Juliana Velásquez se transformó en una figura en ascenso en el panorama musical nacional durante los últimos años. La bogotana, recordada por su faceta como actriz en el Club 10 de Caracol Televisión, decidió dar un giro a su carrera y se enfocó en la música, cosechando los frutos casi de inmediato.
Ya en 2021 fue nominada a Mejor nueva artista en los Latin Grammy y ganó dos años después el galardón de Mejor artista femenina, mientras que su tercer trabajo discográfico Mar Adentro fue bien recibido al punto de que tuvo la oportunidad de presentarlo en vivo en eventos como el Festival Estéreo Picnic y el Festival Cordillera. En 2025 afrontará una prueba de fuego en su carrera con el que será su primer concierto en el Movistar Arena de Bogotá, que podría significar su consagración definitiva.
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Pero, la carrera de Juliana no estuvo exenta de dificultades y dudas, siendo la más importante la que atravesó por cuenta de un trastorno alimenticio que marcó su adolescencia y estuvo a punto de truncar sus sueños de triunfar en la música.
Así lo recordó la intérprete de La colombiana durante su paso por La Sala de Laura Acuña, contando que todo inicio en ese momento de la vida en el que hacía el tránsito de niña a mujer. “Cuando ya cumplo 14-15 años y ya dejo de ser una niña, y ya empiezas a no tener esa burbuja que permite que todo lo que tú seas está bien, porque un niño gordito es precioso y mueco también, pero empiezas a crecer y te empiezas a ver como una mujercita y la gente empieza a señalar”, dijo inicialmente.
Más tarde, expresó que la dinámica propia de las redes sociales hizo que, a pesar del apoyo de su fanaticada, los comentarios negativos hacia su físico hicieran mella. “A pesar de que debo reconocer que el público colombiano ha sido bastante amoroso conmigo y es una cosa que yo debo reconocer y agradezco mucho, no faltaban los comentarios negativos. Empiezo yo a no quererme, a no aceptarme, a estar en contra de mi naturaleza, mi cuerpo, de como me veía y empiezo con los trastornos de alimentación”, añadió.
En ese periodo comenzó a desarrollar bulimia, algo que mantuvo en secreto durante años y con lo que se sintió satisfecha inicialmente, pues le daba los resultados que esperaba en un principio. “No le voy a decir a nadie, voy a ir a comer feliz y después vuelvo y vomito todo”, reflexionó sobre su mentalidad en ese entonces.
La situación, según contó la artista, fue empeorando con el tiempo. En lugar de cumplir con metas saludables, Juliana se castigaba por no seguir sus estrictas reglas alimenticias. “Llegó un momento en el que estaba tan distorsionada mi cabeza que me empezaba a castigar y cuando no hacía dieta o cuando no cumplía mis propias reglas. Entonces, si una noche me veía con mis amigos y me comía un pedazo de pizza, al día siguiente, si había una reunión con otros amigos, yo no iba. Yo decía que no podía porque graba hasta tarde y mentira, no grababa en todo el día”, explicó.
“Empiezas a perder peso, pero además, te empiezas a enfermar porque no tienes vitaminas y tu cuerpo ya no trae nada (...) Un día me levanté completamente afónica y con un sabor un metalizado en la boca, como de sangre, me fui al médico y me dice ‘¿Tú estás practicando alguna cosa que quieras compartirme?’”, dijo.
Ese fue el momento en que decidió poner fin a sus prácticas destructivas, enfocándose nuevamente en lo que le apasionaba: la música. “Cuando me tocaron mi voz, que es por lo que me he validado toda la vida, dije ‘esto tiene que parar’, desde ahí me enfoqué más en la música (...) si yo no hubiera llegado a este punto no haría la música que hago hoy día”, sentenció.