"Best of Show": el exponente más destacado de la feria. El Bugatti Type 57 C Atalante fue condecorado con tamaño privilegio. Lo distingue un gran moño bordó, en composición con la tonalidad del vehículo donde se posa. Subido a un pedestal, vitoreado por los presentes, recibió la aprobación y la devoción del público que invadió el punto cúlmine de Autoclásica, la convención de autos clásicos más importante de Sudamérica.
Bajo el sol de octubre y con el paisaje de los jardines del Hipódromo de San Isidro, la majestuosa coupé recibió el premio mayor de una exposición que interactúa con notable eficiencia las misceláneas de la industria automotriz y la pulsión melancólica de los románticos del motor. Entre mil vehículos que redescubrieron el pasado laureado del mundo de los autos y las motos, solo uno se adjudicó el primer galardón. En una terna que secundaron un Hispano Suiza H6 C Cabriolet 1928 y una Ferrari 250 Gran Turismo Boano, el Bugatti Type 57 C Atalante apeló a su rica historia.
Fue valorado por la organización por su óptimo estado de preservación y conservación, e inconscientemente primó en la selección la valorización de una marca tradicional, respetuosa con la elegancia y el sentido estético de los automóviles. Bugatti es la representación de joyas, reliquias, piezas místicas. El jurado lo eligió "en virtud de una singular belleza y armonía de líneas".
Monta un motor de 3,3 litros y dispone de doble árbol de levas a la cabeza con compresor. Su carrocería fue construida por el especialista francés Gangloff, una prestigiosa firma de construcción y restauración de automóviles que fabricó en época de posguerra carrocerías para automotrices como Mercedes-Benz, Rolls-Royce, Hispano Suiza y Bugatti. Hizo de la coupé Atalante uno de las siluetas vintage mejor valoradas de todos los tiempos.
Ahora el ejemplar pertenece al valioso garage de la familia Sielecki, propietaria de una de las flotas de autos clásicos más notables del país. Pero antes, la unidad había conformado la selección de dos colecciones estadounidenses que la hacían desfilar por convenciones en todo el mundo. En Pebble Beach, ya había conquistado el premio "The Best of Show". Coleccionistas posicionan a los Bugatti Type 57 C construidos en la década del treinta, con aspecto y mecánica impecable, por encima de los diez millones de dólares. Semejantes credenciales lo convierten en el auto clásico más deseable de la Argentina.
Autoclásica también premió a la mejor motocicleta de la cita automotriz: una Coventry Eagle Flying 8 B 160 de 1926, con motor JAP de 998 cm3 y caja de tres velocidades Hardiney. Una Kawasaki KR350 de 1979 se coronó en la categoría mejor moto deportiva y una Harley-Davidson Duo Glide FLH 1.200 cm3 de 1962 se impuso entre las contemporáneas americanas.
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