Búsqueda de niños perdidos en el Guaviare será apoyada por un perro rastreador: el Ministerio de Defensa envió a Ulises

En compañía de su cuidador, fue entrenado durante 13 meses, antes de iniciar sus labores de búsqueda y rescate

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Lesly Jacobo Bonbaire, de 13 años y sus tres hermanos: Soleiny, de 9 años; Tien, de 4, y Cristin, de 11 meses, llevan un mes y una semana desaparecidos en la selva que divide los departamentos del Guaviare y el Caquetá, tras el siniestro de la avioneta de Avianline Charter’s que, el primero de mayo, despegó de Araracuara con rumbo a San José del Guaviare.

Al día de hoy, siguen encontrándose pruebas. Señales de vida que –al parecer– han estado dejando a su paso por la espesa jungla, en la que también se han internado al menos 210 uniformados del Ejército Nacional junto a una manada de perros de rescate que, como Eulises, han continuado la búsqueda, las 24 horas del día, los siete días de la semana.

Él; sin embargo, ha sido el rostro de la operación ‘Esperanza’ y no es para menos. Durante los 15 días que estuvo en la zona encontró las tijeras, el moño y el cambuche improvisado en el que, probablemente, descansaron los cuatro menores durante un tiempo.

Sin embargo, tras varias picaduras de mosquitos salvajes, él y su cuidador se vieron forzados a dejar la selva, aunque, jamás la ilusión de encontrar con vida a los cuatro menores que han tenido en vilo las últimas cinco semanas al país.

Y es que, uno de sus compañeros cuadrúpedos se perdió hace unos días. Pero, lejos de ser un problema, se cree que podría estar en compañía de los niños:

“Nosotros tenemos un perro perdido y en las últimas huellas, se muestra una huella de un perro y se muestra la huella de un niño. Nosotros creemos que Wilson está con ellos. Así se llama el perro, pero está perdido. Sería espectacular que el perrito estuviera con ellos, sería una buena compañía”, reveló el teniente coronel Fausto Avellaneda, en el programa Los Informantes.

Ambos se formaron durante 13 meses en la especialidad de rastro e intervención del Centro de Entrenamiento y Reentrenamiento canino de la Escuela de Ingenieros Militares de Bogotá, por donde, según su fundador, Edgar Fontechua: “Han pasado, aproximadamente, unos 17 mil hombres y 17 mil perros. O sea, se han entrenado 17 mil binomios”; lo que hace del colombiano “uno de los ejercitos o, por no decirlo, el ejército más grande en unidades caninas que hay en el mundo”.

Y es que, ya son 27 años de estar entrenando caninos; de ahí que, a la fecha, ya cuenten “con 18 centros, 2 criaderos y un centro de transición. Y lo más importante, con una amplia experiencia en crear ese vínculo especial entre el guía y el canino, que es la clave del éxito” en esta disciplina.

Según el sargento viceprimero Luis Fernando Seña, comandante del centro canino, “el amor por los perros nace desde el fundamento inicial de nuestros caninos que es el binomio: perro y soldado ¿Cuál es la buena relación del soldado, del guía? Desde que el soldado se levanta hace el aseo de su canil, lavar el perro, peinarlo, darle su alimentación, darle su comida, sacarlo a pasear y el vínculo más bonito entre ellos es el juego, que hace el soldado y el canino”.

“Los binomios se entrenan en diferentes especialidades”, la primera es la detección de sustancias, para la localizar narcóticos, explosivos u objetos fuera de lo común en instalaciones.

La segunda es el rastro o la intervención, con la que el can es entrenado para descender en soga desde un helicóptero y luego rastrear o intervenir en la zona.

La tercera es el desminado humanitario, con la que llegan a olfatear o barrer hasta 600 metros cuadrados en un solo día. La cuarta, conocida como el rasgo especifico, les permite partir de un olor para seguir el rastro de una persona.

Y la quinta, búsqueda y rescate, los hace capaces de detectar olores bajo escombros. “Estas especialidades, a pesar de ser un trabajo que se presta, para estos perros siempre será un juego” y una clase de bendición para el hombre o, como diría el abogado estadounidense George Graham, su mejor amigo.