Por Pompeyo Audivert*

Trastorno comienza en los 90 cuando dirigí El Pasado de Florencio Sánchez. En aquel momento la hice tal cual, sin ninguna intervención dramatúrgica, casi como un ejercicio de estilo. Estaba fascinado con ese lenguaje teatral de época y lo respeté a rajatablas en todos los niveles: vestuario, actuaciones, escenografía; la única intervención que me permití fue que el personaje central, Rosario, lo interpretara un actor en vez de una actriz.
Fue una hermosa experiencia que me marcó y me permitió entender que ese lenguaje rioplatense es parte de nuestra identidad de actuación, que venimos de allí, que esa es nuestra matriz teatral, la singularidad cultural y formal que nos distingue. Pero sucede que hemos perdido el rastro de nuestro pasado, nos hemos dejado llevar por una identidad cultural dominante y hacemos teatro desde una perspectiva anglosajona en donde los personajes se llaman Paul, Mery, Antony o Lauren y sus circunstancias corresponden a otro paisaje, a otra cultura.
El teatro es una operación metafísica destinada a sondear identidad y pertenencia, cita a ese que somos más allá del nombre propio y lo representa bajo alguna circunstancia aparente, nos recuerda que estamos hechos de otredad, que la verdadera identidad está bloqueada por una costra de realidad histórica demasiado densa, demasiado ficcional, y que para desocultarla debemos actuar ser otros.

El Pasado, junto con Muñeca (Discépolo) y La Farsa de los Ausentes (Arlt) son obras que hablan de la identidad exiliada en un plano fantasmal, del que no somos cuando decimos ser, de esa imposibilidad de alcanzarnos y ser plenamente, definitivamente nos-otros.
Trastorno es el intento de dar rienda suelta a los fantasmas que habitan El Pasado, de exacerbarlos e inscribirlos en una operación metafísica teatral, en fin, de hacerlos presentes, y con ello señalar que venimos de allí, que somos eso más allá de la ficción en la que nos hemos extraviado hace tanto tiempo. Es también volver a ese registro, a ese lenguaje nuestro al que pertenecemos, a esa identidad olvidada de la que somos fruto y nos reclama por la noche. No es nostalgia, es sed de presencia, de presente. Actuar es saciar esa sed.
*Trastorno. Viernes y sábado a las 20 horas
Sala Solidaridad del Centro Cultural de la Cooperación
Avenida Corrientes 1543 – CABA
Entradas: $400-
* Pompeyo Audivert es autor, co-director e integrante del elenco de Trastorno.
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