Tristán Bauer, acompañado de todo su equipo, frente los fervorosos aplausos del auditorio, que coreaba: “¡Ministerio, Cultura es ministerio!” “Cultura es ministerio, ustedes lo cantan, gracias a la decisión popular, a la decisión de Alberto y a la decisión de Cristina”, fueron las primeras palabras de Bauer y los aplausos continuaron.

Luego el ministro presentó a su equipo, con una particularidad: casi a la usanza del gobierno anterior, los llamó a todos por el nombre. Pidió aplausos para Ricardo Ferraro y María Rosenfeldt, que estarán al frente de Tecnópolis —aunque ella no pudo estar presente porque, según contó Bauer, “hoy, o a los sumo mañana, será abuela” y para “los tres secretarios”, Lucrecia Cardoso en la Secretaría de Cultura y Creatividad, Valeria González en la Secretaría de Patrimonio Cultural y Maximiliano Uceda en la Secretaría de Gestión Cultural. También pidió aplausos para Luis Puenzo, flamante presidente del INCAA. "Alberto Fernández nos pidió que pongamos de pie al cine argentino”, dijo Bauer. También para el jefe de Gabinete del ministerio Esteban Falcón y para Verónica Fiorito y Martín Bonavetti que dirigirán el CCK.

Junto al equipo, subió también al escenario Horacio Lavandera, destacado pianista argentino que, según recordó Bauer, fue el encargado de inaugurar esta mismísima sala años atrás cuando Teresa Parodi era la ministra de Cultura. Lavandera agradeció la invitación, se sentó al piano y tocó el Himno Nacional. Todos los presentes se pusieron de pie y lo cantaron con fervor y patriotismo; muchos con los dedos en V y voz vehemente.


Entre los referentes políticos, intelectuales, del espectáculo y de los derechos humanos, en las primeras filas estuvieron presentes Oscar Parrilli, Felipe Pigna, Estela de Carlotto, Mirta Busnelli, Pablo Echarri, Victoria Onetto, Alejandro Dolina, Horacio Verbitsky, Dady Brieva, Tute, Rep, Julieta Díaz, Arturo Bonín, Jean Pierre Noher, Taty Almeyda, Victoria Montenegro, Daniel Divinsky, Claudia Piñeiro, Cecilia Szperling, Enzo Maqueira, Marcelo Figueras, Sergio Olguín, Daniel Santoro, Oche Califa y Boy Olmi, entre otros.


“Seríamos un pais muy distinto si no tuviéramos el ejemplo de ellas, gracias a las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo, las que siempre nos enseñan y acompañan”, dijo Bauer, mientras el público aplaudía con entusiasmo. “El Centro Cultural Kirchner es uno de los centros más importantes del mundo: 115 mil metros cuadrados de nuestra cultura”, dijo, y agregó, en referencia al gobierno anterior, que fueron “años de destrucción del neoliberalismo” donde “instalaron la cultura del hambre: tenemos 16 millones de compatriotas en la pobreza”.


“La cultura tiene el poder de sanar el tejido social. Creemos en la cultura de la solidaridad”, dijo, y luego mencionó dos pilares que tendrá el Ministerio de Cultura durante su gestión: “El concepto de diversidad es la bandera de este ministerio” y “la defensa del medio ambiente, la defensa de la Pachamama”. En otro punto del discurso, Bauer se refirió al “rol de la mujer”: “Millones de mujeres nos están marcando el camino de lucha e igualdad de género. Hay que superar el modelo patriarcal”.


“Sin odio ni rencor, como decía Néstor, pero no olviden nunca que intentaron apagar a Evita”, dijo en referencia a que durante el gobierno de Cambiemos no estuvo encendido el mural de Eva Perón en el Ministerio de Salud. También pidió por la “libertad de los compañeros presos” y “perdón por el maltrato” a “los trabajadores de este ministerio degradado a secretaría”. Sobre el final dijo: “Gracias por resistir”.


El acto, que duró poco más de una hora y estuvo cargado de símbolos, concluyó con Bauer y el resto del equipo de Cultura en la vereda del CCK —colmada de gente, con muchas personas sacándose selfies con los personajes de El asombroso Mundo de Zamba— colocando una ofrenda floral a los pies del gigantesco monumento a Juana Azurduy. “¡Volvimos!”, gritó un militante. El grito se replicó entre muchos presentes, emocionados para el regreso del kirchnerismo a un de sus lugares clave: el CCK, que vuelve a ser llamado por su nombre, Centro Cultural Kirchner.

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