Las fronteras, de a poco, se difuminan. Las barreras caen. La sociedad en su conjunto empieza a despabilarse. Algunas situaciones -actividades, oficios, deportes, contextos- alternan su naturaleza. Se abren, se ofrecen. Pierden su filiación a un género definido. Dejan de ser excepciones o sucesos singulares, se convierten en tendencias e inician procesos de aperturas culturales. Sucedió con las mujeres en el fútbol, los hombres en las artes, las ingenieras, los amos de casa. Sucedió con la conducción y los autos, en la calle y en la competición: el rally es el caso modelo.
Hace cuatro años que se celebra el Trophée Roses des Andes, el primer y único rally exclusivamente dirigido al sexo femenino. En abril de 2018 se realizará la quinta edición de una carrera que respeta la tradición de los rally-raids africanos y sudamericanos. Emula la esencia del Dakar, el rally más exigente y popular del mundo, una carrera anual que nació en 1978, que conectaba una capital europea con la capital senegalesa y que desde 2009 se desarrolla en Sudamérica. El espíritu es el mismo: la búsqueda de aventura, adrenalina y escape.
Ellas definieron la prueba como la misma "libertad". "Es bastante hipnotizador", declaran. "No sabemos a dónde vamos ni lo que vamos a ver, pero vamos sin hacernos preguntas. Nos lanzamos", definen. Y repiten el concepto de magia para explicar sentimientos y sensaciones de un recorrido cultural, personal y casi filosófico. Promueve valores de compañerismo, ecología, comunidad, solidaridad y superación. Su identidad es diferente: carece de competitividad y recupera fraternidad.
Porque la clasificación está basada únicamente en la orientación y en las travesías por las dunas. No hay noción ni interés de velocidad. El objetivo es concluir la etapa diaria recorriendo el mínimo de kilómetros y respetando los diferentes puntos de control. Solo llevan un road book, un mapa y una brújula. Los desafíos son múltiples: aprender a manejar un vehículo todoterreno, saber orientarse, rescatar la unidad de los obstáculos del camino, superarse.
Se desarrollará del 15 al 26 de abril del año próximo a los pies de la cordillera de los Andes, con fases en el desierto y el Altiplano del noroeste argentino. Es, en definitiva, una carrera de orientación de 2.500 kilómetros en la que compiten duplas a bordo de 4×4. En las noches, los equipos se congregan en una comunidad provisoria: duermen en carpas y comparten historias y experiencias. Durante el final de la prueba se celebra una etapa de maratón que se extiende durante dos días y en la que piloto y copiloto conviven en total autonomía.
La velocidad no es una condición valorada en el Trophée Roses des Andes. Existe una regla de conducta que las participantes maman desde su inscripción: el respeto por el medio ambiente. La organización, a cargo de la empresa francesa Désertours, recomienda una conducción suave y constante en procura de limitar el consumo de nafta y restringir las emisiones contaminantes.
La aventura conlleva un profundo y doble compromiso solidario. Además de la visión de comunidad de la prueba que promueve cooperación y empatía entre los equipos, encarna una acción de ayuda financiera a la "Fundación Equinoterapia del Azul" de Salta. El rally femenino finaliza con un encuentro entre las participantes y niños argentinos que asisten a la fundación, una organización no gubernamental dedicada a la rehabilitación e integración de personas con discapacidad a través de la equinoterapia y diferentes talleres. El deseo más genuino es estimular la liberación del género femenino en una competición internacional dotada de una gran dimensión humana.
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