Manuel Penella (h): "El original de 'La razón de mi vida' fue manipulado para complacer a Perón"

El hijo del escritor y periodista que escribió las memorias políticas de Eva demuestra en "Evita y yo" las diferencias entre el texto original y el que salió publicado. "La dejaron fuera de la historia del feminismo", asegura

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“Evita y yo” (emecé), de Manuel Penella
“Evita y yo” (emecé), de Manuel Penella

En 1951, Manuel Penella estaba en Buenos Aires trabajando con Eva Perón para realizar sus memorias. Ella estaba enferma y se propuso dejar su testamento político, para lo que contrató al escritor y periodista español. De esos diálogos nació La razón de mi vida, un texto que Evita revisó antes de morir, y que fue manipulado por Raúl Mendé, en complicidad con Carlos Aloé y Raúl Apold, tal como lo cuenta su hijo, Manuel Penella, que nació en 1951 en Buenos Aires, ya que quien escribiría el primer best seller argentino se había trasladado a la Argentina con su familia.

Penella (hijo) vivió aquí hasta los cinco años de edad, luego pasó unos años en Chile y cuando su padre murió, en 1969, ya estaba en Madrid, donde vive. Estudió filosofía y escribió varias biografías y libros de historia. Evita y yo es el libro que le debía a su padre, donde compara el original (que siempre guardó su madre) con el oficial. Aquí el diálogo que tuvo con Infobae Cultura.

Manuel Penella Heller, autor de “Evita y yo”
Manuel Penella Heller, autor de “Evita y yo”

– ¿Cómo fue que decidió publicar la obra original de su padre con las memorias políticas de Evita?

– Bueno, tenía el manuscrito original, conservado celosamente por mi madre. Y me daba mala conciencia escribir libros de historia de España y darle largas a la tarea de reunir las páginas argentinas de mi padre. En su día, él había reclamado una lectura comparativa entre el original de La razón de mi vida y la versión oficial. No le pagaban lo convenido (la mitad de los beneficios del libro) y por ahí iba (Raúl) Mendé diciendo que su manuscrito era inservible. Nunca se hizo ese peritaje y era mi deber hacer con el mayor rigor posible. De esa lectura, que ofrezco en Evita y yo, se desprende que medía un abismo entre el original del libro y el texto oficial. Las ñoñerías, simplezas y monstruosidades que tanto han dado que hablar fueron todas de la cosecha del doctor Mendé.

– Qué fuerte lo que dice. Es lo que siempre se supuso, pero usted en Evita y yo lo demostró. Y, dígame, ¿vino a la Argentina a buscar una editorial? ¿Cómo fue ese proceso?

– No hizo falta ir a Buenos Aires, porque como publiqué varios libros en Planeta, fue lo más natural llegar a un acuerdo, en el supuesto de que los argentinos quieran conocer la verdad, contemplar a Eva Perón desde una perspectiva imprevista y responder a la pregunta de por qué confió en mi padre.

Manuel Penella de Silva, co-autor de “La razón de mi vida”
Manuel Penella de Silva, co-autor de “La razón de mi vida”

– ¿Qué decía su padre de Evita? ¿Usted la conoció?

– No la conocí, pero mi padre sí, y mucho. Realmente la quería y la admiraba. Veía en ella la encarnación de un sueño suyo, una mujer políticamente actuante en un sentido humanista radical. Para comprender  ese sueño que él tuvo hay que tener en cuenta que mi padre llegó a creer que, entre las causas de la barbarie que acababa de asolar al mundo en la Segunda Guerra Mundial, había que incluir -en primer lugar- la machocracia inscrita en las entretelas de nuestra civilización.

– ¿Por qué cree que Argentina no puede reconocer la Evita histórica y prefiere quedarse con el mito de Eva?

– Nada más resistente que un mito, por lo que tiene de útil para unos y otros.

– ¿Y por qué cree que manipularon La razón de mi vida?

El original de mi padre, leído, corregido y aprobado por Eva, fue mutilado y tergiversado para complacer a Juan Perón. Como se comprenderá, el original tenía que pasar por un corrector argentino, que debía eliminar los españolismos. Esta tarea coincidió con la enfermedad de ella, circunstancia en la que fue fácilmente engañada sobre los alcances del "trabajito" (que debían hacer). Lo más lamentable del caso es que se privó a Eva Perón de su proyección feminista. La visión de Mendé y de Perón sobre el papel de la mujer era conservadora, retrógrada e incluso fascista, pues daba por sentado que debía permanecer bajo el dominio del hombre. Y del feminismo revolucionario que compartieron Eva Perón y mi padre, nunca más se supo.

Eva Duarte de Perón
Eva Duarte de Perón

– ¿Qué es el peronismo para usted?

– En realidad, si soy sincero, todavía lo contemplo desde la óptica que me transmitió mi padre, que se ilusionó, porque vio con buenos ojos la tercera posición del justicialismo, para acabar totalmente desilusionado.

– ¿Dónde murió su padre? ¿Estaba dolido por la falta de reconocimiento que tuvo en la Argentina?

– Murió en Río de Janeiro, en su despacho de agregado de Información a la Embajada de España. Desde la monstruosidad de la versión oficial de La razón de mi vida, prefería el olvido. Se ponía enfermo cuando le atribuían la producción de Mendé. No esperaba ninguna clase de reconocimiento. Me dijo que la enfermedad y la muerte de Eva Perón lo habían dejado completamente indefenso, que era una vergüenza lo que habían hecho con el libro, que era el colmo que no le hubiesen pagado lo convenido, como si a nadie le importase el compromiso verbal contraído por la primera dama de los argentinos en presencia de Perón y Aloé. Y siempre iba a dar en lo mismo: la revolucionaria era ella, no su marido, a quien había llegado a considerar un maestro de las componendas y, por indeciso, en estadista de tercera categoría. Eso sí, tuvo que lidiar con el fracaso, con la ruina de su carrera periodística y con el aplastamiento de su utopía feminista. Varias veces pude constatar que la versión oficial de La razón de mi vida le dolía no solo por el daño a su reputación, pues no dejaba de añadir que esa versión perjudicaba a Eva Perón, lastrando su figura, restándole proyección universal, dejándola fuera de la historia del feminismo, una tremenda injusticia. Me gustaría que Evita y yo sirviera para recolocar a Eva Perón en el curso de la historia, con el correspondiente debate, pero supongo que es pedir demasiado.

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