El reciente proyecto de ley aprobado por la Cámara de Representantes de Estados Unidos, que incluye un impuesto del 3,5 % sobre las remesas enviadas desde ese país, podría tener un fuerte impacto en el consumo en el Valle del Cauca, Colombia.
Este gravamen, que entrará en vigor en julio, gravará los envíos realizados por migrantes hacia sus familias y plantea implicaciones económicas relevantes para la región.
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“El imponer un impuesto puede desincentivar el volumen de lo que se envía y la frecuencia a las familias del Valle, impactando negativamente el consumo en el departamento”, señaló a El País, de Cali, Harold Londoño, gerente de Analítica y Estudios Económicos de la Cámara de Comercio de Cali.
En los últimos años, las remesas se han consolidado como una de las principales fuentes de ingreso de divisas para Colombia, incluso por encima de las exportaciones tradicionales, como el petróleo.
Según cifras oficiales, en 2023, el país recibió más de 11.900 millones de dólares en remesas, lo que representó aproximadamente el 2,8 % del Producto Interno Bruto (PIB) colombiano.
En febrero de este año, estos envíos superaron por primera vez en la historia los ingresos generados por el crudo.
El Valle del Cauca, como uno de los departamentos más beneficiados por las remesas, se encuentra particularmente expuesto a esta nueva regulación.
De acuerdo con José Roberto Concha, docente de la Universidad Icesi y consultor en comercio exterior, el año pasado el Valle recibió 1.393 millones de dólares provenientes de Estados Unidos, lo que equivale al 22 % del total nacional.
La aplicación del impuesto implicaría una pérdida estimada de 48,8 millones de dólares solo para esta región. “Este dinero dejaría de entrar a los hogares vallecaucanos, receptores de estas remesas”, enfatizó el experto al medio.
El impacto económico va más allá de lo regional. Concha indicó que, a nivel nacional, los envíos desde Estados Unidos alcanzaron los 6.300 millones de dólares en 2023. Bajo esta nueva legislación, el gravamen total recaudado por el gobierno estadounidense ascendería a 220,5 millones de dólares, lo que equivale al valor de las exportaciones colombianas de productos como el aguacate hass.
“Es evidente que este impuesto tendrá un efecto directo en la capacidad de consumo de las familias receptoras y podría reducir el flujo de dinero hacia las economías locales,” añadió Camilo Pérez, director de Investigaciones Económicas del Banco de Bogotá a El País de Cali.
El Banco de Bogotá proyecta que el ingreso de remesas en Colombia alcanzará este año los 14.000 millones de dólares, de los cuales aproximadamente 6.000 millones provendrían de Estados Unidos. Si se aplica el gravamen, este flujo se reduciría en 250 millones de dólares. Aunque esta cifra puede parecer baja en dólares, su conversión a pesos refleja su verdadero impacto en el consumo local.
Además de las pérdidas económicas directas, esta medida impone restricciones adicionales a los migrantes. Concha destacó otro inconveniente del gravamen que podría complicar las transferencias internacionales:
“El inmigrante que va a hacer su giro al exterior debe declarar su residencia para pagar el impuesto, o sea que si usted no tiene residencia permanente en Estados Unidos, no va a poder hacer el giro por los canales oficiales”, explicó.
Por su parte, Harold Londoño advirtió que el crecimiento constante que han tenido las remesas —un 15 % anual en el Valle del Cauca— podría estancarse, afectando no solo la capacidad de los hogares beneficiados para cubrir sus necesidades básicas, sino también a negocios locales dependientes del consumo de estas familias.
Y, a medida que las remesas queden sujetas a este tipo de medidas, es posible que más personas recurran a canales informales para evitar la carga fiscal, lo que podría generar otros desafíos para el sistema financiero formal en Colombia.
En resumen, el impuesto del 3,5 % sobre las remesas no solo pone en jaque los ingresos de comunidades enteras en el Valle del Cauca y en el resto de Colombia, sino que plantea interrogantes sobre la dependencia del país en este tipo de flujos económicos.
Aunque configuradas como una solución para cubrir necesidades inmediatas, las remesas ahora enfrentan un nuevo obstáculo que podría redefinir su rol dentro de la economía nacional.
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